San Mateo 4, 1 -11
“ No Tentarás Al Señor tu Dios”
- Las Tentaciones: El triunfo de Jesús es “modelo” para quienes obedecen dócilmente a su divina voluntad. En la batalla contra las tentaciones, Jesús está defendiendo la obra amada de Dios. Su victoria es la nuestra siempre que nos acojamos bajo su fuerza. Con nuestras solas fuerzas no podremos hacer frente al mal. Un discípulo encuentra todo esto en su camino: Jesús, tentado inmediatamente después del bautismo, es el modelo de todo bautizado. En Jesús podemos enfrentarla y superarla.
- El Desierto: En el desierto Jesús hace una gran vigilia en la que ora constantemente. Ante todo se nos propone una intensa vida de oración como primera y última condición para la conversión cuaresmal, en el progreso espiritual de la santidad.
- La Palabra: En el combate con el diablo, Jesús muestra que se toma en serio la Palabra de Dios. La Palabra es lámpara que ilumina los pasos de nuestro camino, alimenta nuestra oración y, junto con la comunión eucarística, nos sostiene y nos da fuerza. La palabra nos enseña a amar, a perdonar, a reconciliarnos, a llevar a cabos gestos de solidaridad, a acordarnos de los más pobres y todos los que sufren.
- El Discernimiento: Este ejercicio de discernimiento, de dónde están nuestras tentaciones, nos ayuda por una parte a desenmascarar las falsas seguridades que nos impiden la conversión interior; y por otra, nos asegura que podemos vencer cualquier tentación si permanecemos unidos a Jesús y en la escucha de la Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“En
la escena de las tentaciones vemos a Jesús reaccionando lo mismo que a lo largo
de toda su vida: aferrado y adherido totalmente a la voluntad y al querer de su
Padre: la vida abundante de los que ha venido a buscar y a salvar. No ha venido
a preocuparse de su propio pan, sino de preparar una mesa en la que todos
puedan sentarse a comer. No ha venido a que le lleven los ángeles, a acaparar
fama y “hacerse un nombre”, sino a dar a conocer el nombre del Padre y a llevar
sobre sus hombros a los perdidos, como un pastor la oveja extraviada. No ha
venido a poseer, a dominar o a ser el centro, sino a servir y dar la vida. Lo
que „salva‟ a
Jesús de caer
en los engaños del
tentador fue el estar alimentado y sostenido por su Padre y estar siempre
referido a él y a su Palabra. Desde esa
íntima comunión recibirá
el impulso de abandonar el desierto, y se dejará llevar por el Espíritu de Dios,
el mismo que lo sostendrá y no lo dejará caer en las argucias del maligno.
PARA LA VIDA
La gran muralla china es una de las maravillas que el hombre ha creado. Y
dicen que es la única cosa de la tierra que se puede ver desde la luna. Cuando
terminaron su construcción, la gente satisfecha se regocijó. Y se dijeron,
ahora sí que estamos a salvo. Nadie podrá atacarnos, nadie podrá penetrar esta
magnífica e inexpugnable muralla. Pero sus enemigos un día entraron con toda
facilidad. ¿Cómo? Sobornando, comprando a los guardianes. El encargado de la
seguridad abrió la puerta y entraron sin ninguna oposición. Esta es nuestra
historia desde el primer día de la creación. Adán y Eva somos nosotros rodeados
por la gran muralla del amor de Dios, vivificados por el soplo de vida divina
de Dios, pero somos nosotros los que le abrimos las puertas al mal, colocando
en riesgo la obra misma de Dios.