19° Domingo del tiempo Ordinario, 7 de Agosto de 2011

San Mateo 14, 22-33

Descargar Homilía de Nuestro Obispo Monseñor Héctor Cubillos Peña ( Misa de 12:00 m )

Descargar Homilía del Padre Rector
( Encuentro con Jesús )

  1. El Miedo es común a todos los seres humanos ante la dificultad inesperada. Es más fuerte que nuestras fuerzas. Hoy, como Pedro, clamamos la ayuda de Dios: ¡Señor, Sálvame! Hay que colocar nuestra confianza en el Señor. Lancémonos a las aguas de nuestro mundo sin miedo a ser engullidos por ellas. Si el Señor va por delante, y nuestra fe está en Él, no nos ahogaremos. Él es el dueño de la barca y el sentido de nuestra historia, el fin de nuestra oración y de nuestra entrega. En el silencio aparente, en la ausencia dolorosa es donde hemos de aprender a buscar y a ver el rostro del Señor que, un domingo más y en pleno día, nos grita: ¡Animo soy yo, no tengáis miedo!
  2. La Fe: Si la fe conlleva una gran carga de duda, también contiene la promesa del apoyo de Jesús a todo el que cree. Dios no solamente rescata al hombre por la muerte de Jesús, sino que también lo salva, es decir, lo acompaña en su caminar diario. La confesión de Pedro encierra la confianza fundamental que el creyente y toda la Iglesia, pone en la persona de Jesús.
  3. La Oración: el Señor pide a sus discípulos de todos los tiempos intensificar la oración, ser más sinceros y dóciles en la dirección espiritual, obedecer con prontitud y docilidad de corazón, poner junto a la oración unos medios humanos que están a nuestro alcance, aunque sean muy pequeños... Junto a Cristo se ganan todas las batallas, pero debemos tener una confianza sin límites en Él. «Reza seguro con el Salmista: "¡Señor, Tú eres mi refugio y mi fortaleza, confío en Ti!"

REFLEXIÓN

Nos sale de muy adentro el grito desesperado de Pedro: ¡Señor, sálvame!. Pues nos movemos muchas veces sobre aguas inestables y turbulentas del pecado, es decir, cuando no estamos en la tierra firme de la fe en Jesús.

El grito de fe no se improvisa; es decir, hay que cultivar la confianza en Dios en tiempos de bonanza, para que no sólo nos acordemos de Él y le invoquemos en tiempos de tormentas y tentaciones. Nos acercamos a Jesús, saltamos hasta Él, por encima de las olas inestables y que quieren devorarnos, para agarrarnos a Él ciegamente pues, Él es el único que puede dominar todos nuestros miedos.

PARA LA VIDA

Érase una vez un enfermo mental que insistía en que era Jesucristo. Ningún médico pudo convencerle de que se trataba de una ilusión, de que él era simplemente Félix Jiménez. Un día el médico le dijo que extendiera los brazos para medirlo y también lo midió de la cabeza a los pies. El médico salió y regresó con un martillo y unos clavos.

El enfermo empezó a sentir gran curiosidad y nerviosismo. ¿Qué está haciendo?, le preguntó el enfermo. ¿Usted es Jesucristo, no es cierto? Sí, lo soy. Entonces, mientras el médico hacía una cruz, le dijo: usted debería saber lo que estoy haciendo. Espere, espere, por favor, gritó el paciente, yo no soy Jesucristo. Yo soy Félix Jiménez. ¿Qué le pasa, doctor, está usted loco?.

Pregunta: ¿Hay aquí algún Félix Jiménez que cree ser Jesucristo?, que extienda las manos y lo mediremos. ¿Hay aquí alguien como Pedro que quiera caminar sobre las aguas del mar?