16° Domingo del Tiempo Ordinario, 21 de Julio 2013, Ciclo C


San Lucas  10, 38 - 42
      


Marta y María, Acción y Oración

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  1. Lo más Importante:  hay que estar atentos para ver cuál es en cada momento la voluntad de Dios para cumplirla con diligente alegría. Se dice que en la vida espiritual uno de los mayores peligros es sustituir un valor verdadero por otro valor verdadero. Y es que si nos acostumbramos a sustituir tareas, al final habrá algunas que se quedarán sin hacer y terminaremos realizando sólo aquellas que más nos agradan y, en definitiva, hacemos nuestra voluntad y no la del Padre.
  2. La Escucha: en la oración escuchamos continuamente a Jesús y dejamos que él nos indique el camino. La escucha de la palabra de Jesús es una exigencia fundamental del amor a Dios. Esta exigencia de escuchar a Jesús, es mucho más imperiosa para evitar caer en protagonismos de organizar el mundo a partir de nosotros mismos y no de Dios. Escucharlo, nos hace sabios y nuestras decisiones serán más lúcidas.
  3. La Acogidanos invita a abrir la mirada y el corazón frente a toda persona: «Acogeos los unos a los otros, como Cristo os acogió a vosotros» (Rom 15,7). La hospitalidad se basa en la contemplación del rostro de Dios, escuchando y practicando su Palabra y en el encuentro con el hermano, dialogando, acercándonos a su realidad. Sólo en la escucha y en diálogo descubrimos su presencia en nuestras vidas.

    REFLEXIÓN
        Así debería ser nuestra actitud ante Jesús que nos visita amorosamente: acoger su presencia por la fe, la confianza y el amor. Después, recibir su mensaje, hacer caso de su palabra, asimilar los valores que él nos propone. 
       Es difícil para nosotros la actitud de silencio y quietud interior para esta acogida porque vivimos muy pendientes de las cosas: los intereses materiales, la diversión, los caprichos, las ilusiones, el estar pendientes de los demás, etc... 
       Sucede que tenemos tiempo para todo y no lo encontramos para nosotros; vivimos afanados y no buscamos estar con nosotros mismos; buscamos las satisfacciones exteriores y somos incapaces de disfrutar de la paz interior. Todo ello es lo que Jesús nos propone cambiar y nos ofrece su ayuda para conseguirlo. 
       Muchos de nosotros sabemos imitar perfectamente a Marta, ocupándonos continuamente de muchas cosas; pero no sabemos hacer como María: estar con Jesús a sus pies, escuchar los latidos de su corazón, abrirnos a los valores interiores en los que encontraríamos la paz y la felicidad.


    PARA LA VIDA

       Érase una vez un padre de familia que intentaba leer el periódico después de un largo día de  trabajo. A cada instante era importunado por sus hijos. Uno le pedía dinero para ir a comprarse un helado. Otro se le acercaba llorando, se había hecho daño en el pie y quería que un beso lo curara. El mayor le pedía que le ayudara a resolver un problema de matemáticas. 
    Finalmente el más pequeño entró corriendo en la sala en busca del buen padre. Éste le preguntó cansado: "¿y tú que quieres?" El pequeño le contestó: "Papá, yo no quiero nada. Sólo quiero que me cojas en tus brazos".

    15° Domingo del Tiempo Ordinario, 14 de Julio 2013, Ciclo C

    San Lucas  10
     , 25 - 37 
          
    Jesús, El Buen Samaritano

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    1. El Prójimo:  es aquel que me reta a pasar de la fe que confieso a la práctica de la misma con los más necesitados. Es aquel que necesita de nuestro compromiso y de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia. Son las personas que salen a nuestro paso en mil circunstancias y con mil nombres y apellidos, pero todos en nombre de Jesús.
    2. Lo Importante: Amar con un amor en obras, con un amor que no se busca a sí mismo, con un amor desinteresado y generoso, con un amor que sabe ver al mismo Jesucristo en el menesteroso, que no pasa de largo nunca ante la necesidad de los demás, sino que por el contrario, se para y averigua en qué puede ser útil al prójimo, al que está cerca de él, al alcance de sus servicios. No es posible amar a Dios, a quien no vemos, si no se ama al que vemos a la vera del pecado, del sufrimiento y del dolor.
    3. La Misericordia: es el rasgo distintivo e indiscutible de un discípulo de Jesús. El necesitado es el lugar donde tengo que estar amando a Jesús, el lugar donde mi apertura de corazón es el primer paso de aquel amor que saborea la vida eterna de manera anticipada. Dejemos que repique constantemente en nuestra mente y en nuestro corazón el imperativo de Jesús: “¡Haz tú lo mismo!”.
     
      REFLEXIÓN
          Lo más fácil, al escuchar el evangelio de este domingo, es quedarse en la admiración hacia ese extranjero que no pasó de largo, sino que practicó la misericordia. O también recordar y agradecer a Dios tantas instituciones de la Iglesia y de la sociedad que de manera admirable y generosa, practican y han practicado la misericordia con toda clase de personas, sin distinción de raza, religión o cultura. 

         Ciertamente es una gozosa realidad y gloria para Dios y para la propia Iglesia. No obstante, hoy Jesús nos interpela a cada uno, en lo más íntimo de la conciencia, y nos dice: “anda y haz tú lo mismo”, siendo buen samaritano en la vida de cada día, con las personas cercanas que te rodean, que necesitan de tu mano, de tu hombro, de tu sonrisa, de tu tiempo, de tu consuelo, de tu escucha paciente, de tu compañía, de tu oración, de tu consejo, de tu ayuda. 

         Seamos misericordiosos como El Padre Celestial, y Él tendrá misericordia de nosotros.


      PARA LA VIDA PRÁCTICA

         Un monje llamado Demetrio recibió un día la orden de subir a la cima de una montaña, antes de ponerse el sol, para encontrarse con Dios. Ni corto ni perezoso, se puso en marcha y, a mitad del camino, vio a un herido que pedía socorro. 
         Demetrio, sin pararse, le explicó que no podía entretenerse porque tenía que encontrarse con Dios en la cima, antes del atardecer; no obstante, le prometió volver para ayudarle en cuanto hubiese atendido a Dios. Demetrio continuó sin parar su precipitada ascensión hasta llegar a la cima. Pero Dios no estaba allí. 
         El sol ya se estaba poniendo y Demetrio, nervioso y desconcertado, no veía signo alguno de Dios. Y cayó la noche sin que Dios se presentara. Al parecer, Dios se había ido a ayudar al herido con quien Demetrio se había cruzado en el camino. También hay quien asegura que Dios era el mismo herido que le pidió ayuda.

      14° Domingo del Tiempo Ordinario, 7 de Julio 2013, Ciclo C

      San Lucas  10, 1 . 12 . 17 - 20
            

      La mies es mucha y los obreros pocos 

      No se grabó
      1. Los Obreros:  son los que ven la semilla buena (porque miran al mundo con los ojos de Jesús) y tratan de que no se pierdan sus frutos. Aquí sí que podemos ver la misión de los creyentes: una misión al servicio de toda la humanidad en lo que se refiere a Dios. La inmensidad de la tarea significa que es una tarea de todos sus discípulos. Jesús nos llama a salir de la pasividad. Esto es esencial para que la nueva evangelización llegue a buen puerto.
      2. La Misión: es un encargo recibido del Señor. Por esto nuestra unión con Él es el fundamento de nuestro compromiso misionero. La fecundidad misionera nace del contacto vivo y personal con Dios. La tarea es exigente; no siempre es tranquila. Pero por ser la misma obra de Dios, el discípulo nunca está solo y Dios asegura sus frutos. La misión responde a una vocación, es la respuesta a la llamada que el Señor nos hace en y desde el lugar que estemos.
      3. La Paz: esta paz se basa en la victoria de Jesús sobre el mal. Victoria que nos da acceso al “cielo,” a la presencia de Dios que perdimos por el primer pecado. El Señor nos envía a cada uno de nosotros y nos pide que demos la paz. Y como  la paz es la de Cristo, no somos nosotros los que saludamos, es Cristo quien se da  como paz, como amor y como bien.
       
      REFLEXIÓN
       
          En el Evangelio, vemos a Jesús enviando a los setenta y dos discípulos para compartir la Buena Nueva.  Su misión es sencilla- anunciar la esperanza.  Jesús dice, “Curen a los enfermos que haya y díganles: “Ya se acerca el Reino de Dios”.  Jesús les manda a los pobres, a los afligidos, a los rechazados, a los pequeños de la tierra.  
         El mensaje es claro.  Ustedes son los bien-amados de Dios.  Hay que tener esperanza. La opinión del mundo es secundaria.  Dios ha declarado su valor. La Palabra de Dios produce por sí misma los buenos frutos en todos aquellos que la reciben con fe. Pero también, quienes la poseen, deben comunicarla a otros.
         Hoy día misionar no es únicamente marchar a un país lejano a predicar la fe y el estilo de vida de Cristo, es también una tarea que se lleva a cabo en el propio barrio, en las plazas de la ciudad e incluso entre las paredes del propio hogar.


      PARA LA VIDA PRÁCTICA

         Un aguador tenía dos grandes vasijas para llevar el agua a casa de su patrón. Una vasija era perfecta y llegaba a casa llena de agua. La otra tenía algunas grietas y llegaba medio vacía. 
         Ésta avergonzada le dijo un día a su patrón: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedo entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir". 
         El aguador le dijo a la vasija agrietada: "Cuando regresemos a casa, quiero que mires las bellas flores que crecen a lo largo del camino". Así lo hizo. Vio las flores pero aun así se sintió apenada. 
         El aguador le dijo: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y sembré semillas de flores por donde tú ibas para que las regaras todos los días y así he podido recoger estas hermosas flores para la mesa de mi Maestro. Si no fueras exactamente cómo eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza. 

      13° Domingo del Tiempo Ordinario, 30 de Junio 2013, Ciclo C


      San Lucas  9,  51 - 62 

            

      Te seguiré, Señor


         Descargar   Homilía del Padre Rector 
      1. Seguir a Jesús:  el gran obstáculo que nos impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es la comodidad en la que vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque sabemos que nos exigiría vivir de manera más generosa y solidaria con los demás. Somos esclavos de nuestro pequeño bienestar. La crisis económica y la pobreza extrema, nos pueden hacer más humanos y solidarios.
      2. Ea Vocación: el ser humano es un ser en continuo llamado. Llegamos a ser nosotros mismos gracias a la llamada, la mirada, la palabra de otro. Dios nos llama a un estilo de vida que se convierta en signo del Reino. Es el reino de Dios el que ha de mover la voluntad y el proyecto del discípulo. Entonces, la privación se convierte en libertad.
      3. La Misiónevangelizar es tarea de todos, aunque de modo diferente. Todos podemos y debemos apoyar, con nuestra oración, sacrificio y acción, la labor misionera, además del testimonio de nuestro perdón y comprensión para con los demás.
      REFLEXIÓN
          Toda la enseñanza gira en torno a la exigencia evangélica: quien quiera seguir a Jesús, debe decidirse totalmente por él y comprometerse. La hora de las decisiones es la hora de la verdad. El discipulado no admite tibieza espiritual, es tiempo de rupturas enérgicas con el pasado para abrirse a un futuro lleno de promesas.  El pasaje de hoy nos enseña a dar todos los pasos correctos en la toma de decisión fundamental por Jesús. 
         En la historia de cada uno, esta decisión, representa un momento clave que no se define necesariamente en términos de acontecimientos presentes o futuros, sino en términos de gracia que hay que saber aprovechar cada instante, asumiendo los dolores de las rupturas. 
         A propósito de los últimos tres personajes, el evangelio nos deja sin saber si después de las palabras de Jesús realmente lo siguieron o no. Lo que sí sabemos con certeza son las circunstancias y las condiciones que son necesarias para seguirlo. De cada uno de nosotros se espera ahora la respuesta. Él es nuestra meta…
      PARA LA VIDA PRÁCTICA
         Cuando se conquistó el Oeste, la gente viajaba en diligencia. Lo que, tal vez, no sabemos es que había tres clases de viajeros: viajeros de primera, de segunda y de tercera. 
      • Los viajeros de primera, pasara lo que pasara, permanecían sentados durante todo el viaje. 
      • Los viajeros de segunda, cuando surgía un problema, tenían que bajarse hasta que el problema se resolvía. No tenían que mancharse las manos, simplemente miraban. 
      • Los viajeros de tercera tenían que salir de la diligencia, empujar, arreglar la rueda rota o solucionar cualquier otra avería. 
         No sé qué clase de billete compró cuando decidió viajar en la diligencia de Jesús. Pero si sé que la mayoría de los católicos se comportan como viajeros de primera clase. Lucas nos dice que Jesús "tomó la decisión de viajar a Jerusalén". Nosotros también decidimos viajar con Jesús, viaje de aprendizaje, de crecimiento y de servicio. Viaje que exige elecciones y compromisos.