San Lucas 1, 26 - 38
"Nos ha Nacido el Salvador"
Feliz Navidad a todos los fieles de esta amada comunidad de Santa Ana.
“Os anuncio una gran alegría, hoy, en Belén de Judá, nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor”. Así lo proclama la liturgia en esta solemnidad. En esta noche santa, todos deberíamos vestir nuestras almas con traje de alegría, inocencia, pureza, de ilusión confiada, de fe sencilla y de alegría santa, porque toda esta alegría es a nota distintiva de estas fiestas, porque la alegría del cielo coloca su morada en la tierra, en nuestros corazones y en nuestras familias. Ante Dios hecho uno de nosotros, nadie puede quedarse indiferente. Todo el mundo tiene que definirse. De esto tenemos símbolos en los evangelios de estos días. Los pastores abandonan el rebaño y van a Belén. La estrella se pone en camino y arrastra a los Magos de Oriente. Los posaderos cierran sus puertas a la Madre y al Niño. Herodes se inquieta y teme por su trono. Todos se definen.
Dios hecho hombre, hermanándonos por ser hermano común nuestro, es el Misterio Central de nuestra Fe. Si no lo aceptamos, cerremos las puertas y ventanas como muchos lo hicieron en Belén. Pero si lo aceptamos, será él el Señor de nuestra vida. Navidad, para los que no creen puede ser motivo de borrachera o de fiesta mundana. Pero para nosotros, los que creemos, navidad es Dios hecho carne de nuestra carne, como un hermano de sangre. Un hermano tan hermano de cada uno de nosotros que se toma la libertad de sentarse al lado de nuestra vida, de nuestra historia a decirnos que es hermano nuestro y que tiene junto a él, todos somos hermanos, unos de otros. Nos da su Padre, que lo es también nuestro.
Con su nacimiento, el niño Dios os ha abierto un portal al cielo, tan inmenso que cabemos todos. Nunca, la altura estuvo tan a ras del suelo y, jamás el camino del hombre, estuvo tan encumbrado en las alturas: ¡Dios se hace hombre y, el hombre, alcanza al mismo Dios! ¿En dónde? En un humilde pesebre.
Bendita sea esta Navidad. Esta noche en la que, en el silencio, Dios nos hace escuchar y comprender la grandeza y el secreto de estos días. El secreto que no es otro que su inmenso amor porque Dios sale a nuestro paso, Dios se hace fiador, Dios coloca toda su omnipotencia al servicio de la humanidad.
En esta noche, los ángeles, interrumpen nuestro sueño. En adviento estábamos en vela, ahora, los ángeles nos llaman a ponernos en camino para adorar al Dios que ha bajado a la tierra. Este es el gran acontecimiento que sigue sorprendiendo a tanta gente que en el mundo no cree: que Dios se hace hombre. Algunos, como los contemporáneos del Niño Jesús, no se percatarán de su nacimiento. Otros, cerrando sus corazones, serán reflejo de aquellas otras posadas que dijeron ¡no! al paso de la Familia Sagrada, y otros más, entretenidos en las compras, en los regalos, en sus ocupaciones del mundo y mirando a otra parte, serán incapaces de descubrir, ver y seguir el destello de una estrella que conduce hasta el Dios Humanado.
En nombre del Señor Obispo de la Diócesis de Zipaquirá, Monseñor Héctor Cubillos Peña, y en mi nombre, les deseamos a todos ustedes, amados fieles de esta comunidad de Santa Ana en Centro Chía, la más bella navidad y nuestros deseos para que el amor que trae el niño Dios, les llene sus corazones, sus familias y los acompañe en este nuevo año 2.015.
