La Epifanía del Señor, 2 de Enero de 2011

San Mateo 2, 1-12


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( Epifanía del Señor )


1. Epifanía: esta palabra griega significa “manifestación de Dios en Jesucristo”. De manera misteriosa -por medio de una estrella- Dios se manifiesta a tres reyes, que llegan a Belén para adorar al Rey de reyes, Jesucristo luz del mundo.

2. El Llamado: como a los Tres Reyes, Dios nos llama, nos inspira para que le busquemos, se revela a nosotros en Jesucristo. A veces, inclusive, parece esconderse como se ocultó la estrella. Y nuestra respuesta no puede ser otra que la de los Reyes: buscarlo, seguir sus huellas -sin importar dificultades y obstáculos- postrarnos y adorarlo, ofreciéndole también nuestros presentes: el amor, la oración, el trabajos, la caridad. Servir a los demás es servir y adorar al mismo Señor.

3. Postrarse de Rodillas: como los magos, “postrarnos de rodillas”, abrir los corazones a su divina Luz y manifestarlo a través de nuestras palabras y acciones diarias.


4. El mejor Regalo: los magos ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra. Cada uno de nosotros, aunque no somos magos, basta que le ofrezcamos nuestro pobre y humilde corazón. El mejor regalo somos nosotros mismos y hacer de nuestra familia el pesebre donde se hospede el Rey del cielo


REFLEXIÓN

Un mundo con algo que ofrecer a Dios. Cada año los cristianos celebramos la Navidad, la Epifanía. Dios se nos da, pequeño e impotente, sobre un pesebre o en manos de su Madre, María. Se nos da como Salvador, como Amor, como camino de vida, a todos sin excepción.


Aunque no empleamos la palabra "epifanía" no quiere decir que no tengamos pequeñas o grandes manifestaciones de Dios:

  • Una intuición súbita; una epifanía, un grito de alegría.
  • Una epifanía, un paisaje hermoso que nos deleita la vista durante unos minutos; una epifanía, su primer amor.
  • Una epifanía, su primer hijo; una epifanía, su primer fracaso.
  • Una epifanía... Abrir los ojos grandes, ver lo que otros no ven, ser capaces de admirar, de descubrir lo secreto...


PARA APRENDER


Una historia de Etiopía nos presenta a un anciano que, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo: No puedo dividir en tres partes lo que poseo. Os tocaría muy poco. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más astuto y sagaz. Dicho de otra forma, a mi mejor hijo. Encima de la mesa hay una moneda para cada uno. Tomadla. El que compre con esa moneda algo que pueda llenar toda la casa se quedará con todo. Se fueron.

El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó. El tercero -que consiguió la herencia- sólo compró un pequeño objeto. Una vela. Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.

FELIZ AÑO NUEVO 2.011