San Juan 1, 1-4;4,14-21
“ La Buena Noticia"
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REFLEXIÓN
Cristo vino a traernos las Buenas Noticias de un Dios que ama a sus hijos. A nosotros nos toca difundirlas en todos los ambientes y situaciones. Al esposo o a la esposa que ya no saben luchar más, al limitado físico, al anciano que empieza a sentirse inútil para todos, al obrero que no es calificado, al sacerdote que flaquea, al hijo que se equivoca procurando estrenar la libertad, hemos de llevar la buena noticia de Jesús, con frases de amor y de esperanza.
En determinados momentos, cada uno de nosotros comprueba que es pobre, que está cautivo, que sufre en la opresión, que lo aqueja una ceguera interior. Jesús habló del "Año de gracia del Señor". Un año se vive en cada minuto.
En cada instante en que los hombres de buena voluntad anunciamos las buenas noticias de Jesucristo. Buenas noticias que madrugan a visitar -a todos los que sufren-, por el ministerio de las manos amigas, de las palabras optimistas y de las caras amables de quienes tratamos de vivir el Bautismo apoyados en la fuerza del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Érase una vez un seguidor de San Francisco de Asís que le pedía: "Francisco, enséñame a predicar". Y San Francisco le llevaba a visitar a los enfermos, a ayudar a los niños, y a dar comida a los pobres. Juntos recorrían las calles de Asís haciendo el bien a todos. El discípulo le preguntaba, ¿pero cuándo me vas a enseñar a predicar? Francisco le contestaba: "hermano, ya estamos predicando". Predicando con el ejemplo, con la vida.
Nuestra manera de vivir es nuestra predicación. No hace falta tener un micrófono o subir al púlpito para predicar. Todos somos predicadores. Nuestra presencia en la iglesia predica nuestra fe, nuestro amor a Jesús y nuestro deseo de vivir como él vivió.