San Mateo 16, 13 - 19
“Y ustedes... ¿Quién dicen que Soy Yo?”
- Encuentro: el relato consta de una doble pregunta de Jesús a sus discípulos con su correspondiente respuesta y de la respuesta de Simón. Las preguntas y respuestas sirven para la separación de dos categorías de personas, según la evaluación que hagan sobre Jesús. La gente no capta el sentido auténtico de la actividad de Jesús. Su opinión lo coloca como Juan el Bautista o uno de los profetas. Y para nosotros, ¿Quién es Jesús?. Será el centro de nuestra vida y de nuestro corazón? Lo seguimos a Él como nuestro Camino y Verdad?.
- Confesión de Fe: y ustedes, ¿Quién dicen que Soy? Simón Pedro respondió Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios. Dichoso tú, Simón porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. “Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia”. La fiesta que celebramos de los santos Pedro y Pablo, que dieron impulso al cristianismo, propone a la Iglesia dos caras de la misma moneda: Pedro, un humilde pescador, sincero y espontáneo en su trato con los demás, representa al pueblo sencillo; Pablo, de familia acomodada, ilustrado y conocedor de las Escrituras, se entrega al servicio de los más necesitados. Ambos con un ímpetu misionero incalculable. Martirizados por profesar la fe en Jesucristo, Pedro y Pablo fueron fieles a su Maestro y a su misión.
REFLEXIÓN
“La Iglesia, hoy se regocija. Es la solemnidad de los Apóstoles que la adornaron con joyas sin precio, en la Gloria del Verbo hecho carne"
La memoria de los apóstoles Pedro y Pablo no es de ninguna manera secundaria. Cada uno de ellos, con su propio carisma, de Jerusalén a Roma, siguieron el camino de la Palabra, para que la Buena Noticia de Jesús muerto y resucitado pudiera ser escuchada por todos, y para que con su enseñanza la vida en Jesús resucitado tomara forma en los nuevos ambientes en los que penetraba el Evangelio. Su ministerio amasó el pan de la Iglesia con la levadura del Evangelio. Más de veinte siglos después de su muerte, nosotros seguimos en esa misma ruta, dejándonos impactar por el ímpetu de su testimonio e intentando aprender siempre de nuevo una vida de fe y comunión.
PARA LA VIDA
El único sobreviviente de un naufragio, llegó a la orilla de una lejana y deshabitada isla. Todos los días oraba fervientemente porque Dios lo rescatara; y miraba hacia el mar en su horizonte esperando ser rescatado. Pero los días pasaban y su esperanza se iba esfumando. Cansado, deprimido y hasta un poco resignado a su suerte, empezó a construir una pequeña cabaña a un lado de la playa, para protegerse de la naturaleza y conservar lo poco que le quedaba.
Un día al regresar después de haber salido a buscar algo de comida, encontró que la pequeña cabaña se había quemado. El humo subía hasta el cielo. El pobre, Miró al cielo triste y le pregunto a Dios porque lo había abandonado? luego se quedó dormido. Muy tempano por la mañana, lo despertó el sonido lejano de un barco que se acercaba a la isla. Sus ojos y su corazón no lo podían creer. Finalmente seria rescatado! Cuando los marineros llegaron, el náufrago les pregunto: " Como es que sabían que yo estaba aquí?” Ellos le contestaron: " Es que vimos las señales de humo que nos hiciste". “Dios nos da señales para ir hacia Él…”