Domingo 8 de Enero de 2012, "Epifanía del Señor"


San Mateo 2, 1-12         



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( Epifanía)
  1. Epifanía: lo que se celebra es un nacimiento, y un nacimiento como debieran
    ser todos, el de un niño esperado con amor y respeto, que lleva en su persona la esperanza del mundo. Se trata de gente pobre... y es la fiesta de los hombres de buena voluntad... Es la fiesta de la comunidad humana, ya que es la de los tres Reyes, es  finalmente, la fiesta de la misma tierra, que en su marcha rebasa en esos momentos el punto del solsticio de invierno y nos arrastra a todos hacia la primavera
    ».
  2. Adorar: los magos representan el camino que siguen quienes escuchan los anhelos más nobles del corazón humano; la estrella que los guía es la nostalgia de lo divino; el camino que recorren es el deseo. Para descubrir lo divino en lo humano, para adorar al niño en vez de buscar su muerte, para reconocer la dignidad del ser humano en vez de destruirla, hay que recorrer un camino muy diferente del que sigue Herodes. No basta escuchar la llamada del corazón; hay que ponerse en marcha, exponerse, correr riesgos.
  3. Orientarse hacia Dios: para orientarse hacia Dios es fundamental la constancia. Mantener el deseo. Perseverar en la búsqueda. Seguir invocando. Saber esperar. No hay otra forma de ahondar en el misterio de quien es la fuente de la vida. Para orientarse hacia Dios es también importante eliminar de la propia vida aquello que, seguramente, no es compatible con él. 
REFLEXIÓN
   Cada domingo tenemos una cita con el amor. Un cortísimo viaje nos separa de la casa donde nace el amor. ¿Dónde encajamos nosotros en esta fiesta de la Epifanía? Aquí venimos a tener una visión nueva, una epifanía. Nuestra fe no es una propiedad privada y vallada. Somos parte de una comunidad, la iglesia y viajamos en caravana. Nadie viaja solo. Nadie se salva solo. 
   Todos necesitamos una estrella que nos guíe: un consejo, una palabra de ánimo de los hermanos, escrutar las escrituras, preguntar… Todos estamos en diferentes etapas del viaje: los viejos buscadores y los novatos, los que dudan, los que pecan, los que tienen un problema como Herodes, los que saben todo como los escribas, los que caminan rápido y los que caminan lentamente.
PARA MEDITAR
   Una historia de Etiopía nos presenta a un anciano que, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo: No puedo dividir en tres partes lo que poseo. Os tocaría muy poco. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más astuto y sagaz. Dicho de otra forma, a mi mejor hijo.
   Encima de la mesa hay una moneda para cada uno. Tomadla. El que compre con esa moneda algo que pueda llenar toda la casa se quedará con todo. Se fueron. El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó. El tercero -que consiguió la herencia- sólo compró un pequeño objeto. Una vela. Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz. 
   La Navidad es la historia de un viaje de ida y vuelta. Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron.  Este viaje es una epifanía, una manifestación de Dios.