San Juan 6, 24-35
“ Yo Soy El Pan de Vida"
- El Trabajo: la obra que Dios quiere de nosotros es que creamos en Cristo, su hijo y enviado. Así trabajaremos, no por el alimento que perece, sino por el pan que perdura y da vida eterna. En esto han de trabajar; lo demás es secundario.
- El Alimento: los pobres se abren al mensaje de Jesús, lo acogen como a ese alimento “que dura para la vida eterna”. Pero el hombre necesita un alimento capaz de llevarlo hasta su verdadera plenitud. Ese alimento es Cristo y vive en la Eucaristía, y un día sin Cristo, un día sin Eucaristía es un día perdido. Sólo Él llena más que el estómago, el alma.
- La Vida: hoy se intenta por todos los medios detener el tiempo, dando culto a la juventud y a lo joven. El hombre moderno no cree en la eternidad y, al mismo tiempo, se esfuerza por eternizar un tiempo privilegiado de su existencia. La salvación es gratuita, es por gracia, porque la existencia misma ya es una "gracia", ya es un don. Y ambos dones, el de existir y el de ser salvados, nos han llegado por Cristo.
- La Salvación: el punto de llegada y el horizonte de toda la existencia es «la vida eterna» y, por eso, Jesús despierta en nosotros la confianza final en la salvación de Dios. Por eso se dice de Jesús que «da vida al mundo».
REFLEXIÓN
El Evangelio nos invita a «trabajar por un alimento que no perece sino que perdura dando vida eterna». La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús. «Creer en Jesús» es configurar la vida desde Él, convencidos de que su vida fue verdadera: una vida que conduce a la vida eterna.
Su manera de ver a Dios como Padre, su forma de reaccionar siempre con misericordia, su empeño en despertar esperanza es lo mejor que puede hacer el ser humano. «Creer en Jesús» es vivir y trabajar por algo último y decisivo: esforzarse por un mundo más humano y justo. El único trabajo que Dios quiere es éste: «que creáis en El que Dios os ha enviado».
PARA LA VIDA
Rodrigo era un humilde trabajador que pasaba sus días cortando bloques de piedra al pie de una montaña. Un día vio pasar el cortejo de un príncipe. Rodrigo sintió gran envidia y deseó la riqueza de aquel príncipe. El Gran Espíritu escuchó su deseo y lo convirtió en un príncipe.
Rodrigo fue feliz con su poder hasta que un día vio cómo el sol marchitaba las flores de su jardín. Deseó tener el poder del sol y su deseo fue satisfecho. Se convirtió en el sol con poder para secar los campos y humillar a las personas con la sed.
Rodrigo fue feliz siendo el sol hasta que un día una nube lo cubrió y su poderoso calor se eclipsó. Así que tuvo otro deseo y el Gran Espíritu se lo concedió. Convertido en nube, Rodrigo tuvo el poder de inundar la tierra.
Rodrigo fue feliz hasta que observó cómo la montaña a pesar de las tormentas permanecía firme y segura. Rodrigo se convirtió en la montaña y fue más poderoso que el príncipe, el sol y la nube.
Y fue feliz hasta que sintió el pico cavando a sus pies. Era un humilde cantero que estaba cortando bloques de piedra para ganarse el pan de cada día.