San Mateo 4, 1 - 11
“ No Tentarás al Señor tu Dios ”
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- El Diablo: no podemos olvidar que tenemos un adversario invisible, el Diablo, que «ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (1Pe 5,8). De él enseñaba el Papa Pablo VI: «el mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad, misteriosa y que causa miedo, busca tu ruina y no descansa en su intento”.
- La Tentación: es por medio de la tentación como el diablo busca apartarnos de Dios, fuente de nuestra vida y felicidad. La tentación es una sugerencia a obrar en contra de lo que Dios enseña (ver Gén 3,3). Por la tentación el Diablo introduce en el corazón del hombre el veneno de la desconfianza en Dios, haciéndolo aparecer como enemigo de su felicidad y realización: “¿Cómo es posible que Dios te haya prohibido…?” (Gén 3,4). Al mismo tiempo la tentación aparece como confiable, y se hace tremendamente atractiva porque promete a la criatura humana “ser como dios”, es decir, alcanzar el poder, la gloria y la felicidad si en lugar de Dios adora a otros “dioses”, a los ídolos del poseer-placer, del tener o del poder, o adorando incluso al mismo Satanás (ver Mt4,9).
- La Palabra: al mirar a Cristo entendemos que las enseñanzas divinas son armas necesarias para luchar y vencer en el combate espiritual. Quien se nutre «de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Dt 8,3; Mt 4,4), quien la medita y guarda haciendo de ella su norma de vida, se reviste de las «armas de Dios» (ver Ef 6,11.13) necesarias para vencer al Maligno y sus astutas tentaciones.
- El Ayuno: ayunar debe ayudarnos a eliminar, de nuestro cuerpo y de nuestra vida, todas las grasas de pecado que nos impiden caminar resueltamente hacia el bien. No se trata de una práctica del ayuno y la abstinencia fácil de cumplir, sino todo lo contrario. Es mucho más fácil, y más perjudicial para la salud, abstenerme durante unos determinados días del año de ciertos manjares, si me permito comer desordenadamente durante muchos otros días de la semana y del año. Para ayudar a los demás, el ayuno favorece que Dios llena con la oración, la abstinencia y las obras de caridad.
REFLEXIÓN
En el primer Domingo del Tiempo de Cuaresma, las lecturas nos presentan las tentaciones del demonio a las que estamos sometidos todos. El relato nos muestra que Jesucristo vence al demonio y al pecado. El tiempo de Cuaresma que comenzó con las celebraciones del miércoles de ceniza, tiene como telón de fondo el relato del Evangelio de hoy.
Jesús, antes de comenzar los años de su vida pública, movido por el Espíritu Santo se retira al desierto, en total ayuno durante cuarenta días, al final de los cuales es tentado por el demonio. La Iglesia quiere que antes de celebrar el misterio de la Pascua del Señor - su Pasión, Muerte y Resurrección - nos preparemos con la fuerza del Espíritu Santo, por la oración y la penitencia, y obras de caridad, a fin de que, purificados, podamos recibir los frutos de la Redención.
- La primera lectura, mediante un lenguaje simbólico, describe el pecado del hombre, que ayer como hoy, consiste en querer ocupar el lugar de Dios.
- La segunda lectura es clave para las enseñanzas que la liturgia de hoy nos deja: existe el pecado, pero existe la victoria de Jesucristo sobre el pecado. El apóstol San Pablo proclama la victoria de la vida sobre la muerte por las gracias de Nuestro Señor.
- El Evangelio relata las tentaciones a que el mismo Jesús estuvo sometido.
La Cuaresma conmemora los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto, como preparación de esos años de predicación que culminan en la Cruz y en la Gloria de Pascua. Fueron cuarenta días de oración, de ayuno y de penitencia, al cabo de los cuales tuvo lugar la escena que nos relata el Evangelio de la misa de hoy.
Jesús quiso someterse a las tres tentaciones que ordinariamente más estragos hacen en los hombres: la falta de templanza, la soberbia y la avaricia. Quiso darnos un ejemplo de fortaleza contra las intenciones de nuestro enemigo de perder nuestra alma por uno de esos caminos. Como el diablo busca venganza, nos advierte, que solo adheridos a Jesús, quien lo puede todo, saldremos vencedores.
PARA LA VIDA
La gran muralla china es una de las maravillas que el hombre ha creado. Y dicen que es la única cosa de la tierra que se puede ver desde la luna. Cuando terminaron su construcción, la gente satisfecha se regocijó. Y se dijeron: “ahora sí que estamos a salvo. Nadie podrá atacarnos, nadie podrá penetrar esta magnífica e inexpugnable muralla. Pero sus enemigos un día entraron con toda facilidad.
¿Cómo? Sobornando, comprando a los guardianes. El guardia abrió la puerta y entraron sin ninguna oposición. Esta es nuestra historia desde el primer día de la creación.
Adán y Eva somos nosotros rodeados por la gran muralla del Amor de Dios, vivificados por el soplo de vida divina de Dios, colocados en este mundo para ser los amigos de Dios y ser los testigos de su Gloria.
Esta es la historia de Adán y Eva, es decir, de todo hombre y de toda mujer desde el primer día de nuestra vida.
- Tú eres el guardia que guarda la entrada del jardín.
- Tú eres el conserje que guarda la entrada del edificio.
- Tú eres el administrador de la vida divina que Dios te ha dado.
- Tú eres el templo en el que Dios quiere habitar y conversar contigo.