San Mateo 4, 1 - 11
“No tentarás al Señor tu Dios”
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
1.- La Tentación: que va haciendo daño en aspectos fundamentales de nuestra vida: nos quita tiempo para la familia, para los amigos, para charlar, para acoger gratuitamente, para estar con los hijos, con la pareja, con el marido, con la esposa, para nuestro descanso, para escuchar nuestros sentimientos, para mirar nuestra mente, nuestros corazones, nuestro espíritu, en fin, menos tiempo para Dios. Las tentaciones van haciendo daño en aspectos fundamentales de nuestra vida: menos tiempo para la familia, menos tiempo para los amigos, menos tiempo para charlar, menos tiempo para acoger gratuitamente, menos tiempo para estar con la familia, menos tiempo para nuestro descanso o para escuchar nuestros sentimientos, para mirar nuestra mente, nuestros corazones, nuestro espíritu, menos tiempo para encontrarnos con Dios.
2.- El Desierto: nos invita a echar un vistazo a lo más profundo de nosotros mismos, a desenmascarar nuestros engaños que nos hacen creer que es mejor y más feliz el que más tiene, el que más manda, el que más aparenta, el que más vence, el que más egoísta es. Con la cuaresma podemos descubrir que el mal también está en nosotros y en nuestra manera y actitud como percibimos las cosas y las personas. Cuaresma en definitiva para ser más nosotros mismos, porque sólo en Dios encontramos la verdadera raíz de nuestra vida.
REFLEXIÓN
Jesucristo fue un hombre real y verdadero; por eso no sólo no debemos extrañarnos de que tuviera tentaciones, sino que no hubiera sido hombre real si no las hubiera tenido. Todos nosotros tendremos tentaciones a lo largo de toda nuestra vida y, como verdaderos discípulos de Cristo, tenemos la obligación de luchar contra ellas y, con la gracia de Dios, vencerlas.
En esta Cuaresma que comenzamos, estemos dispuestos a caminar por el desierto, poniendo nuestra confianza y nuestra esperanza en el Señor. Hoy nuestra profesión de fe es reconocer que Cristo es el Señor de nuestra vida y de nuestra historia, que en Él está nuestra salvación. Acojámonos a Él en este tiempo de lucha contra la tentación, apoyados en su palabra, y así iremos preparando paso a paso la Pascua, el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. No hay victoria si no es en la cruz de Jesús.
En la primera lectura indica qué es el pecado y las consecuencias que produce en la vida del hombre. Nuestros antepasados cedieron a las lisonjas del tentador, interrumpiendo el diálogo de confianza y de amor que tenían con Dios.
En la segunda lectura se afirma, "Que, si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos" (Rm 5, 19). Estas consoladoras palabras del apóstol, nos confortan en nuestro camino espiritual. En el mundo, dominado a menudo por el mal y el pecado, resplandece victoriosa la luz de Cristo. Él, con su pasión y resurrección, ha derrotado el pecado y la muerte, abriendo a los creyentes las puertas de la salvación eterna. Este es el mensaje alentador que nos transmite la liturgia de hoy.
En el Evangelio, San Mateo nos vuelve a proponer la impresionante página evangélica de las tentaciones de Jesús: "En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo" (Mt 4, 1). La misión del Redentor inicia precisamente con su victoria sobre la triple insidia del príncipe del mal.
PARA LA VIDA
Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces… ¿Quién eres tú?, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió. “Entra y compruébalo tú misma”. Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada... ¡Ahora ya sé quién soy ¡
Así, lanzándonos sin miedo en los brazos de Dios, confiando en su misericordia y la victoria sobre el mal, sabremos quienes somos. Cuaresma es tiempo para agradecer más, para amar más, para preocuparnos más de los que nos rodean, para ser solidarios con los que sufren y con los más necesitados, para buscar y amar a Dios. Mostremos cuanto nos ama Dios cuando nos dejamos sumergir en su corazón amoroso que siempre nos espera.