1. Las Tentaciones: por ser inevitables ( como consecuencia de la concupiscencia propia de nuestra naturaleza humana, -que es frágil e inclinada al desorden y al pecado-) la maldad de las tentaciones se mide según se caiga en ellas. En el Padre nuestro no le pedimos a Dios que nos libre de la tentación. Le decimos:
" no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.
Las tentaciones del tener, del beber, del placer, del poder, de la vanidad, del egoísmo, de la lujuria, etc, las tenemos mientras vivamos. Superarlas, depende de nuestra unión con Cristo, la oración, la escucha de su Palabra y una vida de virtud y de gracia.
2. El Desierto: es el lugar en donde Jesús experimenta y supera las tentaciones del diablo. Con su triunfo, Jesús lo transformó en pradera, en tierra fértil, en tierra productiva. También Jesús transformará tantas situaciones de muerte en manantiales de vida. Jesús, a fuerza de gracia venció el pecado. El triunfo de Jesús nos advierte que Satanás es un espíritu inteligente y sagaz que quiere doblegar a los que amamos a Dios. La mayor herramienta con la cual Jesús se sobrepuso a Satanás fue que nunca se separó de Dios, de su Palabra divina, con la cual fortaleció su espíritu y su voluntad para serle fiel a Dios.
REFLEXIÓN
Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto inmediatamente después de su bautismo por Juan: «Impulsado por el Espíritu» al desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los animales, y los ángeles le servían.
Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su obediencia al Padre. Jesús rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y las de Israel en el desierto. El diablo, derrotado, se aleja de él «hasta otra ocasión».
La Iglesia siguiendo la experiencia del desierto vivida por Jesús el tiempo de cuaresma, como tiempo de reflexión e interiorización, para que llenándonos de Dios le resistamos al demonio y optemos por Jesús. Con su fuerza, venceremos el mal a fuerza de bien.
LA MURALLA CHINA
La gran muralla china es una de las maravillas que el hombre ha creado. Y dicen que es la única cosa de la tierra que se puede ver desde la luna. Cuando terminaron su construcción, la gente satisfecha se regocijó. Y se dijeron: “ahora sí que estamos a salvo, nadie podrá atacarnos, nadie podrá penetrar esta magnífica e inexpugnable muralla”. Pero sus enemigos un día entraron con toda facilidad. ¿Cómo? Sobornando, comprando a los guardianes. El guarda abrió la puerta y entraron sin ninguna oposición.
Jesús no abrió la muralla de su vida al tentador, No traicionó su vocación, No desobedeció el plan de Dios. Y nos enseñó la respuesta que debemos dar al tentador.
"No tentarás al Señor tu Dios".