19° Domingo del Tiempo Ordinario, 9 de Agosto 2015, Ciclo B


San Juan 6, 41 - 51 

" Alimento de Eternidad "
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  1. Cena de Vida Eterna:  Jesús es «pan  bajado del cielo ». No ha de ser confundido con cualquier fuente de vida. En Jesucristo podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital que vienen del misterio mismo de Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el pan de la vida ». Por eso, precisamente, no es posible encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de nosotros mismos, abrirnos a Dios y «escuchar lo que nos dice el Padre ». Nadie puede sentir verdadera atracción por Jesús, «si no lo atrae el Padre que lo ha enviado». Lo más atractivo de Jesús es su capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y sabe entrar en contacto con él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una vida que, de alguna manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan, con plena fe acierta a decir que «el que coma de este pan, vivirá para siempre».
  2. Yo Soy el Pan Vivo Bajado del Cielo:  El pan que nos ofrece contiene todas las atenciones que tiene con nosotros. Es el punto de llegada de la acción creadora del Padre, de la obra de reconstrucción llevada a cabo por el Hijo; es pan siempre nuevo por la obra del Espíritu. Ese pan es memorial de una historia infinita de amor: con él también nos sostiene, nos alienta, nos invita a seguir el camino, con el mismo corazón y la misma audacia recordada y encerrada en el pan de vida. La atracción hacia Jesús la produce Dios mismo. El Padre que lo ha enviado al mundo despierta nuestro corazón para que nos acerquemos a Jesús con gozo y confianza, superando dudas y resistencias, La fe y la confianza se despiertan en nosotros cuando nos sentimos atraídos por alguien que nos hace bien y nos ayuda a vivir.

 REFLEXIÓN

   La vida alimentada por la Eucaristía es siempre una vida de misión. Vivimos en un mundo que gime bajo el peso de sus pérdidas: las guerras despiadadas que destruyen pueblos y países, el hambre y la muerte que acaban poblaciones enteras, el crimen y la violencia que ponen en peligro la vida de millones de personas, el cáncer Y muchas enfermedades que devastan los cuerpos de incontables personas. Es la historia de la vida de cada día que llena los periódicos y las pantallas de los medios de comunicación. 
   Realidad que a todos nos consume y parece una tarea imposible de resolver en este mundo, donde el amor,  el temor a Dios y el respeto no  prevalecen en el hombre de hoy. El misterio del amor de Dios consiste en que nuestros corazones ardientes y nuestros oídos receptivos estarán en condiciones de descubrir que aquel a quien habíamos encontrado en la intimidad, continúa revelándose a nosotros, entre los pobres, los enfermos, los hambrientos, los prisioneros, los refugiados y entre todos los que viven en medio del peligro y del miedo. Con Jesús nos sentimos atraídos por lo bueno, lo hermoso, lo noble, lo que hace bien al ser humano y nos aleja de la muerte. 

PARA LA VIDA

   Un niño pregunta a su abuelo: yo intento leer la Biblia,  ¿Por qué necesitamos leer la Biblia? ¿Qué tiene de bueno? El abuelo que escuchaba, mientras echaba carbón en la estufa, respondió: - Querido hijo, toma el canasto de carbón ve al río y tráemelo lleno de agua. El nieto obedeció a su abuelo, aunque toda el agua se perdió antes de que él pudiera volver a la casa. El abuelo se rio  y dijo: - Tendrás que caminar más rápido y lo envió nuevamente al río con el canasto del carbón para hacer un nuevo intento. 

   Esta vez el niño corrió todo lo que pudo, pero de nuevo el canasto estaba vacío antes de que llegara a la casa. Casi sin respiración, le dijo a su abuelo. - Llevar agua en un canasto de carbón es imposible, nunca lo lograré. Si tú quieres que traiga agua iré con otro tipo de recipiente. Pero el anciano dijo: - Es que yo no quiero un recipiente de agua, quiero un canasto de agua.- Tú puedes lograrlo, trata de ir más rápido y lo conseguirás. 

   El anciano salió, para ver lo que hacía su nieto,  - ¡Mira abuelo, es inútil!- ¿Por qué piensas que es inútil? -le preguntó el anciano-. Mira dentro del canasto, ¿no ves algo diferente? El niño miró el canasto y no vio nada especial, pero de pronto se dio cuenta de que en lugar de estar sucio y lleno de restos de carbón, estaba muy limpio.-Hijo, le dijo el abuelo, esto es lo que pasa cuando tu lees la Biblia, tal vez no puedes entender o recordarlo todo, pero a medida que la vas leyendo te limpia por dentro.