San Lucas 10, 25 - 37
“ Jesús le dijo: -Anda, haz tú lo mismo "
- Prójimo: ser “prójimo” es ayudar al necesitado porque el prójimo es aquel que necesita de nuestro compromiso, de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia. Lo contrario y lo más fácil, a veces, es dar un rodeo a las personas y a los acontecimientos, a los problemas y a las cruces que salen a nuestro encuentro: “ojos que no ven… corazón que no siente”. Es quien constantemente me pregunta, con aquellas interpelaciones de San Ignacio, “qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo y qué debo hacer por Cristo” .
- El Samaritano: era despreciable para los judíos. Pero para Jesús no hay razas, sino hombres: “un hombre”. El amor es compasivo y por eso al samaritano “le dio lástima” del necesitado. No es indiferente ante el caído. Cuando ves la miseria y no te conmueves, y sigues con tu vida, tus caprichos..., es porque no amas. No tiene fuerza el amor - donación en ti, sino el egoísmo: Generosidad a la medida de la necesidad. Misericordia a la medida de la miseria. Hoy tienes ante ti muchos hombres heridos y postrados en el polvo, agonizando lentamente: ¿los curarás tú? ¡Te necesitan!.
- La Caridad: Es dejarse tocar por la vida de los demás, es practicar antes que nada la compasión, sobre todo hacia quienes más sufren. Es ser solidarios con cualquier persona que se encuentra en situación de crisis. Seguir el modelo de Jesús consiste en amar al prójimo antes que cualquier etiqueta impuesta a cualquier persona. La misericordia está en las entrañas de Dios, porque Dios es amor. Y Dios, que es misericordia, quiere que cada uno de los creyentes practique la misericordia. Nuestro interrogante hoy seria: ¿hacemos algo por nuestro prójimo o, tal vez, nos hemos cansado de ayudar al ver tantas llagas abiertas en medio de nuestro mundo?“Bienaventurados los misericordiosos…”
REFLEXIÓN
El Evangelio de Jesús no es el libro del saber, es el libro del amor y del bien para con todos. Jesús no dice que este samaritano sea un santo, no le llama tampoco héroe. Le llama con un nombre mejor: prójimo. Los héroes hacen cosas maravillosas y hay pocos. Los santos nos parecen lejanos y dedicados sólo a Dios y sus cosas y nadie les hace caso. Antes de ser santos o héroes, Dios quiere que seamos prójimos. "Vete y haz tú lo mismo". Cuenten las veces que Jesús nos manda "hacer" y se convencerán de que el evangelio de Jesús no es el libro del saber sino del hacer el bien, ser prójimo, de todos y siempre. En aquel tiempo muchos se negaban a reconocer como prójimos a los que no pertenecían a su pueblo, a su religión y a su cultura. Otros, rechazaban a los vecinos que no cumplían la ley. El buen samaritano obedeció a su corazón. Simplemente hizo el bien al herido.
Nosotros también, a través de un gesto, una ayuda, una sonrisa, somos prójimo de alguien que sufre. Imitemos la compasión del samaritano, el amor de Jesús. El Señor nos pide en este domingo que redoblemos nuestros esfuerzos a la hora de estar cerca del que sufre. “Haz el bien sin mirar a quien” Que el Señor nos ayude a superar nuestras diferencias, al tiempo que pedimos por los enfermos, los que sufren o los que están solos. Acordémonos: “SINO VIVO PARA SERVIR, NO SIRVO PARA VIVIR”. “HOY POR MI…MAÑANA POR TI”
PARA LA VIDA
Una mujer salió de casa y vio a tres hombres con largas barbas blancas sentados a la puerta. No los reconoció. Ella les dijo: "Creo que no les conozco, pero deben tener hambre. Pueden entrar y comer algo". "¿Está el señor de la casa dentro?, preguntaron. "No", respondió la señora. "Está fuera". "Entonces no podemos entrar", contestaron. Al anochecer cuando llegó el marido, ella le contó lo que le había pasado. "Ve e invítalos".
La mujer salió y los invitó. Pero ellos le dijeron: "Nosotros no entramos en una casa los tres a la vez". "¿Por qué?" les preguntó curiosa. Uno de los tres le explicó: "Ese es Mister Riqueza y aquel es Mister Éxito y yo soy Mister Amor. Ahora entra en casa y dile a tu esposo quién de nosotros quiere que entre en su casa." "Qué interesante". Invitemos a Mr. Riqueza y que nos llene la casa con sus riquezas", dijo el marido.
Su mujer no estaba de acuerdo. "¿Por qué no invitamos a Mr. Éxito? Su nuera que estaba escuchando saltó diciendo: "¿No sería mucho mejor invitar a Mr. Amor y así nuestra casa se llenaría de amor"? Los tres se pusieron de acuerdo e invitaron a Mr. Amor.
Mr. Amor se levantó y se dirigió hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y le siguieron. Sorprendida la señora preguntó a Mr. Riqueza y Éxito: "Sólo invité a Mr. Amor, ¿por qué quieren entrar también ustedes?"
Y los dos respondieron al unísono: "Si usted hubiera invitado a Mr. Riqueza o Mr. Éxito los otros dos se habrían quedado afuera, pero como invitó a Mr. Amor, adonde él va también vamos nosotros. Donde hay amor hay también riqueza y éxito.¿A quién de los tres invitaría usted?