San Lucas 16, 19-31
1-EL RICO: El rico se divierte, goza con los gustos que le proporcionan sus riquezas, es totalmente insensible a las necesidades de los pobres; para él es como si no existieran. Es una descripción de nuestra sociedad de consumo, donde la ley suprema es la comodidad, el placer y el afán de "pasarla bien" sin preocuparse de nada más.
2-EL POBRE: El verdadero pobre es aquel que hace de Dios su máxima riqueza y lo que Dios le da, lo comparte con el otro. Se muestra en todo libre y disponible a su Amor. La experiencia de un camino de pobreza es un camino de liberación, de alegría y de entusiasmo —porque nos une íntimamente a Cristo—, y nos hace gustar de una manera más dulce la fuerza de la cruz.
3-LA MUERTE: La muerte nos llega, nos iguala a todos. Lo que hicimos en la vida, es el pasaporte de entrada a la vida eterna.
4-LA VIDA ETERNA: La vida eterna (estar junto a Dios) uno se la juega en el presente. En la vida presente se siembra lo que se cosechará en la eternidad. Para todos, ricos y pobres, se hace necesario orientar la propia vida en conformidad con la voluntad de Dios. Cuando muramos nos dirá el Señor: “venid benditos de mi Padre porque tuve hambre y me disteis de comer?”
ORACIÓN
“Siembren en la tierra el amor, y el amor germinará en el cielo. Planten su amor en el corazón del hombre, y se convertirá en una gran planta que llegará hasta Dios” (San Ambrosio).
REFLEXIÓN
La enseñanza de esta parábola es muy clara: ante Dios no puede haber indiferencia entre sus hijos. Dios da lo necesario para que todos vivamos como hermanos. Si no es así, habrá una separación definitiva que se convertirá en una condena para los insensibles, como en el caso del rico avaro. Si no tendemos hacia los demás una mano caritativa nos condenaremos a vivir lejos de Dios en el infierno de la soledad, de la ausencia de Dios y en el juicio por no practicar la misericordia.
PARA MEDITAR
Al filósofo Sócrates, que causó una verdadera revolución en el pensamiento del hombre (y por ello fue condenado a muerte), se lo veía siempre paseando por el mercado principal de la ciudad. Un día, uno de sus discípulos le preguntó: "Maestro, hemos aprendido con usted que todo sabio lleva una vida simple. Pero usted no tiene ni siquiera un par de zapatos" "Correcto", respondió Sócrates. El discípulo continuó: "Sin embargo, todos los días lo vemos en el mercado principal, admirando las mercancías. ¿Podríamos juntar algún dinero para que pueda comprarse algo?" "Tengo todo lo que deseo", respondió Sócrates. "¡Pero me encanta ir al mercado para descubrir que sigo siendo completamente feliz sin todo ese amontonamiento de cosas. (Paulo Coelho). |