San Marco 1, 14-20
“Tiempo Cumplido”
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- La Conversión: ya no es posible vivir como si nada estuviera sucediendo. Dios pide a sus hijos e hijas colaboración. Por eso grita Jesús: "Cambiad de manera de pensar y de actuar". Convertirse, más que vivir sin pecado, es aprender a vivir del perdón, sin orgullo ni tristeza, sin alimentar la insatisfacción por lo que deberíamos ser y no somos. Así dice el Señor en el libro de Isaías: «Por la conversión y la calma seréis liberados».
- Creer en el Evangelio: este proyecto de Dios es la mejor noticia que podemos escuchar. Lo primero es creer en esta buena noticia y acogerla con alegría. Creer en el Dios revelado y encarnado en Jesús. Creer en su Amor increíble y sorprendente. Vivir con la confianza absoluta de que nuestra salvación está en Dios. Ser cristiano es dejarse impactar por el «misterio del Reino» y saber que la vida se está decidiendo en la postura que adoptas ante esa Buena Noticia proclamada por Jesús.
- Anunciar a Dios: encontrarse con Jesús es acercarnos a Dios. El encuentro con Él contagia de alegría, de amor y de perdón. Sólo una vida, unida a la de Jesús puede anunciar a Dios como Buena Noticia. En caso contrario, por mucho que hablemos de Él, no seremos sus testigos. La familia, el trabajo, los amigos son las situaciones más bellas para anunciar a Jesús.
- El Llamado: pocos responden a Jesús. Pocos se ponen al servicio de Jesús. Muy pocos darían la vida por Jesús. Y no olvides que la respuesta nace en un corazón limpio y libre que se da con gozo. Y no olvides que la respuesta se da cada día, en el trabajo, en la familia... Y no olvides que la respuesta es servicio humilde a los hermanos.
REFLEXIÓN
San Marcos en el Evangelio de este domingo nos exhorta a convertirnos y a creer en el Evangelio. A Dios no le interesa nuestro pasado, nos invita a creer que podemos crecer, que podemos cambiar y ser personas nuevas, transformadas por la fuerza del evangelio. Convertirse cada día es posible con su ayuda; es una necesidad del discípulo que quiere asemejarse y entusiasmarse más y más con su Maestro. Es enamorarse de Jesús.
PARA PENSAR
¿Es cierto que Javier es discípulo suyo?, le preguntaron un día a un profesor. Sí, es cierto que Javier asiste a mis clases, pero no es mi discípulo. El alumno ocupa un pupitre por obligación, le guste o no la materia y el profesor. Aburrido, en su interior, reniega y espera impaciente el final de la clase. El discípulo se entusiasma, admira, se identifica con la materia y el profesor y desea imitarle. Nosotros, los que aún frecuentamos la escuela de Jesús y escuchamos sus enseñanzas domingo tras domingo, los que usamos su nombre y nos definimos como cristianos, corremos el riesgo de convertirnos en meros alumnos mientras que Jesús quiere que seamos discípulos. Ser cristiano es algo instantáneo, uno se bautiza y misión cumplida, uno queda afiliado a una institución eclesial de por vida mientras que ser discípulo es tarea de cada día, es el seguimiento cualificado en el amor.