18° Domingo del Tiempo Ordinario, 4 de Agosto 2013, Ciclo C

San Lucas  12, 13 - 21
  
      


Lo que has acumulado, ¿de quién será?

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  1. La Riqueza:  la cuestión aquí no es ser dueño de posesiones, sino que las posesiones no sean dueñas de nosotros. El significado y propósito de nuestras vidas no están en el tener sino en el ser. Si nos basamos y confiamos en nuestras posesiones, en adquirir, en tener (dinero, estatus, prestigio, poder, riqueza, fama, etc.), perderemos el propósito de nuestras vidas y nos daremos cuenta que hemos sido engañados.
  2. La Codicia: “Mirad y guardaos de toda codicia.” Necesitamos más honestidad para guardarnos contra la codicia y de los motivos que orientan nuestras vidas hacia falsos valores. 
  3. La Vanidadequivale a vaciedad, algo que sólo tiene apariencia, una fruta que sólo tiene cáscara; una bombita de jabón que estalla de pronto, sin dejar rastro de su brillante colorido. Vaciedad, vanidad de vanidades, todo es vanidad. Sólo brillo externo.
  4. La Meta: aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra” (Col 3,1-2). En cuanto a las cosas de esta tierra, hay que estar como muertos; pero vivos en cuanto a las cosas del cielo: “Habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”
 
    REFLEXIÓN
       Hoy mucho parece girar en torno al dios-dinero: se trabaja para tener no sólo una seguridad económica razonable sino para tener la mayor abundancia posible. 

        Normalmente los que más tienen siempre quieren más, y más se aferran a lo que tienen. Cada vez más la vida gira en torno al tener: los que tienen para no perder lo que tienen y para tener más. Los que no tienen o tienen poco, para llegar a tener más. 

       El Señor nos invita a estar atentos para no ceder a la codicia, que nos lleva a poner nuestra seguridad última en las riquezas. Frente a la codicia, frente a la tendencia a aferrarme a lo que tengo, debo recordar constantemente esta verdad: yo no soy dueño de lo que poseo, sino sólo un administrador. 

       Dios me ha dado todo lo que soy, tengo y puedo alcanzar en la vida.

    PARA REFLEXIONAR

       Cuentan que Buda tuvo que refugiarse en la cabaña de un pescador a causa de una tormenta. El pescador, que no sabía quién era su huésped, le ofreció una humilde cena y una cama. A la mañana siguiente, al despedirse, Buda le dijo quién era, le dio las gracias por la hospitalidad y le dijo que le pidiera lo que quisiera.  "Quiero oro", le dijo el pescador. 
       Preocupado, Buda le aconsejó: - "El oro adquirido sin esfuerzo es una maldición, no una bendición. Te enseñaré por tanto la manera de adquirirlo. En la playa, en frente de tu casa, hay una piedra mágica. Si la encuentras y tocas con ella un trozo de acero, éste se convertirá en oro. El pescador, que llevaba una pulsera de acero, se puso de inmediato a buscar la piedra mágica. Tocaba su pulsera con las piedras y las lanzaba al mar. 
       El ansia del oro no le permitía descansar ni fijarse bien en lo que hacía. Y así fue lanzando todas las piedras al mar. Finalmente, miró su pulsera y, oh sorpresa, se había convertido en oro. Pero, ¿dónde estaba la piedra mágica? La había lanzado al fondo del mar.> (Félix Jiménez, escolapio). La piedra que transforma la vida entera en el oro de la felicidad es vivir con y para los demás desde el único mandamiento de Dios, el del amor. La seguridad verdadera viene de hacerse 'rico ante Dios'.