26° Domingo del Tiempo Ordinario, 30 de Septiembre de 2012


San Marcos 
9,38-43.45.47-48
      




 El que no está contra nosotros, está a favor nuestro

  Descargar   Homilía del Padre Rector 

  1. La Salvación: lo primero y más importante no es el crecimiento de un pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza salvadora y liberadora de Jesús está a favor de Jesús y Jesús a favor de él.
  2. Nuestros Sentidos: Jesús empleaba sus manos para bendecir, curar y tocar a los excluidos. No están hechas para herir, golpear, someter o humillar. Por muy dolorosas que sean, si los cristianos no hacen opciones que aseguren la fidelidad a Jesús, su proyecto no se abrirá camino en el mundo. Todos estamos llamados a tocar con las manos de Jesús, caminar tras los pasos de él, ver con su divina mirada, y tener los más puros sentimientos de Jesús. 
  3. Hacer el Bien: además de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. Jesús quiere que seamos capaces de reconocer la presencia y la acción de Dios en toda persona que se entrega para hacer el bien a los demás. Todo ser humano es mi «prójimo». De todos me he de sentir responsable, aunque sólo sea para «dar a beber un vaso de agua».       
REFLEXIÓN
   “Nuestra mano, será lo que nosotros hacemos, nuestro pie, será el lugar hacia donde caminamos, nuestro ojo es nuestra manera de entrar en relación con los otros. Nuestra mano nos conduce al pecado si lo que hacemos nos desvía del evangelio. Nuestro pie nos lleva al pecado si él nos conduce lejos de los caminos de Dios. Y nuestro ojo nos dirige al pecado si se convierte en un instrumento de lujuria, de odio, y no propicia el encuentro y el diálogo con los demás. 
   Cristo nos invita hoy a estar abiertos a aquellos que quieren hacer el bien, ser edificados por sus compromisos, a admirar el bello trabajo que realizan aquellos que no pertenecen a nuestro grupo, a un partido político, a nuestra nacionalidad. “No se lo impidan, si no son de los nuestros”.

PARA LA VIDA
   Érase un rey que cada día dedicaba un tiempo a escuchar las peticiones de sus súbditos. Y cada día un hombre bueno, vestido de mendigo, se acercaba al rey y le ofrecía una fruta muy madura. El rey la recibía y se la entregaba al tesorero que estaba detrás del trono. 
   Un día, al cabo de muchos años de repetirse este gesto, un mono del palacio vino a sentarse en un brazo del sillón del trono. El mendigo acababa de ofrecer al rey su fruta y éste se la dio al mono. Cuando éste la mordió una joya de mucho valor cayó al suelo. 
   El rey, maravillado, le preguntó al tesorero qué había sido de las otras. El tesorero no respondió porque había tirado las frutas por la ventana a un patio interior. El tesorero corrió al patio y allí, en el suelo, encontró las frutas ya podridas y un montón de joyas preciosas. 
   Un mono –gracias a un mono- que se atrevió a morder la fruta se descubrió el tesoro que le regalaba, cada día, un hombre bueno.