Solemnidad Epifanía del Señor, 5 de Enero de 2019, Ciclo A

San Mateo 2, 1 - 12 

 "La Epifanía del Señor"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Dios se Manifiesta: y, al manifestarse, se comunica, y, al comunicarse, impacta poderosa y bondadosamente a quien lo recibe en comunión. Dios se manifestó en Jesús, día de Navidad, como Salvador. Y la manifestación, percibida, equivale a gloria. Lo cantaron los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo y a los hombres paz …” La intervención de Dios en estas sus manifestaciones incita a una respuesta, exige una aceptación vital de lo comunicado. 
2.- El Regalo: Los Reyes magos le llevaron: incienso, mirra y Oro. El regalo que nos ha hecho el mismo Dios, el único que sabe regalar de verdad. El que nos ha manifestado su amor insondable regalándonos a su Hijo. «En Él se nos ha manifestado el amor de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres».
3.- La Adoración: es amor y entrega. Es rendir nuestro ser a Dios y quedarnos en silencio agradecido y gozoso ante El, admirando su misterio desde nuestra pequeñez e insignificancia.
4.- La Oración: Representa nuestra propia vida como un peregrinar, como una peregrinación de fe. Nosotros somos los magos. La fe es la estrella que nos guía. Belén es nuestra meta.
5.- La Fe: es el don por el que reconocemos a Dios. Es una estrella que nos lleva a Cristo. Es un don de Dios, una iluminación, no una propiedad nuestra. Cristo dijo: "Nadie puede venir a mí si no es atraído por el Padre que me envió"
6.- La Luz: Necesitamos el testimonio de otros y estamos obligados a "dar testimonio de la luz". El testimonio de una vida buena, de una fe viva, es mucho más eficaz que muchas palabras. Ese es el mensaje de las velas encendidas en pascua y el de la estrella de epifanía. Tendremos que comunicar a nuestros semejantes la luz que hemos recibido. 

REFLEXIÓN 

   Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio. 

   La liturgia de este Domingo celebra la manifestación de Jesús a todos los hombres. Es una “luz”, que se enciende en la noche del mundo y atrae hacia sí a todos los pueblos de la tierra. Cumpliendo el proyecto liberador que el Padre nos quería ofrecer, esa “luz” se encarnó en nuestra historia, iluminó los caminos de los hombres, los condujo al encuentro de la salvación, de la vida definitiva. 

La primera lectura anuncia la llegada de la luz salvadora de Yahvé, que transfigurará Jerusalén y que atraerá a la ciudad de Dios a pueblos de todo el mundo.

La segunda lectura presenta el proyecto salvador de Dios como una realidad que va a afectar a toda la humanidad, uniendo a judíos y a paganos en una misma comunidad de hermanos, la comunidad de Jesús.

En el Evangelio, vemos la concretización de esa promesa: al encuentro de Jesús vienen los “magos” de oriente, representantes de todos los pueblos de la tierra. Atentos a los signos de la llegada del Mesías, lo buscaron con esperanza hasta encontrarlo, reconocieron en él al “salvador de Dios” y lo aceptaron como “el Señor”. La salvación desechada por los habitantes de Jerusalén, se vuelve ahora un don que Dios ofrece a todos los hombres, sin excepción. 

   La fiesta de la Epifanía del Señor, o Día de los Reyes Magos, es un día de ilusión para todos, especialmente para los niños que, con una inmensa alegría, esperan los regalos de Melchor, Gaspar o Baltasar. 

   El regalo de la fe que hemos recibido del Señor, por medio del cual Él se nos manifiesta como a los Magos, es un tesoro que no podemos ni malgastar ni dejarlo improductivo. Además de agradecerlo, de manera permanente, hemos de hacerlo producir con muchos frutos de santidad personal, en medio de la vida ordinaria, gastándonos y desgastándonos, como San Pablo, por Dios y por la Iglesia.
Al celebrar la Epifanía del Señor, hemos de intentar imitar a los Magos en su empeño de dar a conocer a Jesús, único Salvador de todos y cada uno de los hombres. 
PARA LA VIDA 
   Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad. Mas sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo: "Esto es para ti, Papito". El se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. 

   Le volvió a gritar diciendo: "Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?" La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo: "Oh, Papá, no está vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti." El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.
   Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí. En una forma muy sensible, cada uno de nosotros humanos hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.  

   Hoy es la fiesta del regalo, sobre todo del regalo de la fe que nos trae Jesús, el principal de los regalos, que no es otro que regalarnos su Amor, su Paz, su propia vida divina. Jesús nos acoge como humanos para llevarnos a Dios y abrirnos su Corazón de Padre. ¡Maravilloso regalo! Lo demás, lo que nosotros le podamos ofrecer a Dios es nada en comparación con lo que Él nos da, pero, aun así, Jesús acoge el pobre regalo de nuestra humilde fe y de nuestro sencillo amor. Y todo de forma gratuita e incondicional.