31° Domingo del tiempo Ordinario, 31 Octubre 2021, Ciclo B

San Marcos  12, 28b - 34

"Amarás al Señor, tu Dios. Amarás a tu Prójimo 

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Amar a Dios en el Prójimo: porque todo el que ama al prójimo necesariamente tiene ya en su corazón el amor de Dios. porque hay que buscar a Dios donde habita y Él nos ha dicho que está en el hambriento, en el enfermo, en el marginado.” Tuve hambre y me disteis de comer, estuve enfermo y me visitasteis, estuve preso y me vinisteis a ver.” el amor al prójimo es la piedra de toque para saber si ese amor que decimos tener a Dios es de verdad o “falsa monea”. Porque el amor cristiano, según proclama el mismo Señor Jesús poco antes de su Pasión es que no nos amemos como a nosotros mismos, sino que amemos a los demás como el Señor nos amó hasta dar la vida unos por otros.

2.- Amar sin Esperar Nada: se trata de amar, no como yo me amo, sino a la medida del amor con que Jesús nos amó. Jesús asoció el mandamiento del amor a Dios con el mandamiento del amor al prójimo, y los presentó como inseparables. El amor total de Dios nos capacita para amarnos a nosotros mismos y a nuestro prójimo. El amor no es un sentimiento, es una decisión. Al decidir amar a una persona se decide honrarla con actos de amor sin importar nuestros sentimientos.

2.- Dios: nos invita a volcarnos con el de arriba y con el de abajo; a sonreír al guapo y al feo; a ayudar al que me cae bien y al que me cae mal; a perdonar al que está lejos y al que tengo cerca; a entregarme con el alegre y con el triste; con el pobre y con el rico

4.- El Hombre: para nosotros es imposible amar a Dios de todo corazón y menos posible amar a otros, si nos falta la fe.  Por tanto, es muy importante aceptar que Dios nos ama de todo corazón y sin condiciones.  El amor de Dios no depende de nuestra fidelidad a la ley.  El amor de Dios no se gana por nuestra bondad.  El amor de Dios es un don gratuito que está disponible para nosotros a pesar de lo que hagamos o dejemos de hacer.  Esta fe en el amor de Dios es la base de nuestro compromiso y nuestro deseo de vivir en relación con Dios. 

 REFLEXIÓN

   La liturgia del Domingo 31 del Tiempo Ordinario nos habla de que el amor está en el centro de la experiencia cristiana. El camino de la fe que, día a día, estamos invitados a recorrer, se resume en el amor a Dios y en el amor a los hermanos, dos vertientes que no se excluyen, sino que más bien se complementan. 

   La primera lectura nos presenta el inicio del “Shema Israel”, la solemne proclamación de fe que todo israelita debe hacer diariamente. Es una afirmación de la unicidad de Dios y una invitación a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas.

   La segunda lectura nos presenta a Jesucristo como el sumo sacerdote que vino al mundo para realizar el proyecto salvador del Padre y para ofrecer su vida en donación de amor a los hombres. Cristo, con su obediencia al Padre y con su entrega a favor de los hombres, nos dice cual es la mejor forma de expresar nuestro amor a Dios.

   El Evangelio nos dice, de forma clara e incuestionable, que toda experiencia de fe del discípulo de Jesús se resume en el amor, amor a Dios y amor a los hermanos. Los dos mandamientos no pueden separarse: “amar a Dios” es cumplir su voluntad y establecer con los hermanos relaciones de amor, de solidaridad, de compartir, de servicio, hasta la donación total de la vida. Todo lo demás es explicación, desarrollo, aplicación a la vida práctica de esas dos coordenadas fundamentales de la vida cristiana.

Tal vez el desafío mas grande que tenemos es acercarnos humildemente a Dios, implorando la fe- fe en el amor de Dios para nosotros, fe en la capacidad de Dios de dar sin reserva, fe en el deseo de Dios de estar en relación con nosotros.  Solamente cuando aceptamos este misterio será posible abrirnos al amar a Dios y tratar de extender este amor a los demás.

” El gran desafío del cristiano es “estar en el mundo sin ser del mundo…” Amar a Dios con todo lo que somos es unirse tan íntimamente a Él que nadie podrá apartarnos de su amor.

PARA LA VIDA

Un joven - de buena posición social - comenzó a salir con una joven artista. Esta relación era cada más íntima y el joven estaba considerando la posibilidad de un futuro matrimonio. Pero como era muy precavido contrató a un detective privado para investigar a la joven y asegurarse de que no había ni otros hombres, ni otros hijos, ni ninguna deuda, ni nada oscuro en el armario de su vida. El detective desconocía esta relación. Sólo le dieron el nombre de la joven a investigar. Durante meses siguió las andanzas de la joven y, al final de su investigación, entregó el siguiente informe. Es una joven encantadora, honrada, y muy decente. Sólo hay una cosa que reprocharle. Últimamente sale con un joven -de muy buena posición social- que es de carácter dudoso y de una reputación más que sospechosa. El que quería saber salió investigado.

Uno cree que el amor es algo espontáneo y por consiguiente algo que no necesita ser enseñado y que no puede ser aprendido. Al fin y al cabo, nadie nos enseñó que nos tenían que gustar los helados, ni nadie nos explicó que era delicioso tomar agua fresca cuando se tiene mucha sed. ¿por qué, en cambio, el amor debe ser enseñado? ¿Por qué sucede que lo que nace espontáneamente de nosotros al amar no es siempre genuino amor? Hay varias respuestas. Una, es que el amor necesita encontrar su objeto o centro propio. Uno puede centrar toda su capacidad de amor en algo que finalmente va a resultar engañoso o perjudicial. Alguien perdidamente enamorado del alcohol va camino de autodestruirse, por ejemplo. Antes de que algo así suceda es preciso que alguien nos abra los ojos y que nos haga ver que hemos sido creados para otros amores, para mejores amores. 

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