San Marcos 12, 28b - 34
“ Si no tengo Amor, no soy nada"
- Lo Primero: Jesús no duda. Lo primero de todo es amar. No hay nada mayor que amar a Dios con todo el corazón y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. La última palabra la tiene siempre el amor, porque esa fue la primera y última palabra de Dios. Está claro; el Amor es lo que verdaderamente justifica nuestra existencia: la savia de la vida, el secreto último de nuestra felicidad, la clave de nuestra vida personal y social. San Pablo dirá que si no tengo amor, nada sirve.
- El Amor: casi nadie piensa que el amor es algo que hay que ir aprendiendo poco a poco a lo largo de la vida. Para Jesús, el amor es la fuerza que mueve y hace crecer la vida pues nos puede liberar de la soledad y la separación para hacernos entrar en la comunión con Dios y con los otros. Amar exige aprender a perdonar.
- Escuchar: será necesario para poder cumplir lo que Dios nos pide, pero la oración en escucha se hace particularmente importante cuando las “circunstancias” se vuelven especialmente difíciles en nuestro amor a Dios y al prójimo, y requerimos gracias especiales de Sabiduría y Fortaleza del Espíritu Santo.
- El Prójimo:Jesús nos manda que amemos al prójimo como a uno mismo, ni más que a uno mismo, ni menos tampoco. De aquí se deduce que nos manda también amarnos a nosotros mismos, pues al fin y al cabo, somos igualmente obra de las manos de Dios y criaturas suyas, amadas por Él. Si tenemos como regla de vida el amor a Dios y al prójimo «No estaremos lejos del Reino de Dios». Amor a Dios y al prójimo son las dos caras del único amor de Dios. Él es su fuente y su fin.
REFLEXIÓN
Jesús nos manda Amar con el corazón, el alma y la mente, es decir, compromiso asumido por todo mi ser. Yo entero, inteligente y libre, estoy llamado a Amar a Dios y al hermano.
Dios es maravilloso. Nos ha creado a todos distintos: altos o bajos, blancos o negros, listos o un poco faltos… pero a todos nos ha creado con la capacidad de Amar y la necesidad de ser amados. Necesidad y sed de Dios mismo.
PARA LA VIDA
Un padre llegó a casa cansado del trabajo, se sentó en el sofá y se puso a leer el periódico. Su hijo de pocos años no dejaba de importunarle con miles de preguntas. El padre para quitárselo de encima cogió una página del periódico que tenía una gran foto de la tierra, la cortó en trocitos y se la dio a su hijo para que la recompusiera y lo dejara en paz.
Pasaron unos pocos minutos y el hijo volvió con el rompecabezas ya terminado. El padre sorprendido le preguntó cómo lo había armado tan rápido. Había una foto de una mujer en la otra cara y cuando la reconstruí, la tierra también quedó reconstruida, contestó el hijo.
A nosotros nos pasa, a veces, lo mismo. Nos pasamos la vida importunando a Dios y gritándole para atraer su atención y nos olvidamos de que se hace presente en las personas. Cada cara lleva una huella de Dios, es una foto de Dios que hay que recomponer.
Cuando recomponemos nuestras relaciones humanas, recomponemos, al mismo tiempo, el rostro de Dios y se ve más diáfano en el nuestro.