2° Domingo de Resurrección, 7 de Abril de 2013



San Juan 20, 19 - 31 
      

 Señor mío y Dios mío

  Descargar   Homilía del Padre Rector 

  1. La Paz: esta paz exige enfrentarnos con nuestra propia verdad y reconciliarnos con nosotros mismos. Las cosas, las personas, el ajetreo de cada día, los problemas que nos envuelven, nos dispersan, nos disgregan y nos distancian de nosotros mismos, de Dios y de los demás. Necesitamos poner cada cosa en su verdadero sitio, dar una unidad más profunda a nuestra vida, aceptar humildemente lo que somos, enraizar nuestra existencia en Dios.
  2. La Fe: el encuentro con Jesús Resucitado fue para los primeros creyentes una llamada a «resucitar» su fe y reanimar toda su vida. Es el encuentro con Jesús Resucitado el que transforma a estos hombres, los reanima, los llena de alegría y paz verdadera, los libera del miedo y la cobardía, les abre horizontes nuevos y los impulsa a una misión. Es el fruto de la novedad y fuerza de la PASCUA.
  3. La Misióncomo el Padre me envió a Mí, así os envío Yo a vosotros. Jesús nos invita a edificar la Iglesia mediante la predicación y la oración. Jesús vive y cada domingo, él  viene a nuestro encuentro. Desde que resucitó de la muerte, todos tenemos un mensaje que decir a nuestros hermanos. Tenemos que ser ventanas por las que otros se asomen a la vida de Dios y reflejemos la fuerza de Cristo vivo.
REFLEXIÓN

    San Juan nos hace compartir la emoción que experimentaron los Apóstoles durante el encuentro con Cristo, después de su resurrección. Nuestra atención se centra en el gesto del Maestro, que transmite a los discípulos temerosos y atónitos la misión de ser ministros de la misericordia divina. 

   Les muestra sus manos y su costado con los signos de su pasión, y les comunica: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn20, 21).  E inmediatamente después “exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”" (Jn20, 22-23). 

   Jesús les confía el don de “perdonar los pecados”, un don que brota de las heridas de sus manos, de sus pies y sobre todo de su costado traspasado emana su misericordia. 

PARA REFLEXIONAR

    Érase una vez un sacerdote y un fabricante de jabón que estaban dando un paseo.El fabricante de jabón le dijo: "Padre, ¿para qué sirve la religión? Mire la miseria y las guerras y el sufrimiento que hay en el mundo. Después de tantas oraciones, sermones y enseñanzas todo sigue igual. 
   Si la religión es buena y verdadera, ¿por qué todo sigue igual?" Siguieron caminando y se encontraron con un niño todo sucio. El sacerdote le dijo al fabricante de jabón: "Mire ese niño. Usted dice que el jabón limpia pero ese niño sigue estando sucio. ¿Para qué sirve el jabón?". 
   El fabricante de jabón le contestó: Padre, el jabón no puede evitar la suciedad a no ser que sea usado todos los días." Exacto replicó el sacerdote, exacto.