San Marcos 1, 1 - 8
“Preparadle un camino al Señor”
Homilía Padre Rector Luis Guillermo Robayo M.
- Preparar el Camino: para poder recibir bien al Mesías debíamos empezar por arreglar los caminos por los que el Mesías tiene que llegar hasta nosotros. Que los valles se levanten, es decir, que se encienda nuestra esperanza y eleve nuestros ánimos decaídos; que los montes y las colinas se abajen, es decir, que derribemos nuestro orgullo y pongamos nuestra esperanza en el Señor; allanemos en la estepa una calzada para nuestro Dios, es decir, arranquemos de nuestro interior los cardos, abrojos e inmundicias que hacen imposible la llegada de Dios hasta nosotros.
- Navidad: La Navidad nos habla de la ternura y de la esperanza. Dios, al encontrarse con nosotros, nos dice dos cosas. La primera: tengan esperanza. Dios siempre abre las puertas, no las cierra nunca. Es el Papá que nos abre las puertas. Segunda: no tengan miedo de la ternura”.
- La Conversión: El Señor viene, pero nosotros tenemos que ir hacia Él. Esto exige un cambio de mente y de corazón. Es decir, requiere volvernos a Dios. La tentación está servida. Lo efímero y lo superficial tratan de imponerse a lo profundo y eterno. Y, sin despreciar aquello, hoy se nos pide que nos volquemos sobre esto. La clave siempre será la misma: mirar dónde y en qué ponemos nuestro tesoro para saber por dónde va nuestro corazón.
- La Buena Noticia: algo nuevo y bueno. Una sensación de liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con «la salvación de Dios». Una buena noticia trata siempre de un acontecimiento feliz que no es todavía conocido, aunque en el fondo, el hombre lo espera y lo busca.
- La Paciencia: es la madre de la espera, es la misma espera la que produce nuevo gozo en nuestras vidas. En la espera confiada y fiel del amado es donde comprendemos cómo ya ha llenado nuestras vidas. Como el amor de una madre por su propio hijo puede crecer mientras espera su regreso, como los que se aman pueden descubrir cada vez más su amor durante un largo período de ausencia, así nuestra relación interior con Dios puede ser cada vez más profunda, más madura mientras esperamos pacientemente su retorno.
REFLEXIÓN
Para Marcos el evangelio de Jesús, que es Cristo el Hijo (v. 1), no comienza de repente con la venida de Jesús, sino con un tiempo de preparación. En este tiempo de preparación se subrayan por lo menos tres elementos, el primero de los cuales es la Sagrada Escritura (vv. 2-3), ya que el evangelio de Jesús les dará una realización concreta y el evangelio solo se podrá comprender auténticamente meditando incesantemente las páginas de las que Dios ya había hablado. Las palabras que relata san Marcos citando a Isaías, aluden a un camino que hay que preparar: el camino de Dios hacia su pueblo y el camino del pueblo hacia Dios.
Pasa a continuación al segundo elemento: el envío de un profeta, el Bautista, capaz de indicar a la humanidad el camino del desierto, el lugar donde Dios ofrece la posibilidad de una auténtica conversión (vv. 4,7-8). Según san Marcos, el Bautista no insiste tanto en la predicación moral como, sobre todo, en la necesidad de esperar a “otro”, uno que debe venir de parte de Dios.
El tercer elemento es el mismo pueblo que, por la predicación de san Juan, camina penitente hacia el desierto, como el pueblo del éxodo (v. 5). Por consiguiente, está naciendo un pueblo nuevo, aunque se requiere una condición: que el hombre se ponga en camino, salga y se dirija al Bautista para acoger su mensaje de conversión. Y caminando juntos hacia el lugar donde resuena la Palabra de Dios es como el pueblo podrá reconstruirse.
Una metáfora domina las lecturas de hoy: es la del “camino”. Correlativa a la del camino, aparece la idea de Iglesia como comunidad que se forma poniéndose en camino. Isaías se dirige a un pueblo desconfiado, con necesidad de consuelo y ayuda para ponerse en marcha; necesitamos profetas capaces de hablar al corazón, profetas de confianza, no de desventuras. Ante la devastación de nuestras conciencias, bombardeadas por mensajes negativos, es importante el aliento y la esperanza que nos trae este tiempo del adviento.
PARA LA VIDA
Érase una vez un cursillista que estaba orando y leyendo la Biblia en su habitación. De repente entró en la habitación su hijo llorando. El niño había estado jugando con un amigo al escondite y se había escondido tan bien que el amigo se cansó de buscarlo y al no encontrarlo se marchó a su casa. Papá, no es justo, le dijo su hijo, debería haber seguido buscándome. No está bien, le dijo el padre, pero ahora ya sabes cómo se siente Dios. Dios también se escondió muy bien y los hombres han dejado de buscarle. Y Dios también está triste. Y no es justo. Dios escondido en un niñito que nació en Belén. Dios escondido en el pan. Dios escondido en sus hijos. Cuando lo encontramos en su escondite, Dios llora de alegría. Una palabra que resuena hoy con fuerza en el evangelio es "preparar". "Mando mi mensajero para prepararte el camino".
Unos discípulos le preguntaron a su rabino: ¿Por qué en los tratados del Talmud babilónico falta siempre la página número 1? Este les contestó: “Por más que uno haya aprendido, debería recordar siempre que no ha llegado aún a la primera página”.
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