6° Domingo de Pascua, 25 de Mayo 2014, Ciclo A

San Juan 14, 15 - 21

Él les Enseñará lo que es la Verdad 
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  1. El Padre:  es Amor y el Amor se da a sí mismo, da todo. No le basta habernos dado a Jesús, su Hijo predilecto, sino que aun quiere beneficiarnos, ofrecernos vida y nos envía el Espíritu Santo. Pero, todavía más: ¡el Padre nos ama! Y este amor nos hace pasar de la muerte a la vida, de la tristeza del pecado al gozo de la comunión con Él, de la soledad del odio, al compartir, porque el amor de Dios, necesariamente se traduce en el amor por los hermanos.
  2. El Hijo:  Jesús quien vive por siempre, el vencedor de la muerte. Él está en el Padre y está en nosotros, con una fuerza omnipotente, que ninguna realidad puede desbaratar. Él está dentro del Padre, pero también dentro de nosotros, habita en nosotros, permanece con nosotros; no hay otra posibilidad de vida plena y verdadera, para nosotros, sino en esta compenetración de ser que el Señor Jesús nos ofrece. 
  3. El Espíritu Santo: es el dedo de la mano de Dios, que aún hoy, escribe sobre el polvo de nuestro corazón las palabras del amor divino, de una alianza nueva, que no podrá ya ser olvidada. Es el Espíritu de la Verdad, de Jesús. En él no hay engaño, no hay mentira, sino la luminosidad cierta de la Palabra del Señor. Él ha construido su morada en nosotros; ha sido enviado y ha realizado el pasaje de estar junto a nosotros a dentro de nosotros. 
  4. El Discípulo: aparece como aquél que sabe esperar a su Señor, que vuelve, sea a medianoche, al canto del gallo o ya cuando es de mañana; no importa; Él volverá y por eso es necesario esperarlo, estando preparados.
  5. El Mundo: sinónimo del mal, que no puede recibir el Espíritu porque no lo ve y no lo conoce. El mundo es ciego y está inmerso en las tinieblas, en el error, no ve y no conoce, no realiza la experiencia del amor de Dios. El mundo permanece lejano y se encierra en la lógica del mal.
REFLEXIÓN

    Es muy importante saber que hoy nos encontramos ante la dimensión trinaría de Dios, el Padre en su condición de creador, el Hijo en su condición de Redentor y el Espíritu Santo como Abogado consolador. 
   La Santísima Trinidad es uno de los misterios más grandes e incomprensibles ante los ojos humanos, ¿Cómo tres personas diferentes pueden ser un mismo Dios?, solo con los ojos de la fe, podrá ser que los discípulos puedan creer en esta verdad. Nuevamente el texto hace referencia a la importancia de la obediencia a la voluntad del Padre, dice la Escritura: “El que me obedece y hace lo que yo mando, demuestra que me ama de verdad” Debemos notar esta insistencia del evangelista en resaltar la importancia de cumplir la voluntad de Jesús.
   Solo viviendo según las exigencias de Cristo podrá llevar a los discípulos a recibir el Espíritu Santo, ellos podrán reconocer ahora la verdad. Con esto demostrarán también su amor a Dios, y entonces podrán ver las cosas según los ojos de Dios y así Jesús se dará a conocer en su plenitud a ellos.


 PARA LA VIDA

   De joven era un revolucionario y mi oración a Dios era siempre la misma: dame fuerza, Señor, para cambiar el mundo. De mayor viendo que no había cambiado nada, ni siquiera uno, cambié mi oración: Señor, oraba, dame la fuerza de cambiar a los míos, mi familia, mis amigos y me sentiré satisfecho. 
   Ahora que soy anciano y mis días están contados mi única oración es: Señor, dame la gracia de cambiar yo. La historia de nuestra vida es la historia de nuestras relaciones. Y una relación implica comunicación, conocimiento, amor y presencia.