29° Domingo del tiempo Ordinario, 16 de Octubre de 2011

San Mateo 22, 15-21

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( a Imagen de Dios
)

  1. Dios único absoluto: conceder a Dios lo que es de Dios supone darle la primacía y colocar al César en otro lugar. Los Césares cambian cada 4 años, Dios es eterno. ¡Cuántos dioses nos creamos o inventamos! Dios permanece por siempre y está en todo. Dios no es temporal sino eterno; no es de ninguna nación, es universal; no pasa como las monedas, permanece siempre. Las monedas son del César, el corazón es de Dios. La imagen de Dios no está grabada en una moneda, está grabada en el corazón y allá dice cuánto nos ama.
  2. La Libertad: sólo a Dios le debemos la libertad y sólo a Él se la podemos y debe­mos entregar. Dios es el único que garantiza y salvaguarda la libertad del hombre; Dios es el garante último de la dignidad inviolable de la persona humana. 'A Dios lo que es de Dios', o sea, nosotros… ¿Y qué le debemos a Dios?: EL AMOR. ¿Qué hemos de entregarle? Cada uno de nosotros llevamos impresa en nuestro corazón la imagen de Dios, pues somos criaturas suyas; cuando Jesús nos manda dar a Dios lo que es de Dios, nos está indicando que lo único que podemos dar a Dios que sea digno de él es nuestro corazón, nosotros mismos, todo nuestro ser.

REFLEXIÓN

“Den a Dios lo que es de Dios”

Aquí es donde se sitúa el mensaje de Jesús: en su Padre Dios. Jesús no vino a dirimir pleitos ni a ser el juez de los negocios humanos; vino a hacernos partícipes del “negocio” de Dios, la vida divina.

Y Jesús nos pregunta hoy, ¿quién lleva la imagen de Dios? ¿Quién fue hecho a imagen de Dios?: nosotros, todo ser humano es imagen de Dios. Dios no necesita nuestras monedas. Los euros y los dólares llevan la imagen de algún jefe de este mundo; nosotros llevamos impresa su imagen perfecta, fuimos creados a su imagen y semejanza.

ANÉCDOTA


Érase una vez un rey muy querido por todos sus súbditos, pero estaba muy enfermo y necesitaba un trasplante de corazón. Se congregaban todos ante el palacio y gritaban: Oh rey, toma nuestros corazones. El rey se emocionaba y callaba.

Un buen día pidió silencio y les dijo a todos los allí congregados: Voy a tirar una pluma de ave y la persona sobre la que se pose me ofrecerá su corazón. Soltó una pluma y ésta revoloteaba de un lado para otro y todos gritaban: Oh rey, toma nuestros corazones, al mismo tiempo que soplaban para que no les cayera encima.

Confesar la fe es fácil, vivir la fe y arriesgar la vida por Dios es el heroísmo cristiano. Dice una historia judía, con mucho humor, que Dios no vistió a Adán y a Eva porque una vez vestidos habrían pedido bolsillos y una vez que tuvieran bolsillos pedirían dinero para llenarlos.