14° Domingo del tiempo Ordinario, 3 de Julio de 2011

San Mateo 11, 25-30


Descargar Homilía del Padre Rector
( Cansados y Agobiados )

  • La Revelación: Jesús, exultando en el Espíritu, eleva al Padre este himno de júbilo que revela el sentimiento de extrema pequeñez y confianza con el que, en cuanto hombre, se dirige a Dios, el Omnipotente, el Creador del cielo y de la tierra. Jesús es el «pequeño» al que le han sido revelados los misterios del Reino de los Cielos. Para hacerse «pequeño», Jesús se ha despojado de su Gloria divina, y nosotros, para llegar a ser pequeños, en el sentido evangélico, tenemos que despojarnos de la arrogancia, la soberbia y la altivez. Jesús se ha despojado de la Gloria divina y ha asumido nuestra condición humana; nosotros tenemos que despojamos de nuestra falsa grandeza, de nuestro orgullo y seguirlo.
  • El Espíritu Santo: cuando toca las cuerdas del corazón, las hace sensibles a las vibraciones de la Gracia y suscita en ellas un canto divino, la música del Amor. El tono del corazón de Jesús está lleno de la bondad de Dios y busca atraer a todos hasta Él con las notas suaves del Amor, de la sencillez, la mansedumbre, la nobleza y la humildad.
  • La Oración: lo primero que podemos aprender de Jesús en su oración es la frecuencia en hacerla. Por eso también nosotros hemos de orar a menudo,elevar nuestro corazón hasta Dios, para hablarle con sencillez y confianza, con humildad y constancia, y pedirle cuanto necesitemos, o cuanto necesitan los demás, en especial aquellos que se encomiendan a nuestras oraciones, o por los que tenemos más obligación de rezar.

REFLEXIÓN

Jesús quiere una comunidad donde los lazos de solidaridad, afecto y respeto hagan de ella gran familia consagrada a la realización del Reino. Una comunidad donde los sencillos, los pequeños hallen un lugar de importancia y sean los gestores de una nueva manera de organizar las relaciones humanas. Porque, como dice Pablo, sólo el ser humano espiritual es capaz de vivir la vida a plenitud, es decir, en armonía y paz con la humanidad.

PARA NUESTRA VIDA

Un día, un joven lleno de vigor y entusiasmo presumía en la plaza del pueblo de tener el corazón más sano y hermoso de todos. La gente se arremolinó y confirmaron que su corazón era perfecto, no tenía ni manchas ni rasguños y latía con la precisión de un reloj.

De pronto, un anciano se presentó también en la plaza gritando que su corazón era más hermoso que el del joven. La gente lo examinó y vio que tenía muchas cicatrices, que le faltaban trocitos y tenía grandes huecos.

El joven le dijo: "Déjate de bromas. Mi corazón es más perfecto. El suyo, anciano, es un montón de cicatrices, heridas y dolores." Es cierto, dijo el anciano, pero mira cada cicatriz es una persona amada. Arranqué trocitos de mi corazón para dárselos a las personas amadas. Otras veces, entregué un trozo de mi corazón a personas que no me ofrecían nada. Esos son los huecos que ves.

Dar amor es arriesgar y esas heridas me recuerdan que sigo amando.