2° Domingo de Cuaresma, 4 de Marzo de 2012


San Marcos 9, 2-10
         
“Transfigurarse

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  1. Escuchar: cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercamos con calma y sin prejuicios al corazón del otro. Los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, sólo escuchan estas palabras: «Este es mi Hijo amado: escuchadle». La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero nos lleva a su Gloria.
  2. La Fe: para ser cristiano, lo importante no es qué cosas cree una persona sino qué relación vive con Jesús. Las creencias, por lo general, no cambian nuestra vida. Uno puede creer que existe Dios, que Jesús ha resucitado y muchas cosas más, pero no ser un buen cristiano. Es la adhesión con todas las fuerzas, la relación personal con Jesús y el contacto con él lo que nos puede transformar.
  3. El Miedo: probablemente es el miedo lo que más nos paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo. Hay miedo para asumir las tensiones y conflictos que lleva consigo el buscar la fidelidad al Evangelio. Hay miedo a comprometernos en construir un mundo donde reine Dios y, ojalá, donde impere su misericordia por encima de todo. Es el mismo Jesús quien se acerca, nos toca y nos dice: «Levantaos, no tengáis miedo». Sólo el contacto vivo con Cristo nos puede liberar de tanto miedo. 
  4. La Cruz: nadie quiere cruces en su vida y todos tenemos más de las que quisiéramos tener. Nos asusta, nos espanta, incluso nos escandaliza la cruz. No hay otro camino. Sólo llegaremos a la luz por la cruz. El grano de trigo para producir fruto tiene que morir. 
REFLEXIÓN
  La liturgia del segundo domingo de cuaresma nos lleva a contemplar a Jesús transfigurado. Tras el doloroso y desconcertante primer anuncio de la Pasión y la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz, se hace necesario alentar a los discípulos abatidos. El Antiguo Testamento –La ley y los profetas– personificado en «Moisés y Elías», presentan a Jesús como aquel en quien halla su cumplimiento. Y es Dios mismo –desde la nube– quien proclama: “Este es mi Hijo amado…ESCUCHADLO”
PARA PENSAR
   Hace unos 40 años, un hombre era juzgado de asesinato en Los Ángeles. Su abogado defensor al dirigirse al jurado lo desafió con un ingenioso argumento. “Señores y señoras del jurado, ustedes tienen que encontrar a mi cliente no culpable si tienen la más mínima duda de que no es el autor del crimen. Y ahora tengo un último testigo. El verdadero criminal que va a entrar por esa puerta”. Todos los ojos se dirigieron a la puerta, pero nadie entró. 
   El abogado continuó: “Veo señores del jurado que hay dudas en sus mentes, si no, no habrían mirado a la puerta. El jurado se retiró a deliberar y al cabo de unas horas emitió el veredicto de culpable. El abogado les increpó: “Yo he demostrado que ustedes tenían dudas, ¿cómo han condenado a mi cliente? Un miembro del jurado le contestó: ”Yo observé a su cliente. Es el único que no miró a la puerta porque sabía que nadie iba a entrar. Sabía que él era el único culpable”.