6° Domingo de Pascua, 29 de Mayo de 2011

San Juan 14, 15-21
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    ( Promesas de Jesús )

  1. El Amor: Cuando el amor es auténtico se genera una profunda comunión de las personas, de tal manera que hay entre ellas una sintonía para que todo tienda al bien. De allí que a quien ama verdaderamente al Señor le sea natural guardar sus mandamientos y vivir en su Amor.
  2. La Promesa: El Señor Jesús revela al Espíritu Santo y lo envía de parte del Padre para acompañarnos. Él establece una relación personal con cada cual, derramando el Amor de Dios en la vida interior. Él pone una señal en aquellos a quienes vivifica, guiándonos a la verdad que nos hace libres, llenándonos de esperanza, infundiéndonos fuerza, ayudándonos a orar y dirigiéndonos en la praxis apostólica y en la vida cotidiana en la fe, y adornando al ser humano al que toca con los frutos todos del Espíritu.
  3. La Esperanza: sabemos que si acompañamos a Cristo en su vida, también tendremos la dicha de esperar acompañarlo en su muerte y su resurrección. Esta esperanza debe dar fuerza a nuestra fe en la resurrección de Cristo.
REFLEXIÓN

El Amor, no es un slogan publicitario; es la razón y el objetivo de nuestra fe en Jesucristo. El Evangelio de hoy comienza y termina uniendo al Amor con la obediencia. Jesús afirma que nuestra obediencia a sus mandamientos será la señal de nuestro amor por Él.

El Amor que Jesús nos pide no es el tipo de amor sentimental, soñador o pasajero; el Amor del que Jesús habla es aquel Amor que le llevó a dar la vida por nosotros. Cristo nos recuerda hoy que “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama: al que me ama, lo Amará mi Padre, y yo también lo Amaré y me revelaré a él”.

Así pues, el Amor nos introduce en las fibras más profundas de Jesucristo. El Amor abre ante el corazón humano el misterio de esta unión con el Padre en Cristo mediante la fuerza del Espíritu Santo, que actúa en nosotros.


PARA LA VIDA

De joven era un revolucionario y mi oración a Dios era siempre la misma: dame fuerza, Señor, para cambiar el mundo. De mayor viendo que no había cambiado nada, ni siquiera uno, cambié mi oración: Señor, oraba, dame la fuerza de cambiar a los míos, mi familia, mis amigos y me sentiré satisfecho.

Ahora que soy anciano y mis días están contados mi única oración es: Señor, dame la gracia de cambiar yo. La historia de nuestra vida es la historia de nuestras relaciones. Y una relación implica comunicación, conocimiento, amor y presencia.


ORACIÓN

Si somos ciegos, Tu Luz brilla constantemente. Si somos sordos, Tú continúas hablándonos insistentemente. Si oramos, Tú estás ahí, si no oramos, Tú estás también ahí. En nuestra maldad y en nuestra bondad, Tú estás ahí. En nuestro dolor y en nuestra alegría, Tú estás ahí. En nuestro morir y en nuestro vivir, Tú estás ahí. Siempre, Tú estás siempre ahí para nosotros.