27° Domingo del Tiempo Ordinario, 5 de Octubre 2014, Ciclo A


San Mateo 21, 33 - 43 

"Somos La Viña Amada del Señor"
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  1. El Reinado del Mundo: cuando Jesús comienza a hablarles de un señor que plantó una viña y la cuidó con solicitud y cariño especial, se crea un clima de expectación. La «viña» es el pueblo de Israel. Todos conocen el canto del profeta Isaías que habla del amor de Dios por su pueblo con esa bella imagen (Is.5,1-7). Ellos son los responsables de esa "viña" tan querida por Dios. La finalidad de  esta parábola es hacerles comprender  que han estado por debajo de su misión y que su tierra será dada a otro, y, en particular a los pobres.
  2. Exigencia de dar Frutos: lo que nadie se espera es la grave acusación que les va a lanzar Jesús: Dios está decepcionado. Han ido pasando los siglos y no ha logrado recoger de su pueblo amado los frutos de justicia, de solidaridad y de paz que esperaba. Una y otra vez ha ido enviando a sus servidores, los profetas, pero los responsables de la viña los han maltratado sin piedad hasta darles muerte. ¿Qué más puede hacer Dios por su viña? Según el relato, el señor de la viña les manda a su propio hijo pensando: «A mi hijo le tendrán respeto». Pero los viñadores lo matan para quedarse con su herencia. La parábola es transparente. Los dirigentes del Templo se ven obligados a reconocer que el señor ha de confiar su viña a otros viñadores más fieles. Jesús les explica la parábola: «Yo os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».


    REFLEXIÓN


       Desbordados por una crisis a la que ya no es posible responder con pequeñas reformas, distraídos por discusiones que nos impiden ver lo esencial, sin coraje para escuchar la llamada de Dios a una conversión radical al Evangelio. 
    • ¿Somos ese pueblo nuevo que Jesús quiere, dedicado a producir los frutos del reino o estamos decepcionando a Dios? 
    • ¿Vivimos trabajando por un mundo más humano? 
    • ¿Cómo estamos respondiendo desde el proyecto de Dios a las víctimas de la crisis económica y a los que mueren de hambre y desnutrición en el mundo?
    •  ¿Respetamos al Hijo que Dios que nos ha enviado o queremos librarnos de él y echarlo "fuera de la viña"? 
    • ¿Estamos acogiendo la tarea que Jesús nos ha confiado de humanizar la vida o vivimos distraídos por otros intereses religiosos más secundarios? 
    • ¿Qué hacemos con los hombres y mujeres que Dios nos envía también hoy para recordarnos su amor y su justicia? 
    • ¿Ya no hay entre nosotros profetas de Dios ni testigos de Jesús? ¿Ya no los reconocemos?
    PARA  LA VIDA

        Había una joven que tenía todo: un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo donde le pagaban muy bien, una familia unida. Pero su trabajo consumía mucho tiempo, abandonaba a sus hijos, si surgía algún problema, ella dejaba de lado a su marido… 
       Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después, un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: una flor costosa, de la cual había apenas un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo: “Hija, esta flor te ayudará mucho más de lo que tú te imaginas! Únicamente necesitas regarla y podarla de vez en cuando,  conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y lindas flores. “La joven la recibió la hermosa flor, pero el  tiempo no le permitía cuidar de ella. 
       Llegaba a casa, miraba la flor y aún estaba ahí, siempre linda y perfumada. Ella pasaba sin prestarle atención hasta que un día, la flor murió. Ella llegó a casa y se llevó un susto! Estaba completamente muerta, sus raíces estaban resecas, sus flores caídas y sus hojas amarillas. La Joven lloró y le contó a su padre lo que había sucedido y el padre respondió. Imaginé lo que iba ocurrir, y no puedo darte otra flor, porque no existe otra igual a ella, era única, así como la viña de tu familia: “si no la cuidas, se muere como la flor”.