San Lucas 9, 28b - 36
" Las Transfiguración de Jesús"
- El Silencio y La Oración nos unen a Jesús: Jesús nuevamente se va en silencio a una montaña a orar. Jesús sube con sus discípulos más cercanos a lo alto de una montaña sencillamente "para orar", es decir, a encontrarse con Dios. Todo sucede durante la oración de Jesús: "mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió". Jesús, recogido profundamente, acoge la presencia de su Padre, y su rostro cambia. Los discípulos perciben algo de su identidad más profunda y escondida. Algo que no pueden captar en la vida ordinaria de cada día. En la vida de los seguidores de Jesús no faltan momentos de claridad y certeza, de alegría y de luz. Sabemos que en la oración y el silencio es posible vislumbrar, desde la fe, la identidad oculta y preciosa de Jesús. Que busca el silencio de su corazón y el sitio adecuado para orar con su padre dentro del más precioso lenguaje del silencio, y así para entrar en la intimidad de esa conversación tan divina de Padre e Hijo.
- Jesús Manifestación de Humildad: Necesitamos escuchar a Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Solo la humildad y el amor nos contagian de una manera de obrar y amar puramente divina. Todos, predicadores y pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar la Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras desciendan de nuestras cabezas hasta el corazón. Nuestra fe sería más fuerte, más gozosa, más contagiosa. Para captar la verdadera identidad de Jesús, lo más decisivo no es tenerlo en la cabeza sino en el corazón, y vivir una experiencia diferente: subir con él a lo alto de una montaña. Levantar el espíritu, mirar la vida desde un horizonte más elevado y no dejarnos arrastrar siempre por la rutina y la inercia que tiran de nosotros hacia abajo. La «transfiguración de Jesús» nos impulsa a buscar la verdadera esencia en su corazón. Haciendo morada en las estancias de su corazón misericordioso.
REFLEXIÓN
Buscar Los Destellos de DIOS
Los cristianos hemos de poner en el centro de nuestra fe a Jesús, dejarnos conducir por él hacia el amor, no hacia la ley. Es un error confundir a Dios con un conjunto de obligaciones interiorizadas durante años en nuestra conciencia. Quien escucha a Jesús lo va encontrando como fuente de Amor. Hemos de poner en el centro de nuestro corazón a Jesús.
Nadie como Él puede liberarnos de los ídolos que albergamos dentro de nosotros. Ídolos construidos por nuestros miedos, fantasmas y deseos de seguridad y bienestar. Quien escucha a Jesús se va llenando de la fuerza y de la vida que da Dios.La escena evangélica de Lucas recobra un hondo sentido en nuestros tiempos. Según el relato, los discípulos «se asustan» al quedar cubiertos por una nube. Se sienten solos y perdidos. En medio de la nube escuchan una voz que le dice: «Éste es mi Hijo, el escogido. Escuchadlo».
Es difícil vivir sin escuchar una voz que ponga Luz y Esperanza en nuestro corazón.Se ha dicho que los hombres y mujeres de hoy, sumidos en una civilización inmisericorde donde manda el dinero, el mercado, la competitividad, el fracaso de los débiles y el triunfo de los fuertes, corremos el riesgo de olvidar qué significa el ser «humano». Cada vez nos parece más normal vivir para ganar, poseer y triunfar. ¿Quién va a pensar en crecer como persona y ser cada día mejor en una cultura donde parece prohibida la piedad, el perdón o cualquier signo de misericordia ante el que sufre?
PARA LA VIDA
Una tacita de barro muy fina cuenta su historia a una pareja en Inglaterra antes de ser comprada. Una vasija de barro muy preocupada porque su creador la tenía que mandar a dos hornos diferentes para su creación. Se resistía. A entrar en este proceso, cada horno era diferente ella sentía que no podría resistir, todo aquel duro camino que estaba viviendo pero su creador le hablaba con ánimo. Le rogué y le imploré que me sacara, grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo:
Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: Mírate, ésta eres tú. Yo no podía creerlo, esa no podía ser yo. Lo que veía era realmente hermoso. Mi creador nuevamente me dijo: Yo sé que te dolió todo este proceso, pero si te hubiera dejado como estabas, sólo serías un trozo de barro seco. Sé que te causó mucho dolor, que los gases de la pintura te causaron mucha molestia, pero de no haberte pintado no tendrías color.
Y si yo no te hubiera puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido lo suficiente para resistir. Ahora eres un producto terminado, eres lo que tenía en mi mente cuando te comencé a formar.“Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él es el artesano y nosotros somos el barro con el cual trabaja. Él nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y así cumplir con su voluntad.