San Marcos 7, 1-8.14-15.21-23
- Las Tradiciones: no hay que confundir jamás la voluntad de Dios con lo que es fruto de los hombres. Nuestra responsabilidad primera no es repetir el pasado, sino hacer posible en nuestros días la acogida de Jesucristo, sin ocultarlo ni oscurecerlo con tradiciones humanas, por muy venerables que nos puedan parecer.
- La Hipocresía: si hay ruptura entre el "dentro" y "fuera" es que estamos en la pendiente "hipócrita". "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Jesús se refiere al "corazón" como fuente de las acciones humanas, donde maduran las convicciones profundas, donde se estimulan las decisiones fundamentales, donde se determinan las orientaciones de la existencia.
- El Corazón: Jesús, ve la necesidad y la urgencia de extirpar el mal que contamina a los demás en su misma raíz que anida en su propio corazón y crear un corazón nuevo que dé frutos de vida y de verdad.
- La Propuesta de Dios: es la salvación que sólo se alcanza por la fe en Jesucristo. El Espíritu Santo que se derrama en la Iglesia sobre los creyentes es el principio de una vida nueva, de un corazón nuevo. Sin su concurso no hay renovación posible, verdadera conversión, ni verdadera obediencia y escucha asidua de la Palabra de Dios que libera y edifica el Reino de Dios en la Iglesia y en el mundo.
REFLEXIÓN
En el evangelio, Jesús llama hipócritas a los fariseos y a los escribas que, en teoría, eran unos perfectos conocedores de todas las leyes y las prácticas religiosas que había que hacer, pero “el culto que me dan está vacío”, decía Jesús.
Lo importante en nuestra vida será tener una verdadera experiencia de Dios, de su amor, de su perdón. Y eso se verá reflejado en nuestro estilo de vida, en nuestra manera de vivir.
La Eucaristía ha de ser una experiencia de encuentro interior con Dios y exterior con los hermanos. Si no, será un rito vacío que no nos llevará a ningún sitio.
PARA LA VIDA
Un joven párroco se encontró con su congregación dividida. Durante la plegaria eucarística la mitad de los feligreses permanecían de pie y la otra mitad de rodillas. Cada grupo insistía en que su tradición era la verdadera.
Para solucionar, de una vez por todas, el gran conflicto, el joven párroco, con un miembro de los arrodillados y otro de los de pie, fueron a visitar al Obispo. Sr. Obispo,
¿no es verdad que la tradición de arrodillarse durante la plegaria eucarística ha sido siempre la correcta?
No, esa no fue siempre la tradición, contestó el Obispo. Entonces, estar de pie fue y es la tradición correcta. No, contestó el Obispo, esa no fue la tradición.
Sr. Obispo, dijo el joven párroco, lo que tenemos es el caos; la mitad arrodillados y la otra mitad de pie. Ahora sí, dijo el Obispo, esa fue siempre la tradición.
Nuestra Eucaristía, nuestra presencia aquí, esta liturgia que juntos celebramos es un medio, sólo un medio. Lo importante, hermanos, es el fin.