San Juan 3, 14-21
“ Atraídos por Dios ”
- La Cruz: acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que ilumina nuestra vida en los momentos más oscuros, más duros y más difíciles.
- Jesús el Don de Dios: sólo quien se acerca a Jesucristo como el gran regalo de Dios, puede ir descubriendo en todos sus gestos, con emoción y gozo, la cercanía de Dios a todo ser humano. Dios nos da a Jesús, quien vino «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él». No obstante, muchos preferimos vivir en las tinieblas…
- El Amor: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único».Dios ama al mundo entero, no sólo a aquellas comunidades cristianas a las que ha llegado el mensaje de Jesús. Ama a todo el género humano, no sólo a la Iglesia. Dios no es propiedad de los cristianos. No ha de ser acaparado por ninguna religión. No cabe en ninguna catedral, mezquita o sinagoga. Dios habita en todo ser humano acompañando a cada persona en sus alegrías o tristezas. Dios no sabe, ni quiere, ni puede hacer otra cosa sino amar, pues en lo más íntimo de su ser es amor, don gratuito y divino para todos.
REFLEXIÓN
La catequesis que Jesús despliega ante Nicodemo es la del hombre nuevo. La de renacer a una vida de luz, alejada de la tiniebla. Pero el Salvador enseña a Nicodemo que el episodio de la Cruz es necesario y que forma parte de una realidad salvadora como lo fue la serpiente de bronce que Moisés se construyó para salvar al pueblo errante en el desierto de las mordeduras venenosas de las serpientes.
Una vez elevado en la Cruz, una simple mirada servirá para salvarse. En un mundo lleno de serpientes que nos acechan y nos muerden y nos envenenan, Dios nos ha dejado, por su gran Amor, el remedio de la curación, de la salud y de la vida, en Cristo clavado y destrozado en la cruz, de cuyo pecho herido manan los sacramentos, teniendo en cuenta que no basta con mirar a Cristo, hay que seguirle.
PARA LA VIDA
Los aficionados al fútbol americano seguro que han oído hablar de Tim Tebow, jugador que se ha hecho famoso en el campo por su juego y controvertido en la sociedad por sus expresiones religiosas. Tim Tebow además de su uniforme lleva algo muy especial. Debajo de su ojo derecho lleva escrito Juan y debajo de su ojo izquierdo 3,16, la cita del Evangelio de hoy. Su cara es su púlpito, su rodilla hincada en el césped es su credo. Cuando escribió esta cita bíblica por primera vez noventa millones de personas cliquearon en Google Juan 3,16 para descifrar el código secreto. Pensemos lo que pensemos, Tim Tebow da un magnífico testimonio de su fe al mundo.“Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a ti.” San Nicolás de Flue.