4° Domingo del Tiempo Ordinario, 1 de Febrero 2015, Ciclo B, La Presentación del Señor en el Templo


San Lucas 2, 22 - 32 

"Yo Soy La Luz del Mundo"
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  1. "La Presentación": esta fiesta cierra el ciclo de Navidad, exactamente a los 40 días aunque es de carácter Cristológico, en ella se conmemora un acontecimiento muy importante en la vida de María: su purificación y la presentación de su Hijo al sacerdote en el templo. Es esta una fiesta de “la Luz “Con la presentación del niño Jesús, nosotros, -como aquel Niño  acompañados de sus padres y  padrinos. Hemos recibido el Bautismo y con él, el Espíritu Santo, la fuerza de Dios para vivir como hijos suyos".
  2. La Luz: en verdad, hoy en día, la fiesta de la presentación del Señor se llama la fiesta de la “Luz” “la luz” es signo de muchas cosas buenas. “Luz” que brilla al amanecer después de una noche de espera para todos los hombres. Dios se ha hecho el guía por medio de Jesús “Luz del Mundo” de tal manera, que el que sigue a Jesús “no caminará en tinieblas”.
  3. Promesa: Simeón caminaba junto a Dios y esperaba en Él, Dios lo bendice contemplando al Mesías. Es una promesa de Dios al anciano Simeón y el Espíritu del Señor habla a su corazón: por eso reconoce en aquel niño al Salvador, pero intuye que en  torno a Él girará el destino de la humanidad, y que deberá sufrir. 
REFLEXIÓN

   Podemos entender el gozo singular de Simeón al considerar que muchos Patriarcas, profetas y reyes de Israel anhelaron ver al Mesías y no lo vieron, y él, en cambio, los tiene en sus brazos Siendo todavía niño, comienza por el camino de la obediencia, que recorrerá hasta las últimas consecuencias.  

   Es una celebración de acción de gracias a Dios porque sus ojos han visto al Salvador que es “presentado a todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones.”  Jesús, que ha venido para la salvación de todos los hombres, será sin embargo "signo de contradicción", porque algunos se obstinarán en rechazarlo, y para éstos Jesús será su ruina. 

   Para otros, en cambio, al aceptarlo con fe, Jesús será su salvación, librándolos del pecado en esta vida y resucitándolos para la vida eterna.  María habría de estar íntimamente unida a la obra redentora de su Hijo. La espada de que habla Simeón expresa la participación de María en los sufrimientos de su Hijo; es un dolor  que traspasó su alma. 

   El Señor sufrió en la Cruz por nuestros pecados; también son los pecados de cada uno de nosotros los que han forjado la espada de dolor de nuestra Madre.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

Señor, venir al templo padres e hijos es: respirar otro aire, dar sentido a las aventuras de cada día, celebrar que somos más que hombres y mujeres, somos tuyos y vamos a Tí.

Te rogamos Señor por todos estos niños. 
Que sus ojos vean la luz de Cristo. 
Que sus oídos escuchen su voz. 
Que sus labios se abran y alaben a Dios. 
Que sus corazones experimenten la paz del perdón.

Y no olviden la espada del dolor, tan presente en la vida de cada día, 
la espada de la soledad, la espada de las tentaciones, 
la espada de las mil preguntas sin respuesta y 
la espada de la muerte. 
Cuanto más queridos, más probados. 
Cuanto más queridos, más llamados a vivir la profundidad, 
la espada de la fe. 

¿Quién no se conmoverá como el anciano Simeón," que esperaba el consuelo de Israel", se emociona y rompe en alabanzas al tener en brazos ese consuelo?