San Juan 16, 12 - 15
- La Trinidad: el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y es la fuente de todos los demás misterios. La Iglesia expresa su fe trinitaria confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina. Todas, dignas de honor y Gloria.
- La Encarnación: revela a Dios como el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios. Por Jesús, conocemos a Dios.
- La Misión del Espíritu Santo: enviado por el Padre en nombre del Hijo y por el Hijo «de junto al Padre», revela que Él es con ellos el mismo y único Dios: “Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.
- El Bautismo: por la gracia del bautismo, y en nombre de la Santísima trinidad, somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí en la tierra, con la luz de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna, donde la Santa Trinidad nos recibirá en su Gloria eterna.
REFLEXIÓN
Son muchas las comparaciones que los predicadores de todos los tiempos han usado para intentar explicar lo inexplicable. Agua: líquido, sólido y vapor. Huevo: cáscara, yema y clara. El trébol: tres hojas y un solo tallo. El sol: luz, rayo y calor. El Padre: el que habla. El Hijo: la Palabra. El Espíritu: el Aliento. El Padre: El que ama. El Hijo: el amado y el Espíritu Santo: el amor. Creador, Redentor y Santificador.
La fiesta de la Trinidad es la fiesta del Dios amor y del ser humano que es capaz de amar pues somos imagen y semejanza suyas y, como si fuera poco, somos morada de Dios y templos de su Espíritu. Santísima Trinidad, guíanos y acompáñanos en los viajes de esta vida y en el de la eternidad
PARA LA VIDA
Un estudiante de teología preparaba su examen del tratado del Dios Trino. Aquellas dudas mentales de la más refinada escolástica le producían un insufrible tedio y confusión mental. Preocupado por la situación, se fue a ver a su profesor de dogmática.
Su maestro, un anciano dominico, de hábito impecable y mente preclara, que había consagrado su vida al estudio de Santo Tomás, lo recibió cordialmente. Tras los saludos de rigor, el alumno confesó: -Padre, estoy muy confuso. No entiendo nada del dogma trinitario. Me cuesta mucho. El viejo profesor escuchó pacientemente.
Cuando el joven terminó de exponer sus dudas y le miró con ojos interrogantes, el dominico limpió suavemente las gafas y luego dijo: hijo, si quieres entender el misterio de Dios empieza por amar: si practicas la caridad comenzarás a entender la Trinidad.
De lo demás, de todas las dudas que te inquietan, hablaremos en otra ocasión, cuando hayas dado algunos pasos.... Confesar a un Dios, que es Trinidad de amor, no es inocuo: supone esforzarse en vivir creando comunión.