- Ser Pobre: Jesús nos quiere decir que no debemos poner nuestra confianza y felicidad en las cosas materiales (juguetes, ropa, dinero, viajes…) sino solo en Dios. Cuando toda nuestra esperanza está puesta en Dios, aún con carencias
materiales, podemos tener paz, armonía y ver la vida con esperanza. - Tener Hambre: San Mateo agrega “hambre de justicia”. Cristo nos quiere decir que las personas que buscan actuar siempre rectamente, dando a cada quien lo que merece, y cumpliendo lo que es su deber cristiano, siempre tendrán paz en su corazón, porque la justicia está siempre en su corazón.
- Sufrir: Jesús no se refiere a sufrir por sufrir, sino a aceptar esos sufrimientos que no puedo evitar, como una forma en que Dios me ayuda a ser mejor; a entender mejor a los que sufren y saber ayudarles; a saber descubrir mis faltas y arrepentirme de ellas para superarlas; a saber poner en manos de Dios mis esperanzas…porque Dios está junto al que sufre.
REFLEXIÓN
La primera bienaventuranza habla de los pobres en el espíritu, que con palabras de un escritor es como si quisiera decirnos que en lo que tenemos que fijarnos no es en lo exterior, sino más bien en lo interior; que no es tanto el tener o no tener, el tener
mucho o el tener poco, sino que lo que verdaderamente importa es el no estar sujeto ni depender de nada.
Lo que nos convierte en Hijos de Dios es el tener un alma de pobre. De poco ha de
servirnos el no tener bienes ni riquezas si nuestro corazón de alguna manera las necesita y las busca viviendo para ellas. De poco servirá carecer de todo si con ello me siento desgraciado.
El pobre es bienaventurado porque al no estar atado por nada, nada le va a impedir
ir a la búsqueda de Dios y seguro que quien busca a Dios desinteresadamente acabará encontrándole y lo tendrá todo.
PARA LA VIDA PRÁCTICA
Cuando se conquistó el Oeste Americano, la gente viajaba en diligencia. Lo que, tal vez, no sabe usted es que había tres clases de viajeros.
· Los viajeros de primera, pasara lo que pasara en esos viajes turbulentos,
permanecían sentados todo el tiempo.
· Los viajeros de segunda, cuando surgía un problema, bajaban de la diligencia mientras se solucionaba el problema y miraban.
· Los viajeros de tercera tenían que salir, mancharse las manos, arreglar la rueda rota, empujar…poner la diligencia en marcha.
En este viaje hacia la casa de Dios nos decía el Señor hay que cambiar de vida y de corazón, eso sólo lo puede hacer cada uno. En este viaje hacia una vida más digna, hacia una comunidad más unida, hacia un barrio más seguro, necesitamos la ayuda de todos.