5° Domingo del Tiempo Ordinario, 6 Febrero de 2011

San Mateo 5, 13-16


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( Sal y Luz del Mundo )

La Sal del Mundo: la sal es la gracia de la vida. Da gusto a los alimentos y preserva de la corrupción. De modo que el discípulo, para ser sal de la tierra, debetener “gracia y salero”: tomar el sabor y la fuerza transformante del Señor, viviendo como el Señor enseña: dar sabor a lo insípido. Condimentar con el amor de Dios.

La Luz: La luz no es para guardarla, sino para ponerla en lo alto y que ilumine,La luz del cristiano está

· En su fe: puede ofrecer verdades, seguridades, valores.

· En su esperanza: puede mostrar ideales, razones para vivir y luchar, sentido de la vida y de las cosas.

· En su caridad: más que una luz, es una hoguera; enseña el misterio de la vida y su verdad, el camino de la felicidad, la fuerza en la que se apoya la convivencia y que mueve y hace crecer el mundo.


REFLEXIÓN

El Evangelio –puesto en el interior del sermón de la montaña- hace hincapié en este aspecto de la vocación del creyente.

Éste es presentado como lleno de luz y transmisor de la luz. Se habla de la luz, la sal y la ciudad, evidenciando que el fiel debe influir en la vida de los demás a través del testimonio personal y comunitario (es importante que el testimonio se inserte siempre en la Iglesia, de lo contrario carece de sentido).

Nuestra vida en el mundo, según el Evangelio, es sal y luz, porque sus efectos deben ser parecidos a la acción benefactora de salvaguardar los alimentos, frenar la corrupción, denunciar la presencia de seres malignos, iluminar las mentes o conciencias y animar la salvación en el camino de la fidelidad a Dios y a los hombres.

Si hoy, a pesar de la gracia del Señor, de la voz de sus profetas, del testimonio de los santos y hombres de bien, el mundo prefiere seguir caminos de pecado, preguntémonos: ¿qué nos sucedería si faltaran denuncias proféticas, llamadas a la cordura, testimonios de entrega en servicio de amor a los más necesitados?


EL FUEGO

Erase una viga de hierro muy dura que había que romper.

· "Yo haré el trabajo", dijo el hacha. Y comenzó a golpear con fuerza el hierro y a cada golpe que daba su filo se iba dañando hasta que dejó de dar golpes.

· "Déjame a mí", dijo la sierra. Y comenzó a trabajar la superficie del hierro hasta que sus dientes se gastaron y se rompieron. Y se dio por vencida.

· Ah, dijo el martillo, ya sabía yo que no lo iban a conseguir. Mírenme a mí. Y después del primer golpe, el martillo voló por el aire y la viga de hierro seguía igual.

· "¿Me dejan intentarlo?", preguntó tímidamente la llama de fuego. "Ni lo intentes", le contestaron el martillo, la sierra y el hacha. "¿Qué puedes hacer tú?" Pero la llama rodeó el hierro, lo abrazó, calentó y no la dejó hasta que se fundió bajo su influencia poderosa. La persistencia de la pequeña llama rompió la viga de hierro.

El Señor nos dice que debemos ser persistentes, eficaces y que tenemos que hacer la diferencia, que tenemos que estar presentes si queremos impactar nuestro entorno. "Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo".