7° Domingo de Resurrección, 12 de Mayo de 2013


San Juan 14, 23 - 29  

      

 La Ascensión 

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  1. La Bendición: es antes que nada, desear el bien a las personas que vamos encontrando en nuestro camino. Querer el bien de manera incondicional y sin reservas. Querer la salud, el bienestar, la alegría y todo lo que puede ayudarles a vivir con dignidad. Cuanto más deseamos y afirmamos el bien para todos, la bendición de Dios nos alcanzará a nosotros.
  2. La Ascensión: creer en la ascensión de Jesús es creer que la humanidad de Cristo, de la que todos participamos, ha entrado en la vida íntima de Dios de un modo nuevo y definitivo. Jesús se ha ocultado en Dios pero no para ausentarse de nosotros sino para vivir desde ese Dios una cercanía nueva e insuperable, e impulsar la vida de los hombres hacia su destino último. Esto significa que el hombre ha encontrado en Dios un lugar para siempre. 
  3. El Cieloir al cielo no es llegar a un lugar sino entrar para siempre en el intimidad del amor de Dios. Por fin, Dios ya no será alguien inaccesible. Aunque nos parezca increíble, podremos conocer, contemplar, gustar y disfrutar de su ser más íntimo, de su verdad más honda, de su bondad y belleza infinitas. Dios nos enamorará para siempre. Para quien no espera nada al final, los logros, los gozos, los éxitos de la vida son tristes porque se acaban. Para quien cree que esta vida está secretamente abierta a la VIDA DEFINITIVA Y ETERNA, los logros, los trabajos los sufrimientos y gozos son anhelo, anuncio, búsqueda de la Felicidad final. 
REFLEXIÓN
 Amado Señor, en tu palabra, nos enseñaste a honrar a nuestras madres. En este día tan especial, te damos gracias y oramos por  todas las madres. Acompáñalas en todo momento. Pon en cada madre el amor y conocimiento de Dios para que se lo enseñen a sus hijos, ya que no hay mejor herencia para un hijo o hija que la de fe y esperanza en las promesas de Jesucristo. Bendice a las madres cuyos hijos están lejos en este día. Anímalas en la ausencia. Si la distancia causa tristeza, haz que los corazones se unan por el amor de Jesucristo. Amén

CONSAGRACIÓN
Señor, derrama tu bendición sobre estas mujeres a quienes has confiado el don de la maternidad, derrama sobre ellas tu Espíritu Santo para que las fortalezca e inspire a hacer tu voluntad, que tengan siempre como modelo a tu madre, María, y que como ella reciban en vida mu­chas bendiciones y sus hijos sean hombres y mujeres de bien. 

BENDÍCELAS POR SIEMPRE, SEÑORAmén.