27° Domingo del tiempo Ordinario, 2 de Octubre de 2011

San Mateo 21, 33-43
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( Dar Frutos
)

  1. La Viña: «La Iglesia es labranza o campo de Dios”. En este campo crece el antiguo olivo cuya raíz santa fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos y de los gentiles. El labrador del cielo la plantó como viña selecta. La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él no podemos hacer nada».
  2. La Vid: «Desde el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos a su vida; les reveló el Misterio del Reino; les dio parte en su misión, en su alegría y en sus sufrimientos. Jesús habla de una comunión todavía más íntima entre Él y los que le sigan: “Permaneced en mí, como yo en vosotros... Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”. Anuncia una comunión misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.
  3. El Mundo: los frutos que ofrece este mundo: consumo, odio, rencor, poder, tener más. Las uvas se vuelven agrias y no agradan al Señor. Pero Dios, que nos ama y nos perdona siempre, no lo olvidemos, nos envía a su hijo, nos lo envía para escucharlo, amarlo, seguirlo y hagamos de nuestro mundo el reino de Dios. Así como pedimos perdón por una ofensa a una persona querida y procuramos compensarla con algún acto bueno, mucho mayor debe ser nuestro deseo de reparación cuando el ofendido es Jesús, el Amigo de verdad, el dueño de la Viña.
  4. La Responsabilidad: nuestra tarea es cooperar sembrando el amor divino; esa es nuestra vocación original. Desde el bautismo somos la viña amada de Jesús y el reto es dar frutos que se cosechen en la vida eterna. Allá se verán los frutos del bien que hemos hecho en este mundo!...

REFLEXIÓN

El evangelio de hoy es una llamada a ser y a trabajar en la viña. La vida es el regalo precioso, un corto tiempo para vivir y trabajar en la viña. Al final del día tendrá lugar la recompensa, que no será para nadie el fruto de sus propios méritos o esfuerzos, sino un regalo divino y por bondad de Dios. Dios nos invita a participar en su vida y en su obra. Aunque esto conlleve esfuerzos, trabajos y fatigas, tiene sentido el gastar la vida por él. En el lugar en que nos encontremos y en las actividades que se nos encomienden, somos operarios en la viña del Señor.

PARA LA VIDA PRÁCTICA


En la bahía de Nápoles viven la medusa y unos caracoles. Cuando los caracoles son pequeñitos la medusa se los traga con avidez pero no los puede digerir porque están protegidos por la concha, los caracoles se adhieren con fuerza al interior de la medusa y poco a poco comienzan a comérsela. Cuando ya son grandes se han comido por completo a la medusa. Nosotros somos también como la medusa, con avidez nos comemos una cantidad de basura, la cual poco a poco nos va carcomiendo por dentro. Llámelo alcohol, ira, soberbia, avaricia, rencor, arrogancia, infidelidad… Poco a poco va creciendo y nos va mordiendo. Vivimos agitados internamente y con el tiempo somos devorados desde dentro por todo aquello que no es digerible, que albergamos en nuestro interior.