4° Domingo de Cuaresma, 27 de Marzo 2022, Ciclo C

 San Lucas 15, 1-3.11-32

"Este Hermano Tuyo Estaba Muerto y ha Revivido

Homilía Padre Luis Guillermo Robayo M.

1.- Alegría: no hay nada más sublime y hermoso y humano y divino. Si alguien quiere saber cómo es Dios, que lea esta parábola. La parábola del hijo pródigo”, El verdadero protagonista de esa parábola es el Padre. Por dos veces repite el mismo grito de alegría: "Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado". Este grito revela lo que hay en en corazón de Padre. Enseguida "echa a correr". No es el hijo quien vuelve a casa. Es el padre el que sale corriendo y busca el abrazo con más ardor que su mismo hijo. "Se le echó al cuello y se puso a besarlo". Así está siempre Dios. Corriendo con los brazos abiertos hacia quienes vuelven a él.

 2.- Bondad: la invitación del Evangelio de este domingo nos regala un hermoso mensaje. El relato describe con todo detalle el encuentro sorprendente del padre con el hijo que abandonó el hogar. Estando todavía lejos, el padre "lo vio" venir hambriento y humillado, y "se conmovió" hasta las entrañas. Esta mirada buena, llena de bondad y compasión es la que nos salva. Solo Dios nos mira así. Quien oiga esta parábola desde fuera, no entenderá nada. Seguirá caminando por la vida sin Dios. Quien la escuche en su corazón, tal vez llorará de alegría y agradecimiento. Sentirá por vez primera que el misterio último de la vida es Alguien que nos acoge y nos perdona porque solo quiere nuestra alegría.

3.- Perdón: el hijo comienza su confesión: la ha preparado largamente en su interior. El padre le interrumpe para ahorrarle más humillaciones. No le impone castigo alguno, no le exige ningún rito de expiación; no le pone condición alguna para acogerlo en casa. Sólo Dios acoge y protege así a los pecadores. El padre solo piensa en la dignidad de su hijo. Hay que actuar de prisa. Manda traer el mejor vestido, el anillo de hijo y las sandalias para entrar en casa. Así será recibido en un banquete que se celebra en su honor. El hijo ha de conocer junto a su padre la vida digna y dichosa que no ha podido disfrutar lejos de él. Sin duda, la parábola más cautivadora de Jesús es la del "padre bueno, "parábola del hijo pródigo". Precisamente este "hijo menor" ha atraído siempre la atención de comentaristas y predicadores. Su vuelta al hogar y la acogida increíble del padre han conmovido a todas las generaciones cristianas. 

REFLEXIÓN

   El protagonista no es el hijo perdido, porque además hay dos hijos perdidos, uno que se va de casa y otro que se va del corazón, habría que decir de los dos hijos pródigos. Pero es que en realidad el protagonista principal, la “estrella” de esta historia es el padre, no los hijos. Lo sorprendente de esta escena no es el comportamiento humano de los hijos, muy humano, por cierto, sino el comportamiento desmesurado del padre. Es el amor a borbotones y sin media del padre lo que conmueve. Y es lo que convierte a los hijos perdidos en los hijos recuperados. Claro que nosotros no actuaríamos con tanta generosidad y menos con tanta parcialidad. 

   El hijo mayor, diríamos, no se merece ese trato del padre, pobrecito. Encima de que se mata trabajando, su padre parece que no entiende su amor desmedido con el hijo mejor, el hijo perdido. Aquí estamos ante la pugna entre Jesús y los fariseos, los que se creían buenos, pero a la vez superiores a los demás, y eso es lo que los hacía realmente pecadores, lo que estropeaba su virtud. Porque la fe cristiana no es un cúmulo de buenas acciones que exigen la recompensa de Dios. No. Dios no nos ama porque lo merecemos, sino porque somos sus hijos. Su amor no está condicionado ni por nuestra virtud ni por nuestro pecado. 

   Es puro amor, puro don, pura gracia, pura misericordia y perdón. Pero es que además es ésta una experiencia humana muy real. Nadie cambia ni se convierte sino es desde el sentirse amado incondicionalmente por el otro. Maravilloso ejemplo del padre, de nuestro Padre Dios, que sale con los brazos abiertos a nuestro encuentro y prepara una fiesta. Un buen programa para nuestra vida de cristianos. Todos somos pecadores ante Dios, pero pecadores amados, salvados, perdonados, recuperados. Nadie opuede mirar al otro con desdén o desde la superioridad moral o espiritual. Sólo Dios es totalmente Bueno y Santo. Todos somos hijos pródigos.

   Todos somos hermanos e hijos de este Padre de la Misericordia. Imitemos el corazón de nuestro Dios, abriéndonos a su Amor infinito, reflejando en nuestra vida este perdón y esta misericordia a los que nos rodean, a los que nos ofenden, a los que se alejan, a los que no son como nosotros. Sólo por esta parábola, Cristo se merece estar en lo más alto de la sabiduría

humana y en lo más elevado del panteón divino. He aquí el resumen de todo el mensaje de Jesús, la fuente de donde brota su comportamiento, su muerte, su resurrección. 

PARA LA VIDA

    Una pareja de recién casados, un día el marido le hizo esta propuesta a su esposa: "Querida voy a irme de la casa por un tiempo, buscaré un empleo y trabajaré hasta que haya ganado el suficiente dinero como para regresar y poder darte una vida más cómoda y digna. No sé cuánto tiempo voy a estar lejos de ti. Trabajo por veinte años, y luego le dijo a su patrón: “Es hora de regresar a mi casa, quiero que me entregue mis ahorros, saldré mañana muy temprano”. 


   El patrón estuvo de acuerdo, pero antes de cumplir con su parte del pacto, le hizo una propuesta: "Yo puedo darte tu dinero y tú te vas, o puedo darte tres consejos y no te doy el dinero y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta”. Como respetaba a su patrón y lo consideraba un gran sabio y sabía que lo amaba como a su propio hijo, finalmente no dudo y le dijo: "Quiero los tres consejos" El patrón le recordó: "Si te doy los consejos, no te doy el dinero.". Si, si, lo sé, pero quiero los consejos. “Nunca tomes atajos en tu vida”. 2.. “Nunca seas curioso de aquello que represente el mal” 3. “Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor” después de varios días de camino volvió a su hogar. 


   Cuando su esposa abrió la puerta y lo reconoció, lo abrazó fuertemente, pero él con lágrimas en los ojos, le reprochó que le hubiera sido fiel, traicionándolo con otro hombre. Ella sorprendida le respondió: "Yo jamás te traicioné, te fui fiel durante todos estos veinte años”. Y entonces, le preguntó: "¿quién es ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?”. Y ella le contestó: "Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada”. Entonces el marido entró, abrazó a su hijo y les contó toda su historia, mientras la esposa preparaba la cena. Finalmente se sentaron a comer el último pan, tal como le había encargado el patrón. Después de dar gracias por los alimentos, partió el pan y al abrirlo, se encontró con todo el dinero que había ganado durante los veinte años que trabajo para su patrón.