15° Domingo del Tiempo Ordinario, 10 de Julio 2022, Ciclo C

 San Lucas 10, 25 - 35

“Samaritano Cargado con el Amor de Dios

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Un Corazón Bondadoso: lo primero es no cerrar los ojos. Saber “mirar” de manera atenta y responsable al que sufre. Esta mirada nos puede liberar del egoísmo y la indiferencia que nos permiten vivir con la conciencia tranquila y la ilusión de inocencia en medio de tantas víctimas inocentes. Al mismo tiempo, “conmovernos” y dejar que su sufrimiento nos duela también a nosotros. Lo decisivo es reaccionar y “acercarnos” al que sufre, no para preguntarnos si tengo o no alguna obligación de ayudarle, sino para descubrir de cerca que es un ser necesitado que nos está llamando. Nuestra actuación concreta nos revelará nuestra calidad humana.

2.- Por un Mundo más Humano: en el horizonte aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Los dos pertenecen al mundo respetado de la religión oficial de Jerusalén. Los dos actúan de manera idéntica: “ven al herido, dan un rodeo y pasan de largo”. Los dos cierran sus ojos y su corazón, aquel hombre no existe para ellos, pasan sin detenerse. Esta es la crítica radical de Jesús a la ley y a la religión, incapaces de generar en sus miembros un corazón compasivo. ¿Qué sentido tiene una religión tan poco humana?

Por el camino viene un tercer personaje. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece a la religión del Templo. Sin embargo, al llegar, “ve al herido, se conmueve y se acerca”. La ley no le impide acercarse, y hace por aquel desconocido todo lo que puede para rescatarlo con vida y restaurar su dignidad. Esta es la dinámica que Jesús quiere introducir en el mundo: la nueva ley del amor.

3.- Sed Compasivos: sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Esta es la herencia que Jesús ha dejado a la humanidad, El   “buen samaritano”. En él se nos describe la actitud que hemos de promover, más allá de nuestras creencias y posiciones ideológicas o religiosas, para construir un mundo más humano. En la cuneta de un camino solitario yace un ser humano, robado, agredido, despojado de todo, medio muerto, abandonado a su suerte. En este herido sin nombre y sin patria resume Jesús la situación de tantas víctimas inocentes maltratadas injustamente y abandonadas en las cunetas de tantos caminos de la historia. 

REFLEXIÓN

"Al Verlo, le dió Lástima y se Acercó”

   Lo Esencial: el ser humano está hecho para amar y ser amado. Nadie lo pone en duda. Su deseo más hondo es vivir en comunión. Sólo que lo olvidamos una y otra vez. Entonces, esa necesidad de vivir amando queda oscurecida, deformada y desviada por mil problemas, preocupaciones, rodeos y disculpas. El amor es algo constitutivo de la persona. A quien le falta capacidad de dar y recibir amor le falta lo esencial. Podríamos decir que está «enfermo». Por eso, una persona, por más inteligente que sea, sin capacidad de amar, le falta lo esencial Un individuo hábil y poderoso, pero insensible al amor, es que le falta el toque de Dios.

   Siempre nos sucede lo mismo. Queremos ser independientes, salvaguardar a toda costa nuestra pequeña felicidad sin depender de nadie, ser dueños de nosotros mismos y de nuestra vida. Buscamos nuestro propio interés y terminamos viviendo en una especie de túnel construido con nuestros problemas, inquietudes y fantasmas. El erotismo, la diversión y todas las formas de evasión no logran liberarnos de un malestar clavado en el fondo de nuestro ser: nos falta lo esencial «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo». De esto depende todo. Esto es siempre lo esencial y decisivo. 

 «Amarás a Dios». No se dice creerás en Dios, le respetarás, lo temerás, le obedecerás, le rezarás... Lo primero y esencial es otra cosa: “Amarás al Señor tu Dios…”. Le abrirás tu ser, te enamorarás de él. No te sentirás juzgado o controlado, sino enamorado.

   «Y Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No te apropiarás de las personas para tu utilidad, disfrute o poder. Vivirás acogiendo, acompañando, sirviendo, dando y recibiendo amor. Sin esto la vida queda mutilada y pervertida. Es la convicción más profunda de Jesús.

   La experiencia nos lo dice muy pronto, a veces a gritos, a veces de manera callada pero persistente. Sin amor, la vida se seca, la alegría se apaga. Es difícil crecer y sentir plenitud cuando sólo se vive en función de uno mismo. La persona no sabe muy bien qué le está pasando, pero no se siente a gusto: vive sola, encerrada en sus cosas, en un aislamiento estéril.

PARA LA VDA

   Había una vez un niño listo y rico, que tenía prácticamente de todo, así que sólo le llamaba la atención los objetos más raros y curiosos. Eso fue lo que le pasó con un antiguo espejo, y convenció a sus padres para que se lo compraran a un misterioso anciano. Cuando llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy triste. Delante del espejo empezó a sonreír y a hacer muecas, pero su reflejo seguía siendo triste. Extrañado, fue a comprar golosinas y volvió todo contento a verse en el espejo, pero su reflejo seguía triste. Consiguió todo tipo de juguetes y cachivaches, pero aun así no dejó de verse triste en el espejo, así que, decepcionado, lo abandonó en una esquina. "¡Vaya, este es un espejo defectuoso! ¡es la primera vez que veo un espejo que no sirve! "

   Esa misma tarde salió a la calle para jugar y comprar unos juguetes, pero yendo hacia el parque, se encontró con un niño pequeño que lloraba entristecido. Lloraba tanto y le vio tan sólo, que fue a ayudarle para ver qué le pasaba. El pequeño le contó que había perdido a sus papás, y juntos se pusieron a buscarlo. Como el chico no paraba de llorar, nuestro niño gastó su dinero para comprarle unas golosinas para animarle hasta que finalmente, tras mucho caminar, terminaron encontrando a los padres del pequeño, que andaban preocupadísimos buscándole

   El niño se despidió del chiquillo y se encaminó al parque, pero al ver lo tarde que se había hecho, dio media vuelta y volvió a su casa, sin haber llegado a jugar, sin juguetes y sin dinero. Ya en casa, al llegar a su habitación, le pareció ver un brillo procedente del rincón en que abandonó el espejo. Y al mirarse, se descubrió a sí mismo radiante de alegría, iluminando la habitación entera. Entonces comprendió el misterio de aquel espejo, el único que reflejaba la verdadera alegría de su dueño. Y se dio cuenta de que era verdad, y de que se sentía verdaderamente feliz de haber ayudado a aquel niño. Y desde entonces, cada mañana cuando se mira al espejo y no ve ese brillo especial, ya sabe qué tiene que hacer para recuperarlo.