San Mateo 3, 1-12
1. El Desierto: ¡Cuántos desiertos hay a nuestro alrededor! Desde el que sufre el inmigrante que ha dejado su patria y no acaba de encontrar el trabajo que busca, hasta los hombres y mujeres que viven el desamor de una familia destruida, pasando por los niños y ancianos abandonados porque hay otras prioridades que atender... ¡Cuánta soledad, vacío, desesperación y desiertos en nuestro corazón. En este adviento, Jesús cambia nuestros desiertos en manantiales de agua fresca.
2. Convertirse: es cambiar la mente y el corazón. Es pensar distinto y comportarnos de una manera nueva: Sólo así será FELIZ NAVIDAD. Si de verdad queremos convertirnos debemos preparar el camino del Señor, derribar los muros de soberbia y limpiar los senderos de mezquindades y bajas pasiones que no dejan al Señor entrar en nuestro propio corazón y en nuestra vida.
3. Conviérteme, Señor: de mi tibieza espiritual para anunciarte, amarte y seguirte. Como la conversión es un proceso lento y para toda la vida, pidámosle todos los días diciéndole: Conviérteme, Señor.
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