San Lucas 9, 51 - 62
- Seguir a Jesús: el gran obstáculo que nos impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es la comodidad en la que vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque sabemos que nos exigiría vivir de manera más generosa y solidaria con los demás. Somos esclavos de nuestro pequeño bienestar. La crisis económica y la pobreza extrema, nos pueden hacer más humanos y solidarios.
- Ea Vocación: el ser humano es un ser en continuo llamado. Llegamos a ser nosotros mismos gracias a la llamada, la mirada, la palabra de otro. Dios nos llama a un estilo de vida que se convierta en signo del Reino. Es el reino de Dios el que ha de mover la voluntad y el proyecto del discípulo. Entonces, la privación se convierte en libertad.
- La Misión: evangelizar es tarea de todos, aunque de modo diferente. Todos podemos y debemos apoyar, con nuestra oración, sacrificio y acción, la labor misionera, además del testimonio de nuestro perdón y comprensión para con los demás.
REFLEXIÓN
Toda la enseñanza gira en torno a la exigencia evangélica: quien quiera seguir a Jesús, debe decidirse totalmente por él y comprometerse. La hora de las decisiones es la hora de la verdad. El discipulado no admite tibieza espiritual, es tiempo de rupturas enérgicas con el pasado para abrirse a un futuro lleno de promesas. El pasaje de hoy nos enseña a dar todos los pasos correctos en la toma de decisión fundamental por Jesús.
En la historia de cada uno, esta decisión, representa un momento clave que no se define necesariamente en términos de acontecimientos presentes o futuros, sino en términos de gracia que hay que saber aprovechar cada instante, asumiendo los dolores de las rupturas.
A propósito de los últimos tres personajes, el evangelio nos deja sin saber si después de las palabras de Jesús realmente lo siguieron o no. Lo que sí sabemos con certeza son las circunstancias y las condiciones que son necesarias para seguirlo. De cada uno de nosotros se espera ahora la respuesta. Él es nuestra meta…
PARA LA VIDA PRÁCTICA
Cuando se conquistó el Oeste, la gente viajaba en diligencia. Lo que, tal vez, no sabemos es que había tres clases de viajeros: viajeros de primera, de segunda y de tercera.
- Los viajeros de primera, pasara lo que pasara, permanecían sentados durante todo el viaje.
- Los viajeros de segunda, cuando surgía un problema, tenían que bajarse hasta que el problema se resolvía. No tenían que mancharse las manos, simplemente miraban.
- Los viajeros de tercera tenían que salir de la diligencia, empujar, arreglar la rueda rota o solucionar cualquier otra avería.