San Mateo 11, 25-30
- La Revelación: Jesús, exultando en el Espíritu, eleva al Padre este himno de júbilo que revela el sentimiento de extrema pequeñez y confianza con el que, en cuanto hombre, se dirige a Dios, el Omnipotente, el Creador del cielo y de la tierra. Jesús es el «pequeño» al que le han sido revelados los misterios del Reino de los Cielos. Para hacerse «pequeño», Jesús se ha despojado de su Gloria divina, y nosotros, para llegar a ser pequeños, en el sentido evangélico, tenemos que despojarnos de la arrogancia, la soberbia y la altivez. Jesús se ha despojado de la Gloria divina y ha asumido nuestra condición humana; nosotros tenemos que despojamos de nuestra falsa grandeza, de nuestro orgullo y seguirlo.
- El Espíritu Santo: cuando toca las cuerdas del corazón, las hace sensibles a las vibraciones de la Gracia y suscita en ellas un canto divino, la música del Amor. El tono del corazón de Jesús está lleno de la bondad de Dios y busca atraer a todos hasta Él con las notas suaves del Amor, de la sencillez, la mansedumbre, la nobleza y la humildad.
- La Oración: lo primero que podemos aprender de Jesús en su oración es la frecuencia en hacerla. Por eso también nosotros hemos de orar a menudo,elevar nuestro corazón hasta Dios, para hablarle con sencillez y confianza, con humildad y constancia, y pedirle cuanto necesitemos, o cuanto necesitan los demás, en especial aquellos que se encomiendan a nuestras oraciones, o por los que tenemos más obligación de rezar.
REFLEXIÓN
Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de ella gran familia consagrada a la realización del Reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones humanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en armonía y paz con la humanidad.
PARA NUESTRA VIDA