San Lucas 21
, 25 - 28 . 34-36- Cristo Viene: en su primera venida; cada Navidad nos lo recuerda. Cristo salvador, misericordioso, nos ofrece todavía la salvación; el Adviento nos prepara para recibirlo. La profecía no se agota en ella, el cumplimiento perfecto se dará al final con la segunda venida y manifestación final.
- Preparación Adecuada: recordemos con Pablo, la caridad; caridad a los hermanos y a todos. Así la tuvo Cristo, así la enseña Pablo. La caridad nos une estrechamente a Dios y ella es la entrada al cielo.
- Vigilancia: estad atentos, “alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Hay que despertar, hay que levantarse, hay que orar. El Señor viene como salvador para los que velan, como juez para los que duermen, como amo y Señor para todos los que ama.
- Oración: es necesaria, pues nuestros ojos son débiles y nuestras fuerzas pocas; la oración nos infunde el vigor. Con ella gemimos, deseamos, pedimos, somos fortalecidos, esperamos, amamos, nos santificamos. Urge una necesaria preparación.
REFLEXIÓN
El Adviento se caracteriza por ser un tiempo de esperanza. La espera del nacimiento de Aquél que será Luz y Gloria de las naciones, también de la nuestra, que lo necesita con urgencia.
Es tiempo de Esperanza, porque es posible un mundo nuevo. Para que esto sea posible se nos pide una actitud de vigilancia y de atención. No debemos permitir que se embote nuestra mente con las realidades mundanas.
Hoy la Palabra de Dios nos alerta para que nos demos cuenta de que Jesús, el Hijo del Hombre, viene a liberarnos de todas nuestras dudas e incertidumbres. Él es nuestra justicia y nuestra salvación.
Tenemos por delante una hermosa tarea durante estas cuatro semanas: preparar nuestro interior como si fuera una cuna que va a recibir a Aquél que nos da la vida. El tren de la esperanza va a pasar por delante de nosotros, no lo perdamos, subamos a Él y valoremos todo lo bueno que vamos encontrando en nuestro camino.
PARA LA VIDA
Hace tiempo un viajero en una de sus vueltas por el mundo, llegó a una tierra, le llamó la atención la belleza de sus arroyos que cruzaban los campos, los sembrados. No podía creerlo...él venía de un lugar muy distinto.
Se fue acercando pero su sorpresa fue mayor cuando tres niños, hermanitos, salieron a recibirlo y lo invitaron a pasar-Los padres de los niños invitaron al viajero a quedarse con ellos unos días.
El viajero aprendió muchas cosas, por ejemplo a hornear el pan, trabajar la tierra, ordeñarlas vacas, pero había una de la cual no podía descubrir el significado. Cada día y algunos días en varias ocasiones el papá la mamá y los hermanos se acercaban a una mesita donde habían colocado las figuras de María y José, un burrito marrón y una vaca. Despacito dejaban una pajita entre María y José.
Con el correr de los días el colchoncito de pajitas iba aumentando y se hacía más mullido. Cuando le llegó al viajero el momento de partir , la familia le entregó un pan calientito y frutas para el camino, lo abrazaron y lo despidieron.
Ya se iba cuando dándose vuelta les dijo:- Una cosa quisiera llevarme de este hermoso momento. Por supuesto le contestaron ¿ Qué más podemos darte para el camino? Y el viajero entonces preguntó- ¿ Por qué iban dejando esas pajitas a los pies de María y José? Ellos sonrieron y el niño más pequeño respondió: cada vez que hacemos algo con amor, buscamos una pajita y la llevamos al pesebre.
Y así vamos preparando para que cuando llegue el niño Jesús, María tenga un lugar para recostarlo. Si amamos poco, el colchón va a ser un colchón delgado y por lo mismo frio. Pero si amamos mucho, Jesús va a estar más cómodo y calientito.
El viajero parecía comprenderlo todo. Sintió ganas de quedarse con esa familia hasta la Nochebuena, pero una voz adentro suyo lo invitó a llevar por otros pueblos lo que había conocido tanto de nuevas labores, como de los corazones sencillos tan llenos de amor, como los de esa familia……
