26° Domingo del Tiempo Ordinario, 1 Octubre 2017, Ciclo A


San Mateo 21, 28 - 32

"Hijo, ve hoy a Trabajar en la Viña"

    Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.

  1. El Pecado: Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”. Más que el número de pecados que se hayan cometido, cuando el pecador se arrepiente sinceramente y cambia su vida, Dios perdona y olvida. Lo dice el Señor por Isaías: "Así fueren sus pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán" (1,18).
  2. Examen de Conciencia:  todos hemos de reconocer el mal que hemos hecho... Dice San Juan de la Cruz, que un pájaro puede estar atado por un hilo o por una cadena, la consecuencia es la misma: no puede volar. Y lo explica para indicar que el crecimiento en la vida cristiana puede estar obstaculizado por grandes pecados o por pequeños pecados consentidos, contra los cuales no se lucha. Sea una cosa u otra la consecuencia es la misma: no se avanza. Hace falta reconocer el mal en nosotros... 
  3. El Perdón:  como necesidad de una profunda renovación espiritual en la Iglesia. Todos somos  invitados a convertirnos y a creer en el amor misericordioso predicado por Cristo; el Reino crecerá en la medida en que cada hombre aprenda a dirigirse a Dios como a un Padre en la intimidad de la oración y se esfuerce en cumplir su voluntad”
  4. La Verdad:  no es nuestra. No nos pertenece. Viene del Padre. Pero tenemos la posibilidad de hacer que sea nuestra: traduciéndola en nuestra conducta práctica, en la realidad del mundo en que vivimos. El «hacer» la voluntad de Dios, establece una relación estrecha, una especie de parentesco, entre nosotros y la verdad.
  5. Nosotros:  quizá al comienzo no digamos que sí, pero al final podemos hacer lo que se debe hacer, Que no pase lo  contrario: que digamos sí, pero que luego hagamos nuestro capricho.

REFLEXIÓN 

   Al escuchar el Evangelio de hoy, alguien podrá preguntarse “¿Para qué esforzarme por vivir según los mandamientos de Dios, si el mismo Jesús dice que los publicanos y las prostitutas entrarán antes en el Reino de Dios? “Sin embargo, si profundizamos un poco lo que dice Jesús, Él nos habla no simplemente de malos y buenos, sino de dos actitudes diferentes ante la invitación de Dios Padre a trabajar en su viña. La viña es el Reino de Dios y nuestra actitud es definitiva. 

   En esta parábola, uno de los hijos, aparentemente desobediente y el otro obediente, acaban haciendo ambos lo contrario de lo que habían dicho. Sin embargo quien quiere verdaderamente al Padre, es el hijo que hace lo que el Padre le pide. El hijo que verdaderamente contrarió a su Padre no fue el que le ofendió primero diciendo que no iba a ir a la viña y después fue, sino el que le dijo que sí y después faltó a su compromiso.

   En estos dos hijos, Jesús representa, por un lado, a los pecadores: los publicanos y las prostitutas; por otro, a los muy cercanos a Dios sacerdotes y ancianos del pueblo de Israel. Unos, pecadores públicos y aborrecidos por el pueblo, los otros, en apariencia piadosos. Y a ellos, a éstos últimos, el Señor les dice que entrarán antes que ellos, en el Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas.

   Jesús les dice en esta parábola, que ellos que se creían los hijos muy piadosos, son en realidad los desobedientes. Y para mayor vergüenza todavía, los compara con la gente tenida por ellos como de muy bajo nivel. 

   Aquí, es importante recordar las palabras de la encíclica Redemptoris missio:“Todo hombre, por tanto, es invitado a convertirse y creer en el amor misericordioso predicado por  Cristo; el Reino crecerá en la medida en que cada hombre aprenda a dirigirse a Dios como a un Padre en la intimidad de la oración y se esfuerce en cumplir su voluntad” (Juan Pablo II, Redemptoris missio 13). En realidad se nos muestra que “todos estamos necesitados de conversión”. No hay quien pueda arrojar, sin pecado, la primera piedra.

PARA LA VIDA

   Cuenta una leyenda japonesa que un hombre murió y fue al cielo. Un guía le dio un tour en el Bus Turístico por el paraíso y, maravillado, dijo: esto es mucho más bello que nuestro universo. En el recorrido vio una gran sala llena de estanterías y en las estanterías estaban alineadas miles y miles de orejas humanas. ¿Qué hacen tantas orejas humanas aquí?, preguntó.  El guía le comentó: “Estas orejas pertenecen a todos los católicos que durante su vida han escuchado la Palabra de Dios en miles de sermones, pero nunca la han puesto en práctica. Así que sólo sus orejas han subido al cielo”.

   Tal vez a nosotros nos sucede lo mismo que a las orejas de la leyenda japonesa, que están tan llenas del mensaje que sólo sirven para llenar las estanterías del cielo.

   Nuestras orejas todavía escuchan el mensaje y podemos arrepentirnos y convertirnos en el primero de los hijos, y empezar a trabajar en las muchas viñas de Dios. Hay muchas orejas que nunca escuchan el mensaje, difícilmente las vemos en la iglesia. Pero si escuchan el clamor de los pobres, si son misericordiosos, si son constructores de la paz, si practican las obras de misericordia, si están presentes en las periferias del mundo, sí hacen de los demás el centro de su vida, si la avaricia no es el motor de sus vidas, si viven sencillamente…están donde Dios está y merecerán el denario al final de la jornada.