5° Domingo de Pascua, 14 Mayo 2017, Ciclo A


San Juan 14, 1 - 12

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" 

    Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
  1. El Camino: Jesús es el camino. No simplemente sus palabras indican el buen camino. Él es el camino, Él es la Palabra, Él es el hombre nuevo, Él es Dios-con-nosotros, Él es la Liberación, Él es la Buena Noticia. Toda la fe del cristiano se basa en la adhesión a Él. 
  2. La Verdad y La Vida: La vida queda revelada en Jesús. Lo que nosotros llamábamos vida, antes de conocerle a Él, no es sino manifestación de "LA VIDA", que se muestra en Jesús Resucitado. Es la única Verdad definitiva, la verdadera esencia del hombre, del mundo. La vida como camino, como búsqueda de verdad: Dios ayuda para y acompaña en el caminar. Él es la verdad que nos hará libres...
  3. El Padre: A Dios nadie le ha visto jamás: El Hijo único, el que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer. Lo que hemos contemplado con nuestros ojos, lo que han tocado nuestras manos acerca de la Palabra de la Vida... en Jesús conocemos a Dios: en sus Palabras reconocemos Palabra de Dios, en sus modos de actuar vemos cómo actúa Dios, porque en él reside la divinidad en plenitud, porque es el hombre LLENO del Espíritu, porque “Dios estaba con Él”.
  4. Creer: Ese ideal de vida implica aceptarlo como nuestro Maestro y nuestro Salvador. Jesús es el Señor. Acogemos su palabra y damos gracias por su ejemplo. Creemos que él vive y camina con nosotros.
  5. Piedras Vivas: Con ellas se construye con piedras vivas una comunidad nueva que no necesita lo viejo. La Iglesia es la nueva Sión. Es la comunidad y cada uno de los bautizados que seguimos a Cristo, único Camino para llegar al padre; que nos revela la Verdad de Dios y nos brinda la Vida eterna. 
REFLEXIÓN 

   El Evangelio de este quinto domingo del Tiempo Pascual nos trae la primera parte del capítulo 14 del Evangelio de San Juan. El Señor declara a sus discípulos que va a prepararles un lugar en la Casa de su Padre. Jesús ya les había anunciado a los apóstoles las diferentes etapas de la Pasión y no les había ocultado que incluso uno de ellos lo iba a traicionar. Pero, para que no se aflijan sin esperanza y se desalienten, les afirma: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí”.

   Nunca tenemos derecho a desanimarnos; la herencia que nos ha dejado Jesús es el optimismo y la alegría; así ni el desánimo, ni la desconfianza, ni el pesimismo, ni la tristeza deben anidar en nuestros corazones, ni pueden perjudicar nuestra vida espiritual ni nuestra acción apostólica. Nuestro apoyo está en Cristo, que es Dios. Él es nuestra esperanza y de Él recibimos la ayuda que necesitamos en cada momento. No hay horas grises con Cristo; teniéndolo a Él por Amigo, todo cambia, y los horizontes se aclaran. Los amigos desean estar siempre juntos y hacerse mutuamente felices. Si Jesús es nuestro Amigo, tampoco quiere separase de nosotros; debiendo ir al Padre, nos advierte que no se separa de nosotros por mucho tiempo, sino que Él se nos adelanta para “prepararnos un lugar”. 

   Las moradas nos esperan para gozar de la compañía de Jesús. Tal certeza tiene que darnos fuerzas y aliento para soportar las contrariedades de la vida y aspirar a la plenitud del cielo. Y cuando Tomás le pregunta por el camino, él responde: “Yo soy el camino”. Jesús es el camino en cuanto nos revela al Padre, nos da a conocer el camino que conduce al Padre: Él mismo es el único acceso al Padre.

   Jesús es el Camino, porque Él nos mereció la gracia, que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo, y Él con su doctrina y con su ejemplo nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo. Nadie se ha atrevido a hacer las afirmaciones que Jesús hizo. En boca de otro serían una insensatez. En boca de Jesús son un verdadero consuelo. Él es la ruta que Dios nos ha trazado. Por ella transitamos seguros, en a Verdad, hacia la Vida verdadera. 

PARA LA VIDA

   Murió un hombre y San Pedro le enseñó las distintas estancias del cielo. - ¿Qué hay en esa estancia? Preguntó el hombre señalando un grupo muy serio y solemne que cantaba el más puro y sublime gregoriano. - “Esa es la estancia de la Iglesia Católica de Roma”. Son muy serios y reprimidos. - ¿Y los de esa habitación? Preguntó señalando un grupo de bailarines medio desnudos que giraban sus caderas y daban grandes gritos. - “Ese es un grupo de Bali”, le dijo San Pedro. 
   Un grupo muy vivo y bullanguero. Bailan mientras rezan y alaban a Dios. - ¿Y los de ese gran salón? - Ese grupo de personas rapadas que meditan al son de un gong son un grupo zen. Son muy tranquilos. - San Pedro, antes de continuar la gira, le dijo: Cuando pasemos delante de esa sala, por favor, no haga ni el más mínimo ruido. - ¿Por qué? Le preguntó el hombre. - “En esa sala hay un grupo de cristianos fundamentalistas que creen que ellos son los únicos habitantes del cielo. Si se enteran que hay otros grupos, se molestarían mucho.

Oración por las madres:

Señor Jesucristo:

   Tú que te encarnaste en las entrañas de la Virgen María, te pedimos por todas las madres y sus familias. Solo tú conoces cuánto han sufrido por cada uno de ellas. Solo tú conoces la alegría de su corazón por cada logro familiar obtenido. Señor Jesús: no te pedimos que les quites las cruces, por las cuales irán al cielo. Te pedimos que les sigas dando corazones siempre abiertos a tu voluntad, capaces de elegirte hasta el último instante. 

   Bendice, Señor, sus angustias y desvelos; sus aciertos y desaciertos, y sus vidas entregadas y desgastadas por amor. Fortalécelas  en cada momento de la vida. Te agradecemos por todas las  madres que guían a sus hijos por tus sendas, como tu Santísima Madre, la Virgen María, guio tus pasos. Gracias, Señor, por el amor con que cada una de las madres, ponen en sus hogares, y porque, a través de ellas, hemos conocido tu divino amor. Amén.