San Lucas 13, 1 - 9
"La Higuera"
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- La Vida Estéril: es como la higuera estéril. No hace sino «ocupar un terreno en balde». El Señor, sin embargo, no la corta ni destruye. Al contrario, la cuida todavía mejor, y sigue esperando que un día dé frutos. No hay que perderse en lamentaciones estériles. Lo decisivo es enraizar nuestra vida en Cristo y despertar la creatividad y los frutos del Espíritu vendrán.
- La Conversión: “Si no os convertís, todos pereceréis”. Jesús nos invita a no pasarnos la vida denunciando culpabilidades ajenas. La actitud conversión exige además la valentía de reconocer con sinceridad el propio pecado y comprometerse en la renovación de la propia vida para empezar de nuevo.
- Los Frutos: la paciencia de Dios contrasta con nuestra impaciencia. Queremos ver pronto los resultados, que todo se arregle en un instante, que se acabe de golpe con el mal. Y la vida no es así: se crece lentamente, se madura lentamente; no siempre se da el fruto deseado. Hay que saber, por tanto, adoptar una actitud de espera activa y positiva, como la de aquel viñador que dio un plazo más a la higuera y dejó abierta la puerta a la esperanza de una cosecha abundante.
REFLEXIÓN
Jesús termina con una parábola muy sencilla, la de la higuera. Uno que tiene una higuera plantada en su viña tres años ya y no ha encontrado ningún fruto en ella durante este tiempo y quiere cortarla. Pero el viñador le dice que no, que la deje un año más, que él la cuidará.
Esa higuera somos cada uno de nosotros. Y para que demos el fruto que Dios quiere, hemos de dejar que nuestro corazón sea trabajado por él, y de los frutos de conversión que Dios espera de nosotros.
Dejémonos trabajar por este Dios que está atento a las necesidades y sufrimientos de su pueblo, de su gente, de nosotros. Estemos disponibles como Moisés, para colaborar con Él en esta tarea. Asumamos el gran compromiso de cambiar para dar frutos de conversión y crecer en amor, oración y humildad.
PARA LA VIDA
Una vez dos ángeles que viajaban por la ciudad. Llamaron a la puerta de una familia rica y ésta los alojó en el sótano. Mientras hacían la cama en el duro suelo el ángel más viejo vio un pequeño agujero en la pared y lo tapó. El más joven le preguntó por qué lo hacía y le contestó: las cosas no son siempre como parecen.
Al día siguiente viajaron a un pueblecito y una familia pobre les ofreció de cenar y les dieron la mejor cama para pasar la noche. A la mañana siguiente los dos ángeles encontraron al matrimonio llorando. Su única vaca había muerto. El ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero: ¿Cómo has permitido semejante desgracia?
Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y por esta familia que nos ha dado todo no has hecho nada. Las cosas no son siempre como parecen, le contestó el ángel más viejo. Cuando nos hospedamos en la ciudad vi que había oro en el agujero y lo tapé para que esa familia egoísta y avariciosa nunca lo encontrara. Y esta noche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino a buscar a la esposa de esta casa. Yo le dije que se llevara a la vaca en lugar de la esposa. Como ves las cosas no son siempre como parecen.