2° Domingo de Cuaresma, 24 de Febrero de 2013 -


San Lucas  9, 28b - 36
      

 La Transfiguración

  Descargar   Homilía del Padre Rector 

  1. Orar: la oración nos transfigura, nuestro rostro cambia y los demás pueden ver en nosotros, rasgos del rostro luminoso de Dios. Todos somos hijos de Dios y cuando nos acercamos a Jesús, el mismo Dios se complace también en decirnos a nosotros: este es mi hijo amado. Sin olvidar que vivir en comunión con Dios nos obliga a vivir en comunión con los más necesitados. Como Pedro bajó del monte a servirle.
  2. Escuchar«Este es mi Hijo amado. Escuchadle». Vivir escuchando a Jesús es una experiencia única. Es en ambiente de oración que se escucha al Señor, se sabe por qué y para qué hay que vivir, siempre en contacto con el amado, para ser amados por Él. Sólo se puede hablar de Jesús, si primero se le escucha.
  3. Contemplarcontemplar al Señor, es ya de hecho, un momento de transfiguración del corazón del creyente. Es captar con toda la sensibilidad de la propia vida, fuerza y poder de Dios como algo realmente presente y operante.Jesús resplandece desde su interior. No sólo recibe la luz, sino que Él mis­mo es Luz de Luz.

REFLEXIÓN
   "Mientras Jesús oraba en la montaña, su rostro cambió y sus vestidos brillaban de blancos". "Los apóstoles se caían de sueño, pero despabilándose vieron la gloria de Jesús". Muchos de nosotros mantenemos los ojos cerrados y por esto no hallamos al Señor. 
   Si alguna vez los abrimos, lo encontraremos más cerca de lo que sospechamos. Él no se hace presente tan sólo en la liturgia, en los Sacramentos. Se manifiesta en tantos detalles pequeños que nos salen al paso: El amor de los hijos, la amistad, el aprecio de quienes nos rodean, esas amables sorpresas que nos depara la vida a cada rato. 
Las cosas, aunque pequeñas, guardan siempre escondida una revelación de Dios. 
   Porque Él habita en ese interior de nuestro ser, donde moran la paz y la alegría. 
   En Cuaresma HAGAMOS ORACIÓN, seamos más justos; acojamos amablemente a quienes nos necesitan; llevemos la presencia de Dios al trabajo y al hogar. No ocultemos el rostro radiante de Dios que todos llevamos.

PARA LA VIDA
   En algunos países se ven esas aves rosadas, de patas finísimas y de cuellos larguísimos, conocidas como los flamingos rosa. Lo que no se sabe es que no son siempre de ese color tan hermoso. Los tres primeros años de su vida son de un color gris tirando a verde, poco hermosos. 
   A los tres años estas aves se transfiguran y se convierten en esos pájaros maravillosos y elegantes que nosotros sólo vemos en las fotos. ¿Cuál es la razón de esa transfiguración? Su alimentación. Los flamingos comen algas y gambas. 
   La comida que alimenta sus cuerpos es la que hace que sus plumas adquieran ese color rosa. Por sorprendente que nos parezca no deja de ser una curiosa manera de cambiar de look. 
   Nosotros, cada Domingo dejamos nuestra vida ordinaria y subimos a la montaña de la Transfiguración. Cada Domingo el alimento divino nos transfigura y nos convierte en testigos y amigos amados de Jesús que ora con nosotros y se transfigura ante nosotros, para que nos demos a los otros.