San Juan 13.31-33ª. 34-35
“La Medida del Amor de Dios”
Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.
1.- Regalo: Jesús les hace un regalo: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Si se quieren mutuamente con el amor con que Jesús los ha amado, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor que han recibido de Jesús seguirá difundiéndose entre los suyos.
2.- Amigo: lo primero que los discípulos han experimentado es que Jesús los ha amado como a amigos: "No os llamo siervos... a vosotros os he llamado amigos". En la Iglesia nos hemos de querer sencillamente como hermanos. Y entre hermanos se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos. Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo tendrán con ellos. ¿Quién llenará su vacío? Jesús les dice: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. Si saben amarse como Jesús los ha amado, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos. El amor hace presente a Jesús.
3.- Comunidad: La comunidad de Jesús será la comunidad amada. Pero ya desde ahora, estamos llamados a construir esa “tierra nueva”, a superar todas aquellas cosas que impiden al ser humano vivir en plena libertad, a superar un mundo de oscuridad que nos sumerge en la cultura de la muerte y de la infelicidad. Estamos llamados a superar el egoísmo, la codicia, los rencores, la vanidad, los miedos, las inseguridades. Estamos llamados a construir un mundo nuevo que no esté dominado por la injusticia, la dominación de unos sobre otros, la muerte, la violencia y tantas cosas negativas como tiene hoy nuestro mundo.
REFLEXIÓN
El Evangelio nos habla hoy del Amor. El amor es lo que identifica a los que sigamos a Jesús. Para poder amar, como Jesús nos lo pide hoy, hay que cambiar muchas cosas en nuestra vida y a muchos no les gustan los cambios porque es más cómodo vivir de la manera a la que estamos acostumbrados. Igual que todo grupo humano necesita líderes, las comunidades cristianas también los necesitan. Por ello, Pablo y Bernabé, animados con la oración y la fuerza del Espíritu Santo, nombraron obispos y presbíteros en las comunidades que se iban formando.
Pocas veces se ha hablado tanto de amor, como en nuestros días, pero también jamás se ha maltratado tanto su contenido más hondo, divino y humano, como en nuestros días. Hay revistas de amor, canciones de amor, películas de amor, citas de amor, cartas de amor, Pero, ¿qué es el amor? ¿Cómo se vive y se alimenta el amor?
El amor sólo será amor, en la medida en que deje resplandecer en sus manifestaciones el amor de quien lo grabó en su cruz y en nuestros corazones: Jesús, que por amor vino a redimirnos.
Hay tantas cosas a las que llamamos “amor” y en realidad son formas de desintegrar el verdadero amor. Para otros, amor es someter a otros a sus intereses egoístas. Otros creen vivir el amor cuando sólo buscan en realidad un refugio y un remedio para la soledad que, de otro modo, les resultaría insoportable. se habla mucho del amor, pero en la realidad se confunde amor con placer o interés propio. Que ese sea nuestra identidad, nuestra marca, nuestra señal como cristianos: hablar menos del amor, y amar más, amarnos más. No es sólo un amor humano, sino un amor que deriva del amor divino. Es decir, que Dios no es un ser aislado que nos manda amar, sino que es el mismo Amor del que podemos participar y del que debemos dar testimonio con nuestra propia vida. Nuestra vida debe pasar por esta prueba: la del AMOR. Sin el testimonio del amor no podemos hablar de Dios y nadie nos creerá.
PARA LA VIDA
Tuve padres muy estrictos, desde la más tierna infancia y especialmente en mi adolescencia, se encargaron de alejar cualquier posible chico, joven y hombre que pudiera enamorarme. Ya saben, no todos los padres son perfectos y desequilibrarse y ser controladores es muy sencillo. Lo cierto es que pude tener un par de novios a escondidas, pero todos huían al descubrir las dificultades que entrañaba el estar conmigo.
Con el tiempo dejé de creer en el amor. ¿No se supone que por amor lo sacrificas todo? No fue sino hasta la universidad que pude respirar aires de libertad. Pero el daño estaba hecho. Los chicos me revoloteaban, me divertí con un algunos durante las fiestas de la facultad e incluso salí un tiempo con un compañero de mi trabajo de medio tiempo, pero en el fondo sabía que no estaban dispuestos a sacrificarlo todo por amor. Hasta que un día lo conocí.
Era un joven tímido que visitaba el café donde yo trabajaba como barista. Siempre pedía un café y al recibirlo, se escurría hasta el fondo del lugar, donde una mesa solitaria y pequeña lo esperaba. Por alguna razón, nadie quería sentarse ahí, ni siquiera las parejas. Con el paso del tiempo empezamos a intercambiar más de diez palabras.
Me intrigaba este chico tan misterioso y retraído, podía decir que incluso me atraía, así que colé mi número en la factura de su café y esperé su llamada. Un mes después, me llamó. Me confesó que le había tomado tanto tiempo porque pensaba que era inalcanzable, que había algo en mis ojos, una barrera que nadie podría derribar, pero se había atrevido y quería una cita conmigo para conocerme mejor. Ahora vamos camino al altar. El amor es el sentimiento más hermoso derribando cualquier miedo.