6° Domingo del Tiempo Ordinario, 14 de Febrero de 2021, Ciclo B

 San Marcos 1, 40 - 45

"La Lepra Desapareció y Quedó Purificado"

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M. 

1.- La Lepra: personifica en los tiempos que vivimos a toda persona que se duele y llora por las situaciones de contradicción que se dan en el mundo. Por tanta exclusión e injusticia fruto de la intolerancia o de los intereses que convierten automáticamente a unos en buenos y a otros en malos. la perseverancia y la mano de Dios salen al paso de aquellos que saben que, sólo Dios, es capaz de responder con generosidad cuando el mundo rechaza o abandona.

2.-El Amor: está por encima de la ley. tenemos que acercarnos al necesitado, acogerle con cariño y estar dispuestos a tenderle nuestra mano. Las manos sirven a veces para golpear, para rechazar, para desplazar al otro. Jesús emplea su mano para perdonar, para acoger, para ayudar, para apoyar al que se tambalea, para guiar al que no encuentra el camino. Jesús ha unido el mandamiento del amor a Dios con el de amor al prójimo. Amar, según es “ocuparse del otro y preocuparse por el otro”. Se trata de un amor oblativo, que se entrega al otro, es decir del amor entendido como “agapé”, auto donación gratuita y generosa al hermano.

3.-Ver con Misericordia: Jesús actúa con misericordia –poniendo el corazón en la miseria–. El cura y, sobre todo, pone sus ojos de amor en aquel hombre. Hemos de aprender a mirar no con nuestros ojos, sino desde los ojos y sentimientos de Jesús, que se fija en el necesitado y sale a su encuentro. Sólo pide fe, la confianza del leproso, que le dice: “Si quieres, puedes curarme”. Y Jesús....le devolvió la salud y la dignidad.

4.-“Comparte lo que Importa”: hoy se celebra la “Campaña Contra el Hambre de Manos Unidas”. Para los cristianos la caridad no es una especie de actividad de asistencia social, que se podría dejar a otros, sino que es algo que pertenece a su naturaleza y a su esencia. La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En el mundo no debe haber nadie que sufra por falta de alimentos. Es necesario luchar por la justicia y por una sociedad más equitativa. 

REFLEXIÓN 

   La liturgia del 6º Domingo del tiempo ordinario nos presenta a un Dios lleno de amor, bondad y ternura, que nos invita a formar parte de la comunidad de los hijos amados de Dios. No excluye a nadie ni acepta que, en su nombre, se inventen sistemas de discriminación o de marginación de los hermanos.

   La primera lectura nos presenta la legislación que definía la forma de tratar a los leprosos. Impresiona cómo, a partir de una imagen desfigurada de Dios, los hombres son capaces de inventar mecanismos de discriminación y de expulsar en nombre de Dios.

   La segunda lectura nos invita a los cristianos a tener como prioridad la gloria de Dios y el servicio de los hermanos. El ejemplo supremo debe ser el de Cristo, que vivió en la obediencia incondicional a los planes del Padre y que hizo de su vida una ofrenda de amor, al servicio de la liberación de los hombres.

   El Evangelio nos dice que, en Jesús, Dios viene al encuentro de sus hijos, víctimas de la discriminación y de la exclusión, que se compadece de su miseria, tendiéndoles la mano con amor, liberándolos de sus sufrimientos, invitándoles a formar parte de la comunidad del “Reino”. Dios no pacta con la discriminación y denuncia como contrarios a sus proyectos todos los mecanismos de opresión de los hermanos.

   La Eucaristía de cada domingo, el encuentro con la Palabra y con el Resucitado, nos inyecta a los cristianos la fuerza necesaria para insertarnos de nuevo, con impulso renovado y claro, en una sociedad donde no siempre predomina el bien común. Recordemos que hemos de ser sal (aunque pique) y luz (aunque deslumbre).

   La oración, personal o comunitaria, nos brinda esa oportunidad para recuperarnos de otros tantos rechazos cuando presentamos, con respeto pero con valentía, nuestra forma de entender el mundo, la sociedad, el hombre, etc., desde la fe.

   El testimonio, de lo que llevamos dentro, de nuestra experiencia de Dios, nos exige pregonar que con Jesús nos sentimos bien. Que haber encontrado a Dios, lejos de ser una preocupación, nos ayuda a llenar huecos peligrosos en nuestra vida.

 PARA LA VIDA 

   Darío, rey de Persia, estaba cazando un día cuando se encontró apartado de sus sirvientes. Cabalgaba solo a través de una pradera y observó que un hombre corría hacia él. - Es un enemigo – pensó, y colocando una flecha en su arco, apuntó. -Mi señor – gritó el hombre lleno de miedo- No disparéis. ¿No me reconocéis? Soy vuestro caballerizo y cuido de vuestros corceles. -Da gracias a tu buen ángel – dijo Darío sonriendo, mientras guardaba la flecha- Un minuto más y estarías muerto. El caballerizo rio nerviosamente, se acercó y se inclinó. -Espero que me perdonéis, mi señor, si os ofrezco un consejo – dijo - ¡Tiene que haber algo verdaderamente errado cuando un rey no distingue a un amigo de un enemigo! Una de las exigencias de la gran posición que ocupáis es la de saber quién es cada uno de vuestros servidores. 

   He estado a menudo en vuestra presencia y hemos discutido varias veces sobre los caballos que cuido para vos. Pero ahora, cuando corría lleno de alegría para daros la bienvenida, no deberíais haber pensado que era un enemigo. - ¿Veis todos estos caballos? – dijo el caballerizo extendiendo los brazos -. ¡Hay cientos de ellos, miles de ellos! Y conozco el nombre de todos. Nombrad uno y os lo traeré. Esta es la razón de que me confiaseis este puesto. ¡Oh, majestad! Deberíais atender a vuestros súbditos con el mismo cuidado. Se dijo que Darío se dirigió amablemente al hombre y que grabó el consejo en su corazón. Más que nunca necesitamos ser tocados, acariciados, acogidos, sentirnos útiles, saber que somos amados como personas, con nuestro nombre.