4° Domingo de Cuaresma, 22 de Marzo 2020, Ciclo A

San Juan 9, 1 - 41

Fue, se Lavó y Volvió con Vista

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 
1.-La Alegríadebemos alegrarnos, puesto que el auténtico espíritu cuaresmal es búsqueda de la alegría profunda, fruto de la amistad con Dios. Nos alegramos porque la Pascua ya está cerca, y dentro de poco celebraremos nuestra liberación del mal y del pecado, gracias a la vida nueva que nos trajo Cristo muerto y resucitado.
2.-La Luz«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida» (Jn 8, 12). Cristo es Buen Pastor porque es la luz de nuestras almas. ¡Ser luz también en la parroquia, en tu ciudad, en tu patria! Ser luz, con la frecuencia asidua y convencida a la Santa Misa dominical y festiva; ser luz eliminando escrupulosamente las palabras soeces, alejándonos de cuanto oscurece el alma; ser luz con el ejemplo continuo de bondad y de fidelidad en todo lugar, pero especialmente en el ambiente privilegiado de la familia, recordando que «toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz».
3.-El Agua: es símbolo de Cristo, el enviado del Padre que devuelve la vista al ciego de nacimiento. El ciego curado había realizado así un itinerario que lo llevó gradualmente a descubrir la identidad de Aquél que lo había curado, a confesar su fe en Él como profeta y finalmente a postrarse ante Él para adorarlo como el Hijo enviado del Padre. Nuestro deber para con Dios es creer en Él y dar testimonio de Él.
REFLEXIÓN
El itinerario cuaresmal que estamos viviendo es un tiempo especial de gracia, durante el cual podemos experimentar el don de la bondad del Señor para con nosotros. La liturgia de este domingo, denominado «Laetare», nos invita a alegrarnos, a regocijarnos.
   La primera lectura no se refiere directamente al tema de la “luz” (el tema central de la liturgia de este Domingo). Sin embargo, cuenta la elección de David para ser rey de Israel y su unción; es un pretexto óptimo para que reflexionemos sobre la unción que recibimos el día de nuestro Bautismo y que nos constituyó como testigos de la “luz” de Dios en el mundo.
   En la segunda lectura, Pablo propone a los cristianos de Éfeso que rehúsen vivir al margen de Dios (“tinieblas”) y que escojan la “luz”. En concreto, Pablo explica que vivir en la “luz” es practicar las obras de Dios (la bondad, la justicia y la verdad).
   En el Evangelio, Jesús se presenta como “la luz del mundo”; su misión es liberar a los hombres de las tinieblas del egoísmo, del orgullo y de la autosuficiencia. El ciego de nacimiento representa al hombre marcado por el pecado, que desea conocer la verdad sobre sí mismo y sobre su destino, pero se ve impedido por una enfermedad congénita. Sólo Jesús puede curarlo: él es «la luz del mundo» (Jn 9, 5). Al confiar en él, todo ser humano espiritualmente ciego de nacimiento tiene la posibilidad de «volver a la luz», es decir, de nacer a la vida sobrenatural. Para quien encuentra a Jesús, no hay términos medios: o reconoce que lo necesita a él y su luz, o elige prescindir de él. En este último caso, tanto a quien se considera justo ante Dios como a quien se considera ateo, la misma presunción les impide abrirse a la conversión auténtica.
PARA LA VIDA 
   La antorcha de Cristo: Cuatro amigos escritores: Pedro, Rosa, Sergio y Jaime, deciden ir a un castillo para estudiar su historia. Comenzaron a recorrer el castillo y al caer la tarde un fuerte relámpago apagó las luces. Pedro aseguró que era un simple corte de luz y que pronto se restablecería. 
   Pasó el tiempo y nada. Se quedaron quietos pero el frío se hacía insoportable. Sergio largó la mano y encontró un pedazo de madera e hizo una antorcha, la cual iluminó todo, y comenzaron salir. Pero Jaime quien argumentó conocer muy bien el castillo y la oscuridad no era problema. Trataron de disuadirlo, pero todo fue en vano pues era demasiado orgulloso. 
   Los demás siguieron y al rato escucharon un fuerte golpe. Al correr encontraron a Jaime muerto, había rodado por unas escaleras. Los amigos lloraron la muerte de su infortunado amigo. Pero si Jaime hubiese seguido a Sergio, quien llevaba la antorcha, él hubiese permanecido con vida. “Ciegos somos todos, cuando nos cerramos a la verdad y andamos en la equivocación”

3° Domingo de Cuaresma, 15 de Marzo 2020, Ciclo A

San Juan 4, 5-15. 19b-26. 39a. 40-42  

“Si Conocieras el DON de Dios: ¡CRISTO!”


Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
SIN GRABAR AÚN
1.-La SedSólo quien ha experimentado la sed del desierto, como los israelitas en Rafidim, está capacitado para entender el valor del agua, que se convierte en el símbolo de lo único que puede satisfacer profunda y plenamente al hombre. Sólo quien ha experimentado la sed ardiente de Dios, sabe valorar el precio del Agua Viva de la gracia. San Agustín decía que Dios tiene sed de nuestra sed de él, es decir, desea ser deseado. Cuanto más se aleja el ser humano de Dios, tanto más él sigue con su amor misericodioso.
2.-El Agua: el Don de Dios, simbolizado en el agua, que es Cristo, su amistad, su seguimiento, nuestra divinización y plenitud. Es la perla preciosa, el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44). El que lo encuentra se hace rico. Es lo mejor que le puede pasar.
3.-El Encuentro: como el de la samaritana, es el que hace al cristiano convincente y persuasivo, y ese encuentro sólo lo conseguiremos en la oración. Sin oración, los sembradores siembran granos vacíos, sin germen de vida, consiguientemente estériles.  
4.-La Adoración a Dios: constituye la razón de ser de la Iglesia y de cada hombre, el cual no puede dar expresión cabal a su existencia, sin manifestar este acto amoroso, espontáneo y consciente a Dios, su Creador. Y este acto de adoración se realiza sobre todo en la comunidad reunida para la celebración del banquete del Señor, en la fracción del pan, que también nosotros renovaremos dentro de poco.
REFLEXIÓN 
   La Palabra de Dios que hoy se nos propone afirma, esencialmente, que nuestro Dios está siempre presente en nuestro caminar por la historia y que sólo Él nos ofrece un horizonte de vida eterna, de realización plena, de felicidad perfecta. 
La primera lectura muestra cómo Yahvé acompañó el caminar de los hebreos por el desierto del Sinaí y cómo, en los momentos de crisis, respondió a las necesidades de su Pueblo. El cuadro revela la pedagogía de Dios y nos da la clave para entender su lógica, manifestada en cada paso de la historia de la salvación.
La segunda lectura repite, en otros términos, la enseñanza de la primera: Dios acompaña a su Pueblo en su marcha por la historia; y, a pesar del pecado y de la infidelidad, insiste en ofrecerle, de forma gratuita e incondicional, la salvación.
El Evangelio: El simbolismo del agua vuelve con gran elocuencia en la célebre página evangélica que narra el encuentro de Jesús con la samaritana en Sicar, junto al pozo de Jacob. Notamos enseguida un nexo entre el pozo construido por el gran patriarca de Israel para garantizar el agua a su familia y la historia de la salvación, en la que Dios da a la humanidad el agua que salta hasta la vida eterna. Si hay una sed física del agua indispensable para vivir en esta tierra, también hay en el hombre una sed espiritual que sólo Dios puede saciar. Esto se refleja claramente en el diálogo entre Jesús y la mujer que había ido a sacar agua del pozo de Jacob.
En el diálogo entre Jesús y la samaritana vemos delineado el itinerario espiritual que cada uno de nosotros, que cada comunidad cristiana está llamada a redescubrir y recorrer constantemente. 

PARA LA VIDA
Agua dulce 
   Un pequeño buque de carga navegaba cerca de las costas de América del Sur cuando la provisión de agua potable se le agotó. El capitán no conocía exactamente cuál era su posición; entonces, al percibir otro barco a lo lejos, la tripulación envió por radio un pedido de socorro en estos términos: "El agua dulce falta a bordo" Cuál no fue su sorpresa cuando el navío interpelado respondió: ¡Sólo tienen que sacar agua! 
   Así lo hicieron; sacaron agua, la filtraron y bebieron tanta agua dulce como quisieron. ¿Qué había sucedido? Su barco se encontraba cerca de la desembocadura del Amazonas, el gran río cuyas aguas se pierden en el Atlántico a más de cien kilómetros mar adentro. A pesar de las apariencias contrarias, se salvaron al creer el mensaje que se les dirigió. 
   Hay sed, pero… Vivimos distraídos, con mucho trabajo. Se vive deseando y no buscando. Queriendo y no buscando… Nos falta decisión. Coraje. Disposición. Jesús el agua que da vida. Es regalo de Dios. Por el agua y el espíritu nos regeneramos.

2° Domingo de Cuaresma, 8 de Marzo 2020, Ciclo A

San Mateo 17, 1 - 9 


Este es mi Hijo, el Amado, mi Predilecto. Escuchadlo

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.


1.-La Transfiguraciónes el anticipo de la gloria de su resurrección. Cuando en nuestras eucaristías vemos la sagrada forma y el cáliz, no vemos la presencia física de Cristo, sino la presencia real de Cristo transfigurado en el pan y en el vino.
2.-La OraciónLos cristianos de hoy necesitamos urgentemente "interiorizar" nuestra fe si queremos reavivarla. No basta oír el Evangelio, quizá de manera distraída, rutinaria y gastada y sin deseo alguno de escuchar. Todos, sacerdotes y pueblo fiel, teólogos y lectores, necesitamos escuchar su Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro.
3.-El Camino: requiere constante escucha de la Palabra de Dios y perseverancia en medio de las dificultades y tribulaciones. Nosotros optamos por el camino fácil. Quisiéramos vivir en un permanente estado de felicidad y de ensueño.
4.-Bajar del Monte: estemos dispuestos a bajar del monte, a la vida cotidiana, donde también debemos reconocer al Señor, al Siervo, en su camino por la cruz a la gloria, debemos aprender a escucharle, y a imitarle en su obediencia a la voluntad del Padre. El Señor nos concede muchas veces probar un poco las delicias del paraíso, en medio de las vicisitudes de nuestra existencia, para fortalecernos y animarnos a construir el amor fiel de la entrega total.

REFLEXIÓN 

   Hoy, segundo domingo de Cuaresma, prosiguiendo el camino penitencial, la liturgia, después de la escena de las tentaciones de Jesús en el desierto, nos invita a reflexionar sobre el acontecimiento extraordinario de la Transfiguración en el monte. Considerados juntos, ambos episodios anticipan el misterio pascual: la lucha de Jesús con el tentador preludia el gran duelo final de la Pasión, mientras la luz de su cuerpo transfigurado anticipa la gloria de la Resurrección. 
  Por una parte, vemos a Jesús plenamente hombre, que comparte con nosotros incluso la tentación; por otra, lo contemplamos como Hijo de Dios, que diviniza nuestra humanidad. De este modo, podríamos decir que estos dos domingos son como dos pilares sobre los que se apoya todo el edificio de la Cuaresma hasta la Pascua, más aún, toda la estructura de la vida cristiana, que consiste esencialmente en el dinamismo pascual: de la muerte a la vida. 
   En la primera lectura, «Abraham partió, como le había dicho Yahveh» (Gn 12, 4). Abraham, ejemplo y modelo del creyente, confía en Dios. Llamado por Yahveh, deja su tierra, con toda la seguridad que implica, sostenido sólo por la fe y la obediencia confiada en su Señor. Dios le pide el «riesgo» de la fe, y él obedece, convirtiéndose así, por la fe, en padre de todos los creyentes.
    San Pablo nos asegura en la segunda lectura que, como Timoteo, también cada uno de nosotros es «ayudado por la fuerza de Dios» (2 Tim 1, 8). Y el país hacia el que nos encaminamos es la vida nueva del cristiano, una vida pascual, que sólo puede realizarse con la «fuerza» y con la «gracia» de Dios. 
   El Evangelio nos invita a la montaña del Tabor para encontrarnos con Jesús y seguir avanzando al Padre. El Tabor: son los dichosos momentos de oración, los encuentros de Eucaristía, la cercanía de la comunidad, los espacios de silencio y de acogida gratuita. Pero no es un Tabor que nos aísle del mundo, sino para que renueve en nosotros la utopía, las ilusiones, la entrega, la generosidad, la fe en que el reino de Dios ha llegado a este mundo.

PARA LA VIDA 

   Un pobre campesino regresaba del mercado al atardecer. Descubrió de pronto que no llevaba su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta. El pobre hombre estaba afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus plegarias. Entonces oró de este modo: He cometido una verdadera estupidez, Señor. He salido sin mi libro de rezos. 
   Tengo tan poca memoria que sin él no sé orar. De modo que voy a decir cinco veces el alfabeto muy despacio. Tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar las plegarias que ya no recuerdo. Y Dios dijo a sus ángeles: De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido sin duda alguna, la mejor. Una oración que ha brotado de un corazón sencillo y sincero. 
   La oración, el encuentro gozoso con el Señor, no es para quedarse en ella, sino para llevarla a nuestra vida de cada día. La mejor oración, la que en verdad agrada, no es la recitación mecánica de rezos, por bellos que sean, sino la que brota del corazón sencillo y en la que se expresa la confianza y el amor a Dios.

1° Domingo de Cuaresma, 1 de Marzo 2020, Ciclo A

San Mateo 4, 1 - 11

“No tentarás al Señor tu Dios”

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- La Tentación: que va haciendo daño en aspectos fundamentales de nuestra vida: nos quita tiempo para la familia, para los amigos, para charlar, para acoger gratuitamente, para estar con los hijos, con la pareja, con el marido, con la esposa, para nuestro descanso, para escuchar nuestros sentimientos, para mirar nuestra mente, nuestros corazones, nuestro espíritu, en fin, menos tiempo para Dios. Las tentaciones van haciendo daño en aspectos fundamentales de nuestra vida: menos tiempo para la familia, menos tiempo para los amigos, menos tiempo para charlar, menos tiempo para acoger gratuitamente, menos tiempo para estar con la familia, menos tiempo para nuestro descanso o para escuchar nuestros sentimientos, para mirar nuestra mente, nuestros corazones, nuestro espíritu, menos tiempo para encontrarnos con Dios.
2.- El Desierto: nos invita a echar un vistazo a lo más profundo de nosotros mismos, a desenmascarar nuestros engaños que nos hacen creer que es mejor y más feliz el que más tiene, el que más manda, el que más aparenta, el que más vence, el que más egoísta es. Con la cuaresma podemos descubrir que el mal también está en nosotros y en nuestra manera y actitud como percibimos las cosas y las personas. Cuaresma en definitiva para ser más nosotros mismos, porque sólo en Dios encontramos la verdadera raíz de nuestra vida. 

REFLEXIÓN

   Jesucristo fue un hombre real y verdadero; por eso no sólo no debemos extrañarnos de que tuviera tentaciones, sino que no hubiera sido hombre real si no las hubiera tenido. Todos nosotros tendremos tentaciones a lo largo de toda nuestra vida y, como verdaderos discípulos de Cristo, tenemos la obligación de luchar contra ellas y, con la gracia de Dios, vencerlas.
   En esta Cuaresma que comenzamos, estemos dispuestos a caminar por el desierto, poniendo nuestra confianza y nuestra esperanza en el Señor. Hoy nuestra profesión de fe es reconocer que Cristo es el Señor de nuestra vida y de nuestra historia, que en Él está nuestra salvación. Acojámonos a Él en este tiempo de lucha contra la tentación, apoyados en su palabra, y así iremos preparando paso a paso la Pascua, el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. No hay victoria si no es en la cruz de Jesús. 
   En la primera lectura indica qué es el pecado y las consecuencias que produce en la vida del hombre. Nuestros antepasados cedieron a las lisonjas del tentador, interrumpiendo el diálogo de confianza y de amor que tenían con Dios

   En la segunda lectura se afirma, "Que, si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos" (Rm 5, 19). Estas consoladoras palabras del apóstol, nos confortan en nuestro camino espiritual. En el mundo, dominado a menudo por el mal y el pecado, resplandece victoriosa la luz de Cristo. Él, con su pasión y resurrección, ha derrotado el pecado y la muerte, abriendo a los creyentes las puertas de la salvación eterna. Este es el mensaje alentador que nos transmite la liturgia de hoy.

   En el Evangelio, San Mateo nos vuelve a proponer la impresionante página evangélica de las tentaciones de Jesús: "En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo" (Mt 4, 1). La misión del Redentor inicia precisamente con su victoria sobre la triple insidia del príncipe del mal.
PARA LA VIDA 

   Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces… ¿Quién eres tú?, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió. “Entra y compruébalo tú misma”. Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada... ¡Ahora ya sé quién soy ¡ 
   Así, lanzándonos sin miedo en los brazos de Dios, confiando en su misericordia y la victoria sobre el mal, sabremos quienes somos. Cuaresma es tiempo para agradecer más, para amar más, para preocuparnos más de los que nos rodean, para ser solidarios con los que sufren y con los más necesitados, para buscar y amar a Dios. Mostremos cuanto nos ama Dios cuando nos dejamos sumergir en su corazón amoroso que siempre nos espera.